mansiones lo bastante grandes como para dar cabida al ego de un politico. Y las casitas las venden a millon y medio.
Lo que en otro tiempo fue un tranquilo barrio acomodado para doctores, dentistas y gentes del mundo del espectaculo, se ha convertido ahora en un almacen de los nuevos, muy nuevos ricos; de un dinero ostentoso, llegado del extranjero y de cuestionable origen. Y todo ese dinero ha traido consigo una mania por construir monumentos, que no es moderada ni por la tradicion ni por el buen gusto, de modo que, cuando entre en coche por Crescent, me parecio que la mitad de los edificios estaban en diversos estadios de construccion. Y los productos finales hubieran enorgullecido a una Disneylandia: un castillo almenado de piedras grises,
La ranchera de Larry estaba aparcada frente a una pseudocasa de pueblo pseudofrances, estilo pseudorregencia, color verde guisante, con detalles de hotel de la cadena Ramada Inn: paredes estucadas con pintas fluorescentes, multiples buhardillas, marquesinas a rayas blancas y verdes, ventanas con persianas, adornos color oliva. El cesped estaba formado por dos cuadrados de hiedra, partidos por un sendero de cemento. De la hiedra surgian estatuas de yeso blanco: querubines desnudos, la ciega Justicia en agonia, una copia de la Pieta, una carpa saltando. En el aparcamiento habia una flotilla de coches: un Thunderbird rosa vivo del 57, dos Rolls-Royce Silver Shadow, uno en plata otro en oro, y un Lincoln Town Car marron con un techo en vinilo rojo y el logotipo de un famoso disenador en uno de sus cristales ahumados.
Aparque. Larry me hizo un gesto y salio del Chevy. Me vio mirando a la casa y dijo:
– Bastante rebuscado, ?no?
– ?Quien
– Son los Fontaine, Gordon y Chantal. Hicieron su dinero con los muebles para jardin alla en el Medio Oeste…, esas cosas de tubo de aluminio y tela plastica. Vendieron su negocio por una fortuna, hace varios anos, se vinieron a Beverly Hills, y se jubilaron. Dan mucha pasta a la caridad, distribuyen pavos gratis entre los pobres del Skid Row para la fiesta de Accion de Gracias; son el prototipo de los abuelos bondadosos…, que es lo que son. Pero les encanta la porno. Los muy jodidos casi la veneran. Ellos son los donantes particulares de los que te hable, los que dieron los fondos para la investigacion de Kruse.
– Una buena gente, sencillita, ?no?
– Realmente lo son, D. No estan metidos en el sadomasoquismo o en cosas con ninos. Solo en el buen sexo tradicional, en celuloide… Ellos afirman que eso ha rejuvenecido su matrimonio, y pueden llegar a ponerse autenticamente evangelicos cuando hablan del tema. Cuando Kruse estaba montando su investigacion, oyo hablar de ellos y les dio un sablazo para obtener fondos. Y ellos se sintieron tan felices de que, por fin, alguien fuese a educar al mundo acerca de los beneficios terapeuticos del erotismo, que soltaron la pasta sin poner ningun problema; le debieron de llegar a dar un par de cientos de los grandes. Asi que ya puedes imaginarte como se sintieron cuando el cambio de acera y se paso al grupo de los pro-censura. Y aun siguen quemados con el. Cuando les llame, Gordon me recordaba como el asistente de investigacion de Kruse, y me hizo saber que, en lo que a ellos respecta, Kruse no es mas que la mierda mas grande de este mundo. Quiero decir que fue algo
– ?Y que razon le diste para querer ver la pelicula?
– Que la estrella habia muerto, que eramos viejos amigos de ella y que deseabamos recordarla por
Me volvio la sucia sensacion de ser un miron.
Larry me leyo el rostro y me dijo:
– ?Escalofrios?
– Me parece como si fuera… un ladron de cadaveres.
– Desde luego que si, es pura necrofilia…, como lo son los entierros. Si quieres que lo dejemos, solo tengo que entrar ahi y decirselo.
– No -dije-. Hagamoslo.
– Trata de no poner cara de sentirte tan torturado -me dijo-. Uno de los motivos por el que nos reciben, es porque les dije que tu sentias simpatias por su hobby.
Cruce los ojos, puse cara de lujuria, y jadee sonoramente.
– ?Que tal esto?
– Te mereces un Oscar.
Llegamos a la puerta delantera, una hoja solida de madera, pintada verde oliva brillante.
– Tras la puerta verde -dijo Larry-. Muy sutil.
– ?Estas seguro de que tienen la pelicula?
– Gordon me lo aseguro. Y tambien me dijo que tenia otra cosa que posiblemente nos interesase.
Llamo al timbre, que sono con los primeros compases del «Bolero» y se abrio la puerta. Una criada filipina, de blanco uniforme, se hallaba en el hueco: era pequena, de unos treinta anos, con gafas y el cabello recogido en un mono.
– ?Si?
– El doctor Daschoff y el doctor Delaware vienen a ver a los senores Fontaine.
– Si -acepto la criada-. Pasen.
Entramos en un vestibulo de dos pisos de alto, con un mural pastoral: cielos azules, verde hierba, corderos peludos, balas de pienso, un pastor tocando la flauta de Pan a la sombra de un ancho sicomoro.
Frente a ese paraiso pastoral, una mujer estaba sentada desnuda en una silla de lona: gorda, de mediana edad, canosa, de piernas muy gruesas. Tenia un lapiz en una mano y un cuaderno de crucigramas en la otra, y no dio muestras de habernos visto entrar.
La criada nos vio mirandola y golpeo con los nudillos en la canosa cabeza.
Hueca.
Una escultura.
– Un Lombardo original -nos dijo-. Muy caro. Como eso.
Indico hacia arriba con el indice. Del techo colgaba lo que parecia ser un movil de Calder. En su derredor habian colgado luces de arbol de Navidad… un candelabro a lo hagaselo-usted-mismo.
– Montones de dinero -dijo la criada.
Directamente frente a nosotros habia una escalera con una alfombra color esmeralda, que hacia espiral hacia la izquierda. El espacio que habia bajo las escaleras terminaba en un alto biombo chino. Las otras habitaciones tambien estaban cerradas por biombos.
– Vengan -nos dijo la criada. Se volvio. Su uniforme no tenia espalda y si un corte de escote muy bajo por detras tanto, que le llegaba mas alla del inicio de la division de los gluteos. Se veian montones de piel morena desnuda. Larry y yo nos miramos el uno al otro. El se encogio de hombros.
La criada corrio una parte del biombo chino, y nos llevo unos metros mas alla, hasta otro biombo. Su caminar se hizo cimbreante y la seguimos hasta mitad del pasillo, a una puerta de metal verde. En la misma habia una cerradura normal y otra electronica. Se tapo una mano con la otra y marco un codigo de cinco cifras en la electronica, inserto una llave en la normal, la giro, y la puerta se deslizo, abriendose. Entramos en un pequeno ascensor, con paredes acolchadas y tapizadas con brocado dorado en el que estaban incrustadas miniaturas en marfil: escenas del
Salimos a una pequena y oscura antecamara y la seguimos a traves de unas puertas dobles, correderas, a la japonesa.
Al otro lado habia una enorme habitacion de altas paredes y sin ventanas… al menos de trescientos metros cuadrados, y tapizada en madera lacada en negro; silenciosa, fresca y apenas iluminada.
A medida que mis ojos se acostumbraban a la penumbra pude distinguir detalles: librerias cerradas con rejillas de laton, mesas de lectura, ficheros, vitrinas, y escaleras de biblioteca para alcanzar los estantes altos,