condecorados. Ahora, decidme mas cosas de esa pelicula en la que trabajaban Neurath y Lanier.
– Era una de esas historias de doctores y pacientes -le explique-. El doctor no sabia que lo estaban filmando.
– Mas extorsiones -dijo Milo-. ?El hermano?
– Podria ser -acepto Crotty.
– ?Para que querrian chantajear a Neurath?
– ?Quien sabe? Tal vez por lo del Club del Raspado, quiza por el problema de juego de la esposa. Cualquiera de las dos cosas podria haber dado al traste con su reputacion, tenia una clientela de la buena sociedad, remilgadas matronas obesas de Hancock Park, esperando abrirse de patas en su sillon de examen.
– ?Sigue aun por ahi?
– ?Quien sabe?
– ?Y que hay de Hummel y DeGranzfeld?
– DeGranzfeld murio hace un par de anos tras irse a vivir a Nevada. Tuvo que largarse: tenia un asuntillo con una casada, y el marido tenia muy malas pulgas. Por lo que se, Hummel sigue en Las Vegas. Y de una cosa estoy seguro: aun tiene mucha mano en el Departamento, o al menos la tenia hace un par de anos.
– ?Y como es eso? -inquirio Milo.
– Ahi esta lo de su sobrino, un verdadero hijo de puta fascista, borracho, que casi no paso los examenes de la Academia, el muy desgraciado maton…, una jodida astilla del viejo palo. Y que luego se vio mezclado en ese escandalo de robos de la Division de Hollywood, hace unos anos, un asunto que, desde luego, se merecia un Tribunal de Honor o algo peor… Pero nada, solo se lleva un traslado a Ramparts. Y, de repente, el tio se convierte en uno de esos Cristianos Renacidos, lo ascienden a Capitan, y lo mandan al Oeste de L. A. -Se detuvo, miro a Milo, y sonrio como un chaval en la manana de Navidad-. Asi que por eso…
– ?Que? -pregunto Milo, con aire de inocencia.
– Pelma, astuto tramposo… Vas a cazar a esa chusma, ?no? ?Al fin vas a hacer una buena obra…!
24
Despues de eso, Crotty se torno solicito, ofreciendonos cafe y pastel, pero le dimos las gracias y declinamos su oferta, y lo dejamos a la puerta de su casa, bajo la campana de vaca, rodeado por sus animales.
– Un viejo con muchos redanos -dije, cuando estuvimos de vuelta en el coche.
– Bravatas -me contesto Milo-. Esta asi desde que le salio positivo en la prueba del sida.
– ?Oh!
– Aja. Esas pildoras no son vitaminas…, son algun tipo de regimen de reforzamiento de la inmunidad, que ha logrado a traves de su red de ayuda. Hace unos anos logro curarse de una hepatitis, y cree que, si es lo bastante cabezota, tambien lograra curarse de esto. -Una pausa-. Por eso le segui tanto la corriente.
Me llevo un tiempo el girar el Seville en el callejon. Cuando habia recorrido un par de kilometros por Sunset, Milo me dijo:
– Trapp. Pagandole viejas deudas a su tio. -Y un momento despues-: Tengo que averiguar que es lo que esta amanando.
– ?Quiza un asesinato arreglado para que parezca un suicidio?
– Sigues dandole vueltas a eso, y desde luego seria muy bonito. Pero, ?donde estan las pruebas?
– Belding y la Magna tienen mucha experiencia en disimular los asesinatos.
– Belding esta muerto.
– Pero la Magna sigue viva.
– ?Y? ?Crees en una especie de conspiracion de esa gran empresa? El viejo malvado hombre del saco, disfrazado de cristal y cromados.
– No -le interrumpi-. Siempre es alguien el culpable. Al final, la culpa la tiene alguna persona en concreto.
Varias manzanas despues, me dijo:
– En el asesinato de los Kruse no intentaron que pareciese otra cosa que no fuese un crimen.
– Es dificil intentarlo con tres cadaveres. Asi que en eso Trapp esta usando, en cambio, la teoria del asesinato sexual. Y quizas el matar a Kruse no formase parte del plan… si fue Rasmussen el que lo hizo, tal como teorizamos.
El rostro de Milo se endurecio. Cruzamos Vine. Finalmente Hollywood estaba levantandose de la cama. En el Cinerama Dome estaban pasando una de Spielberg, y las colas daban la vuelta a la manzana. Unas cuantas calles mas alla, todo eran moteles de a tanto la hora y putas callejeras, de aspecto nervioso, que se aprovechaban de la soledad de la gente y esperaban hallar sangre limpia.
Milo las miro, aparto la vista, se recosto en el asiento y dijo:
– Me iria bien un trago.
– Demasiado pronto para mi.
– No he dicho que
– Oh.
Cuando nos detuvimos en un semaforo en rojo en La Cienaga, me dijo:
– ?Que es lo que crees de la teoria de Crotty? ?De eso de Lanier y su hermano apretandole las tuercas a Belding y Neurath?
– Desde luego, la pelicula tenia todo el aspecto de ser una trampa que le hubiesen tendido al doctor.
– La pelicula -rumio-. ?De donde dijeron esos locos de la porno que la habian sacado?
– No lo dijeron. Se limitaron a comentarme que les habia costado muy cara.
– Seguro -acepto. Y luego-: Vamos a dar un pequeno rodeo, para ver si podemos lograr que se muestren un poco mas cooperativos.
Fui hasta Beverly Hills y gire a la izquierda, en Crescent. Las calles estaban vacias: la gente que derriba casas de dos millones de dolares para poder construirse casas de cinco millones acostumbra a quedarse dentro de ellas, para jugar con sus juguetitos.
Paramos frente a la monstruosidad verde de los Fontaine, y bajamos del coche.
Las ventanas estaban cerradas con las persianas. El aparcamiento estaba vacio. No hubo respuesta a la llamada de Milo. Lo intento de nuevo, y espero algunos minutos antes de dirigirse de nuevo hacia el coche.
– La ultima vez habia cuatro coches ahi -le dije-. No se han ido simplemente a tomar un brunch.
Antes de que me pudiera contestar, un sonido traqueteante que llegaba de la casa vecina llamo nuestra atencion. Un macizo chico de cabello oscuro, que tendria unos once anos, estaba corriendo en su plancha de ruedas, arriba y abajo por el camino de coches, maniobrando por entre un trio de Mercedes.
Milo le hizo una sena con la mano, para que se acercase. El chico se detuvo, apago su Walkman, y se quedo mirandonos.
Milo le mostro su placa dorada y el chico le pego un empujon a su plancha y patino hacia nosotros. Giro la manija de la puerta delantera, la atraveso y acelero.
– Hola -le saludo Milo. El chico estudio la placa.
– ?Un poli de Beverly Hills? -dijo, con acento-. ?Hola, macho!
Llevaba el cabello negro en un corte de esos de puntas tiesas y su rostro era mantecoso y redondo. Sus dientes estaban sujetos con una ortodoncia de plastico. Algo de pelusilla negra oscurecia sus mejillas. Vestia una camiseta roja de tirantes con la leyenda SURFEAR O MORIR y unos bermudas floreados, que le llegaban por debajo de las rodillas. Su plancha era negra grafito y estaba repleta de pegatinas. Giro las ruedas y se quedo quieto, sonriendonos.
Milo se guardo la placa y le dijo:
– ?Cual es tu nombre, hijo?
– Parvizkhad, Bijan. De sexto curso.
– Encantado de conocerte, Bijan. Estabamos tratando de encontrar a la gente de la puerta de al lado. ?Los has visto ultimamente?