habian sido quemadas a paja estival.
Deje el motor en marcha y sali del coche. Eran las cuatro de la tarde, pero el sol seguia apretando y, a los pocos minutos, estaba empapado en sudor. La carretera se hallaba en silencio. Mi nariz capto un olor a mofeta. Me hice sombra con la mano sobre los ojos, mire en derredor y, finalmente, divise un punto mas pelado entre las hierbas… apenas si era la sugerencia de un camino, que corria al lado de la prensa: una depresion mas brillante en la paja, alla donde los neumaticos habian vencido, finalmente, a la espesura.
Pense en caminar, pero no sabia cuanto camino habria que hacer, asi que volviendo al coche, lo hice retroceder hasta que halle una bajada en la cuneta y descendi al terreno hundido.
El Seville no es un coche muy apropiado para los paseos rurales, asi que resbalo y patino en la paja. Al fin, consegui algo de traccion y pude entrar en el sendero. Lance el coche hacia delante, mas alla de la prensa, hacia un mar de hierbas. La depresion se convirtio en un sendero de tierra y adquiri velocidad, cruzando un ancho campo. En el extremo mas alejado habia un bosquecillo de sauces llorones. Por entre las hojas de los arboles, se divisaban destellos de metal…, mas edificios de metal ondulado.
Shirlee y Jasper Ransom no parecian ser gente muy hospitalaria.
Wendy habia creido poco probable que fueran los padres de Sharon, pero se habia callado cuando iba a explicarme el motivo.
No queriendo mostrarse «poco caritativa».
?O seria que tenia miedo?
Quiza Sharon se hubiese escapado de ellos…, escapado de este lugar, por alguna buena razon, creandose la fantasia de una pura y perfecta ninez, con el fin de bloquear una realidad que era demasiado terrible como para enfrentarse a ella.
Me pregunte en que me estaria metiendo. Deje que surgiese una fantasia, mia propia, acerca de Jasper y Shirlee: monstruosos mutantes rurales, sin dientes y envueltos en sucios monos de trabajo, rodeados por una manada de perros babeantes y ensenando los dientes, recibiendo mi llegada con disparos de postas.
Me detuve, escuche por si oia ladridos de perros. Silencio. Diciendome a mi mismo que mas valia contener la imaginacion, acelere el Seville.
Cuando llegue a los sauces, no habia lugar para que entrase el coche. Apague el motor, sali, camine por debajo de las caidas ramas y por entre el bosquecillo. Oi el gorgoteo de agua. Y una voz canturreando atonamente. Luego llegue a la vivienda de Jasper y Shirlee Ransom.
Dos chabolas en un pequeno terreno de tierra. Un par de pequenas y primitivas edificaciones, con los costados hechos con madera cortada irregularmente, y con techo de lata. En lugar de ventanas, hojas de papel encerado. Entre las chabolas habia un retrete exterior, con su caseta completa, incluso con la tradicional media luna perforada en la puerta. Una cuerda de tender estaba colgada entre la comuna y una de las chabolas. En la cuerda estaban tendidas prendas descoloridas. Mas alla del retrete habia un deposito de agua sobre soportes metalicos y a su lado un pequeno generador electrico.
La mitad de la propiedad, mas o menos, estaba plantada con manzanos: una docena de pequenos brotes, atados a estacas y con tarjetas informativas. Una mujer estaba en pie, regandolos con una manguera que salia del deposito de agua. El agua goteaba por entre sus dedos, creando el efecto de que fuese ella la que manaba, alimentando a los arboles con su propio fluido vital. El agua chapoteaba en el suelo, era tragada en barrosos remolinos, se convertia en pure de lodo.
No me habia oido llegar. Tendria unos sesenta y tantos, era gorda y muy bajita: un metro cuarenta y cinco, mas o menos, su cabello cano estaba cortado al estilo paje, y tenia facciones planas y pastosas. Estaba con los ojos entrecerrados y la boca abierta, lo que acentuaba su mandibula casi sin barbilla. Un manojo de pelillos surgia de la misma. Vestia un guardapolvo de tela azul estampada que parecia una sabana. El borde inferior del mismo era irregular. Sus piernas eran palidas y gruesas, blandas como el pudin, y sin depilar. Agarraba la manguera con ambas manos como si fuera una serpiente viva y se concentraba en el goteo del agua.
– Hola-dije.
Ella se giro y parpadeo varias veces, alzando un tanto la manguera. El agua chorreo contra el tronco de uno de los brotes.
Una sonrisa. Sin doblez alguna.
Me saludo con una mano, incierta, como un nino que se encuentra con un desconocido.
– Hola -repeti.
– Hola -su pronunciacion era mala.
Me acerque.
– ?Senora Ransom?
Eso la dejo perpleja.
– ?Shirlee?
Varios rapidos movimientos con la cabeza, asintiendo.
– Si soy yo, Shirlee. -En su excitacion, dejo caer la manguera, que empezo a serpentear y escupir agua. Trato de recogerla, pero no pudo y le dio un chorro de agua en la cara, grito y alzo las manos. Recogi el embarrado tubo, lo doble para lavarlo, y se lo entregue.
– Gracias.
Se froto la cara con la manga de su guardapolvo, tratando de secarsela. Yo saque un panuelo limpio del bolsillo y lo hice por ella.
– Gracias, senor.
– Shirlee, me llamo Alex. Soy amigo de Sharon.
Me prepare para una explosion de dolor, obtuve otra sonrisa. Mas amplia:
– Hermosa Sharon.
Mi corazon estaba dolorido. Force a salir las palabras, casi me atragante al decir el tiempo presente.
– Si, es muy hermosa.
– Si, quiero.
Miro a la manguera, parecio perderse en el pensamiento.
– Espere. -Lenta, deliberadamente, se fue apartando de los brotes de arbol y regresando al deposito de agua. Le costo bastante tiempo el cerrar el grifo, aun mas el enrollar la manguera, limpiamente, en el suelo. Cuando hubo terminado, me miro con orgullo.
– Muy bien -le dije-. Bonitos arboles.
– Bonitos. Manzanas. Senita Leiderk los dio a mi y Jasper. Arbol nino.
– ?Los plantaron ustedes?
Risitas.
– No. Gabiel.
– ?Gabriel?
Afirmacion con la cabeza.
– Los cuidamos muy mucho.
– Seguro que si, Shirlee.
– Si.
Segui su caminar de pies arrastrados hasta una de las chabolas. Las paredes estaban sin pintar y manchadas, el suelo era de contrachapado y el techo de vigas vistas. Habian usado una plancha de conglomerado para dividir el espacio en dos. La mitad era una zona de servicios: una pequena nevera, una cocinita electrica, una antigua lavadora con rodillos de secado. Junto a la nevera se hallaban cajas de jabon en polvo e insecticidas.
Al otro lado habia una habitacion de techo bajo, alfombrada con un trozo de moqueta naranja. Una cama de hierro colado, pintada de blanco y cubierta por una manta de las sobrantes del Ejercito casi llenaba todo el espacio. La manta estaba muy tensa, con angulos militares. Contra una pared habia una estufa electrica. El sol entraba, dorado y suave, a traves del papel encerado. Una escoba se apoyaba en un rincon. Estaba mas que usada. El lugar se veia impoluto.
El otro unico mueble era una pequena comoda de pino. Encima de la misma habia una caja de lapices de colores, junto con otros lapices, de mina negra y gastados hasta solo quedar pequenos trozos, asi como unos