Quinta Parte. En busca del presente perdido
1
En medio de Espana, en algun lugar entre Barcelona y Madrid, dos personas estan sentadas en el bar de una pequena estacion: un norteamericano y una chica. No sabemos nada de ellos salvo que esperan el tren para Madrid, donde la chica habra de someterse a una operacion, sin duda (la palabra no se pronuncia jamas) un aborto. No sabemos quienes son, que edad tienen, si se quieren o no, no sabemos cuales son las razones que les han llevado a esta decision. Su conversacion, aun cuando se reproduce con extraordinaria precision, no da pie a que comprendamos nada de sus motivos ni de su pasado.
La chica esta tumbada y el hombre intenta calmarla: «Es una operacion que solo impresiona, Jig. Ni siquiera es realmente una operacion». Y luego: «Ire contigo y me quedare todo el tiempo contigo…». Y luego: «Estaremos muy bien despues. Exactamente como estabamos antes».
Cuando siente la minima irritacion por parte de la chica, dice: «Bueno. Si no quieres, no debes hacerlo. No quisiera que lo hicieras si no quieres». Y finalmente, otra vez: «Debes comprender que no quiero que lo hagas si no quieres. Puedo perfectamente admitirlo si eso significa algo para ti».
Detras de las respuestas de la chica, se intuyen sus escrupulos morales. Dice mirando al paisaje: «Y pensar que podriamos tener todo esto. Podriamos tenerlo todo y cada dia lo ponemos mas dificil».
El hombre quiere tranquilizarla: «Podemos tenerlo todo. […]».
«No. Y una vez que se te lo han llevado, nunca vuelve.»
Y, cuando el hombre le asegura otra vez que la operacion no presenta peligro, ella dice:
«-?Podrias hacer algo por mi?
»-Haria cualquier cosa por ti.
»-?Quieres por favor por favor por favor por favor por favor por favor por favor callarte?».
Y el hombre:
«-Pero no quiero que lo hagas. Me da completamente igual.
»-Voy a gritar», dice la joven.
Es entonces cuando la tension alcanza su cenit. El hombre se levanta para transportar el equipaje al otro lado de la estacion y, cuando vuelve: «?Te encuentras mejor?», pregunta.
«Me encuentro bien. Ningun problema. Me encuentro bien.» Estas son las ultimas palabras del celebre cuento de Emest Hemingway «Hills like White Elephants» «Colinas como elefantes blancos».
2
Lo curioso en este cuento de cinco paginas es que podemos imaginar, a partir del dialogo, infinidad de historias; el hombre esta casado y obliga a su amante a abortar por consideracion hacia su esposa; es soltero y desea el aborto porque tiene miedo de complicarse la vida; pero tambien es posible que actue desinteresadamente al prever las dificultades que un nino podria acarrear a la chica tal vez, se puede imaginar cualquier cosa, el este gravemente enfermo y teme dejar a la chica sola con un nino; se puede incluso imaginar que el nino es de un hombre que la chica abandono para irse con el norteamericano, quien le aconseja el aborto aun cuando este dispuesto, en caso de rechazo, a aceptar el mismo el papel de padre. ?Y la chica? Puede que haya aceptado abortar para obedecer a su amante; pero tal vez haya tomado ella misma la iniciativa, y a medida que se acorta el plazo, vaya perdiendo valor, se sienta culpable y manifieste aun la ultima resistencia verbal, destinada mas a su propia conciencia que a su pareja. En efecto, no acabariamos nunca de inventar posibilidades que pueden ocultarse detras de un dialogo.
En cuanto al caracter de los personajes, la eleccion es igualmente molesta: el hombre puede ser sensible, carinoso, tierno; puede ser egoista, astuto, hipocrita. La chica puede ser hipersensible, fina, profundamente moral; puede tambien ser caprichosa, cursi, amante de montar escenas de histeria.
Los verdaderos motivos de su comportamiento permanecen tanto mas ocultos cuanto que el dialogo no nos indica nada sobre la manera en que se pronuncian las replicas: ?rapido, con lentitud, ironia, ternura, maldad, cansancio? El hombre dice: «Sabes que te quiero». La chica contesta: «Lo se». Pero ?que quiere decir este «lo se»? ?Esta ella realmente segura del amor del hombre? ?O lo dice con ironia? Y ?que quiere decir esa ironia? ?Que la chica no cree en el amor del hombre? ?O que el amor de ese hombre ya no le importa?
Fuera del dialogo, el cuento no contiene mas que algunas descripciones necesarias; ni siquiera las indicaciones escenicas de las obras de teatro son tan escuetas. Un unico motivo escapa a esta regla de maxima economia: el de las colinas blancas que se extienden en el horizonte; vuelve varias veces, acompanado de una metafora, la unica en todo el cuento. Hemingway no era muy aficionado a las metaforas. De modo que esta no le pertenece al narrador, sino a la chica; ella es quien dice al mirar las colinas: «Parecen elefantes blancos».
El hombre contesta mientras se toma la cerveza:
«-Nunca he visto ninguno.
»-No, no habrias podido.
»- Habria podido -dice el hombre-. Que digas que no habria podido no prueba nada».
En estas cuatro replicas, los caracteres se revelan en su diferencia, incluso en su oposicion: el hombre manifiesta cierta reserva hacia la invencion poetica de la chica («nunca he visto ninguno»), ella le contesta inmediatamente en los mismos terminos, como reprochandole no tener sentido poetico («no habrias podido») y el hombre (como si ya conociera este reproche y le cayera mal) se defiende («habria podido»).
Mas adelante, cuando el hombre asegura a la chica que la quiere, ella dice:
«-Pero si lo hago [o sea: si aborto], estara bien, y si digo que las cosas son elefantes blancos ?te gustara?
»-Me gustara. Me gusta ahora, pero no puedo pensar en ello».
Por lo tanto, ?sera por lo menos en esta actitud distinta en relacion a una metafora donde radique la diferencia entre sus caracteres? ?La chica, sutil y poetica, y el hombre, prosaico?
?Por que no? Podemos imaginar a la joven como mas poetica que el hombre. Pero tambien podemos percibir cierto manierismo en su hallazgo metaforico, cierto preciosismo, cierta afectacion: al querer que la admiren por original e imaginativa, exhibe sus pequenos gestos poeticos. Si este es el caso, lo etico y lo patetico de las palabras que pronuncia acerca del mundo que, despues del aborto, ya no les perteneceria podrian deberse a su gusto por la ostentacion lirica mas que a la autentica desesperacion de la mujer que renuncia a la maternidad.
No, nada de lo que se oculta detras de este dialogo simple y trivial queda claro. Cualquier hombre podria decir las mismas frases que el norteamericano, cualquier mujer las mismas frases que la chica. Un hombre que quiera a una mujer o que no la quiera, que mienta o que sea sincero, diria lo mismo. Como si este dialogo hubiera esperado ahi desde la creacion del mundo para ser pronunciado por incontables parejas, sin relacion alguna con su psicologia individual.
Es imposible juzgar moralmente a estos personajes ya que no hay nada sobre lo que pronunciarse; en el momento en que estan en la estacion, todo esta ya definitivamente decidido; ya se han dado antes explicaciones mil veces; han discutido ya mil veces sobre sus opiniones; ahora, la vieja discusion (vieja discusion, viejo drama) apenas aflora vagamente detras de la conversacion en la que ya nada esta en juego y en la que las palabras ya no son sino palabras.
3
Aunque el cuento es extremadamente abstracto al describir una situacion casi arquetipica, es al mismo tiempo