abuelita…, la de la tienda de regalos, murio el verano pasado y su familia aun no ha decidido lo que quiere hacer con la tienda. Nadie se cree que los Terry vayamos a darle la vuelta a la suerte de Willow Glen, pero nosotros desde luego que lo vamos a intentar.
– El cartel de poblacion decia que aqui hay cuatrocientas treinta y dos personas. ?Donde estan todos los demas?
– Creo que ese numero es algo alto. Pero estan las otras familias…, unos pocos son agricultores, los demas trabajan en Yucaipa. Todo el mundo esta al otro lado del poblado. Tiene que pasar a traves si quiere verlos.
– ?Mas alla de los arboles?
Otra risa.
– Aja. Resulta dificil de ver, ?no? Esta esto montado de un modo, como para atrapar a la gente. -Miro a mi bandeja y yo trague, en respuesta, y luego la aparte, a medio terminar. Ella no se dejo amedrentar por eso-. ?Que tal un poco de pastel casero? Lo he sacado del horno hace veinte minutos.
Parecia tan ansiosa, que le dije:
– Claro.
Coloco un gran cuadrado de pastel delante de mi, junto con una cuchara y me dijo:
– Es tan espeso, que es mejor comerlo con cuchara que con tenedor.
Luego volvio a llenar con cafe mi tazon, y espero.
Me coloque una cucharada de pastel en la boca. Si hubiera tenido hambre, hubiera resultado sensacional: una corteza delgada y azucarada, tersos trozos de manzana en un jarabe ligero, sazonado con canela y jerez, aun caliente.
– ?Es increible, Wendy! Tiene un gran futuro como cocinera…
Sonrio de oreja a oreja.
– Bueno, pues muchas gracias, senor. Si desea otro pedazo, sera invitacion de la casa. Tengo mucho, y los muy cerdos de mis hermanos van a devorarlo, sin siquiera darme las gracias.
Me palmee el estomago.
– Veamos antes si puedo con este.
Cuando hube luchado con unos cuantos bocados mas, me pregunto:
– Si no trabaja para el estado, ?que es lo que ha venido a hacer por aqui?
– Estoy buscando a alguien.
– ?A quien?
– A Shirlee y Jasper Ransom.
– ?Y que es lo que quiere de ellos?
– Estan relacionados con una amiga mia.
– ?Como de relacionados?
– No estoy seguro. Quiza sean sus padres.
– No puede ser muy amiga…
Deje la cuchara.
– Es complicado, Wendy. ?Sabe donde puedo hallarlos?
Dudo. Cuando sus ojos se encontraron con los mios, estaban cargados de dudas.
– ?Que es lo que pasa? -le pregunte.
– Nada. Solo que me gusta que la gente diga la verdad.
– ?Y que es lo que le hace pensar que yo no la he dicho?
– Venir aqui hablando de que Shirlee y Jasper quiza sean los padres de alguien, y querer hacerme creer que ha viajado en coche todo el camino hasta aqui solo para saludarlos…
– Es cierto.
– Si tuviera usted idea de como son… -Se contuvo y luego dijo-: No voy a mostrarme poco caritativa; digamos que nunca supe que tuvieran ninguna familia…, no en los cinco anos que he vivido aqui. Ni tampoco han tenido nunca un solo visitante.
Consulto su reloj y tamborileo con los dedos en la barra.
– ?Ha terminado, senor? Tengo que cerrar, para seguir estudiando.
Aparte el plato.
– ?Donde esta la Ruta Rural Cuatro?
Se encogio de hombros, fue hacia el otro extremo del mostrador y tomo su libro.
Me puse en pie.
– La nota, por favor.
– Cinco dolares justos.
Le di un billete de cinco. Lo cogio por un angulo, evitando tocarme.
– ?Que es lo que pasa? ?Por que esta tan molesta?
– Se lo que es usted.
– ?Y que es lo que soy?
– Un empleado de un banco. Tratando de ejecutar las hipotecas del resto del pueblo, tal como ya hicieron con Hugh y la Abuelita. Tratando de comerles el coco a los otros propietarios, para poder comprar barato y poder convertir esto en una urbanizacion o algo asi.
– Es usted una cocinera increible, Wendy, pero como detective no vale mucho. No tengo nada que ver con ningun banco. Soy un psicologo de L. A. Me llamo Alex Delaware. -Saque mi identificacion del billetero: el carnet de conducir, la licencia de ejercicio de la psicologia, la tarjeta de la Facultad de Medicina-. Aqui tiene, vealo por usted misma.
Hizo ver que aquello la aburria, pero estudio los papeles.
– De acuerdo, ?y que? Aunque sea usted quien dice ser, ?que es lo que busca por aqui?
– Una vieja amiga mia, otra psicologa llamada Sharon Ransom, murio recientemente. No dejo parientes proximos conocidos. Hay algunas posibilidades de que este emparentada con Shirlee y Jasper Ransom. Halle su direccion, y pense que podrian querer hablar conmigo.
– ?Como murio Sharon?
– Suicidio.
Eso le quito el color de la cara.
– ?Que edad tenia?
– Treinta y cuatro.
Aparto la vista, se ocupo con la cuberteria.
– ?Habia oido hablar de Sharon Ransom? -le pregunte.
– Nunca. Jamas oi decir que Jasper y Shirlee hubieran tenido hijos. Punto final. Se equivoca usted, senor.
– Quiza -le dije-. Gracias por el almuerzo.
Me grito mientras me iba:
– Todo Willow Glen esta en la Ruta Rural Cuatro. Pase la escuela y siga como kilometro y medio. Hay una prensa abandonada. Gire a la derecha y siga adelante. Pero esta perdiendo el tiempo.
Sali del poblado, soporte cincuenta metros de socavones, antes de que la tierra volviera a alisarse y apareciese el cartel RUTA RURAL CUATRO. Pase junto a mas campos de frutales y varias granjas, embellecidas con amplias casas en madera y rodeadas de verjas de railes, luego al lado de una bandera ondeando en un asta, que marcaba una escuela de dos pisos, en piedra y con la forma de un envase lacteo de carton, situada en medio de un campo de juegos sombreado por arces y tapizado de hojas caidas. El campo de juego acababa en un bosque, el bosque en una montana. Buzones para la correspondencia, marcados con el nombre del propietario, se hallaban a lo largo del camino: COJALO USTED MISMO Y CALABAZAS DE RILEY (CERRADO). LEIDECKER. BROWARD. SUTCLIFFE…
Pase por al lado de la prensa de manzanas abandonada, antes de darme cuenta de lo que era, luego retrocedi y aparque al costado de la ruta. Desde aquella distancia, parecia un monton de chatarra: paredes de metal ondulado ulceradas por el oxido y hundiendose hacia dentro, y solo le quedaban ya jirones del techo de tela asfaltica, lo que dejaba al descubierto vigas de madera ennegrecida por el paso del tiempo, y malas hierbas, casi ya de la altura de un hombre, que subian en busca de la luz. Rodeando el edificio habia un terreno hundido, por todo el cual se veian tiradas piezas de la maquinaria, maderos y mas malas hierbas que, habiendo estado al sol,