Moretti tenia los ojos desorbitados.
– Es su postura la que esta bajo escrutinio, doctor. Quiero ver como apoya todo esto de los traumas de la temprana edad con
– Me encantara hacerlo.
Tenia mi propio monton de articulos, que saque, y comence a citar referencias, a largarle numeros, y a darle una conferencia, un tanto maniaca, sobre el desarrollo de la memoria en los ninos y sus reacciones al desastre y el trauma. Use la pizarra para resumir mis hallazgos.
– Generalizaciones -exclamo Moretti-. Impresiones clinicas.
– ?Preferiria usted algo mas objetivo?
Sonrio.
– Eso estaria bien.
– Perfecto.
Una secretaria entro un carrito con el monitor de video, coloco una casete en el magnetoscopio, bajo la intensidad de las luces y apreto el boton PLAY.
Cuando hubo terminado, se produjo un silencio mortal. Finalmente Moretti hizo una mueca y comento:
– ?Planea una segunda carrera en el negocio del cine, doctor?
– Ya he visto y oido bastante -dijo otro de los abogados. Cerro su maletin y aparto su sillon de la mesa. Varios otros hicieron lo mismo.
– ?Alguna pregunta mas? -inquirio Mal.
– No -le contesto Moretti. Pero parecia muy satisfecho y senti el mordisco de la duda. Me hizo un guino y me saludo-. Nos veremos ante el tribunal, doctor.
Cuando todos se hubieron marchado Mal se dio una palmada en la rodilla e hizo unos pasos de baile.
– ?Les has dado justo en los cojones! ?Vaya maravilla! Esta misma tarde empezaran a hacerme sus ofertas.
– He defendido el caso con mas fuerza de lo que pretendia -explique-. Ese bastardo me puso frenetico.
– Lo se, lo hiciste de maravilla. -Comenzo a recoger sus papeles.
– ?Y que me dices de la andanada de Moretti cuando se retiraba? -le pregunte-. Parecia con muchas ganas de ir a los tribunales.
– Pura bravuconeria. Para no quedar en ridiculo ante sus compadres. Puede que sea el ultimo en llegar a un acuerdo, pero, creeme,
Agito la cabeza muy contento.
– Dios sabe lo muy apretado que ha debido de tener su esfinter para no cagarse en ese mismo momento en los pantalones.
– Un Master de Stanford en Psico -dije-. Bla bla bla bla bla.
Mal alzo el brazo en fingido terror.
– ?Chico, te has convertido en un malvado bastardo, ?no?!
– Simplemente, estoy harto de tantas memeces. -Camine hasta la puerta-. No me llames por un tiempo, ?vale?
– ?Hey, no te equivoques conmigo, Alex! No te estoy dando la bronca. Si te digo que me gusta, es porque realmente me gusta.
– Me siento halagado -le dije. Y lo deje entregado a sus triunfos y sus calculos.
Cuando regrese a casa, el telefono estaba sonando. Lo tome, al mismo tiempo que la operadora del servicio de avisos lo hacia, escuche la voz de Del Hardy pidiendo por el doctor Delaware, y le dije a la telefonista que ya contestaria yo.
– He descubierto unas pocas cosas -me dijo-. No pude lograr que me fuesen de mucha ayuda en Hollywood, pero hable con uno de los forenses. ?Estas de humor para escuchar este tipo de cosas?
– Adelante.
– Vale, en primer lugar esta la hora de la muerte…, entre las ocho de la tarde y las tres de la madrugada del sabado. La segunda cosa es la causa de la muerte: una bala de calibre veintidos en el cerebro. Atraveso limpiamente la corteza cerebral y reboto, por dentro, como es normal que ocurra con una bala de pequeno calibre, causando cantidad de danos. La tercera, que habia cantidad de alcohol y barbituricos en la sangre…, estaba al borde de la dosis letal. El forense tambien hallo algunas viejas cicatrices entre sus dedos de los pies, que parecian picos… ?supiste si esta dama estuvo alguna vez colgada de las drogas duras?
– No -le dije-, pero hace mucho que no sabia de ella.
– Aja, la gente cambia. Eso es lo que nos mantiene ocupados a nosotros.
– Drogas y una bala -dije.
– Estaba decidida -asevero Del-, lo que no es muy corriente, especialmente en una mujer. Claro que, si realmente deseaba asegurarse, lo que deberia haber hecho era meterse el arma en la boca, asi da directamente en la medula, lo que acaba con el sistema autonomo y corta la respiracion. Pero la mayor parte de la gente no sabe esto y, como lo ven en la tele, se creen que el tiro en la sien…
Se corto.
– Lo siento -me dijo.
– No pasa nada -le asegure-. Con tanta droga en su sangre, ?no deberia de haber estado demasiado adormilada para poder dispararse?
– No de inmediato -dijo Del-. Y, mira, ahora viene la parte interesante: el forense me dijo que su oficina manejo el caso con celeridad, por orden del jefe; su plazo habitual es de seis a ocho semanas, en esta epoca del ano. Tambien les dieron ordenes de no hablar de ello con nadie.
– ?Y por que tanto secreto?
– El patologo tuvo la clara impresion de que se trataba del habitual caso de gente rica, en el que se engrasan las ruedas al maximo, y se mantiene todo en silencio.
– El Departamento facilito informacion a la prensa.
– Informacion controlada -subrayo Del-. Eso es estrategia: si uno no dice
– Justo. ?Cual es la B?
– La droga y el alcohol la hicieron superar sus inhibiciones, armarse del valor suficiente como para pegarse un tiro. Cuando se noto lo bastante ida, apreto el gatillo. Claro que, lo mires del modo que lo mires, el resultado es el mismo.
– ?Dejo alguna nota?
– No. Mucha gente no la deja, ?no es asi?
– Asi es.
– Como dice ese tipo, el canadiense Mac-como-se-llame, el medio puede ser el mensaje por si mismo.
– ?Quien es el detective al cargo del caso?
– Un tipo llamado Pinckley. Precisamente ayer se fue de vacaciones, a Hawai.
– Muy conveniente.
– Yo no armaria mucho jaleo por eso -me dijo Del-. Las vacaciones son programadas con mucha anticipacion. Y Pinckley es un surfista de cuidado…, antes competia a nivel nacional. Se va alli cada ano, por esta epoca, con el