Pronunciaria la frase como podriamos imaginarnosla en forma de recuerdo; o, simplemente, como para conmover a sus oyentes. Pero ?como pronunciamos esa frase en una situacion real? ?Cual es la verdad melodica de esta frase? ?Cual es la verdad melodica de un momento perdido?

La busca del presente perdido; la busca de la verdad melodica de un momento; el deseo de sorprender y de captar esa verdad huidiza; el deseo de penetrar asi el misterio de la realidad inmediata que abandona constantemente nuestra vida, que por ello pasa a ser la cosa menos conocida del mundo. Este es, me parece, el sentido ontologico de los estudios del lenguaje hablado y, tal vez, el sentido ontologico de toda la musica de Janacek.

Segundo acto de Jenufa: despues de unos dias de fiebre puerperal, Jenufa se levanta de la cama y se entera de que el recien nacido ha muerto. Su reaccion es inesperada: «De modo que ha muerto. De modo que se ha convertido en un angelito». Y se pone a cantar estas frases con calma, en un extrano asombro, como paralizada, sin gritos, sin gestos. La curva melodica vuelve a subir varias veces para volver a caer inmediatamente despues, como si tambien ella fuera victima de una paralisis; es hermosa, conmovedora, sin por ello dejar de ser exacta.

Novak, el compositor checo mas influyente de la epoca, se burlo de esta escena: «Es como si Jenufa lamentara la muerte de su loro». Todo esta ahi, en ese sarcasmo imbecil. ?Por supuesto, no es asi como nos imaginamos a una mujer que acaba de saber que su hijo ha muerto! Pero un acontecimiento, tal como lo imaginamos, tiene poco que ver con este mismo acontecimiento tal como es cuando ocurre.

Janacek escribio sus primeras operas a partir de obras de teatro consideradas realistas; en su momento, esto ya rompia con las convenciones; pero, debido a su sed de concrecion, incluso la forma del drama en prosa le parecio pronto artificial: de modo que escribio el mismo los libretos de sus dos operas mas audaces, una. La zorra astuta, segun un folletin publicado en un periodico, la otra, segun Dostoievski; no segun una novela (?no hay mayor trampa de lo no natural y de lo teatral que las novelas de Dostoievski!), sino segun su «reportaje» del campo siberiano: Recuerdos de la casa de los muertos.

Al igual que Flaubert, Janacek quedo fascinado por la coexistencia de los distintos contenidos emocionales en una unica escena (conocia la fascinacion flaubertiana por los «motivos antiteticos»); asi pues, la orquesta, en su obra, no refuerza, sino que, con frecuencia, contradice el contenido emotivo del canto. Siempre me ha conmovido particularmente una escena de La zorra astuta: en un albergue forestal, charlan un guardabosque, un profesor de pueblo y la mujer del posadero: recuerdan a sus amigos ausentes, al posadero que, aquel dia, fue a la ciudad, al cura que se traslado a otro lugar, a una mujer de la que el profesor ha estado enamorado y que acaba de casarse. La conversacion es absolutamente trivial (jamas antes de Janacek se habia visto en un escenario operistico una situacion tan poco dramatica y tan trivial), pero la orquesta esta llena de una nostalgia apenas soportable, hasta tal punto que la escena se convierte en una de las mas bellas elegias jamas escritas sobre la fugacidad del tiempo.

9

Durante catorce anos, el director de la opera de Praga, un tal Kovarovic, director de orquesta y mas que mediocre compositor, rechazo Jenufa. Aunque termino por ceder (en 1916 dirige el mismo el estreno de Jenufa), jamas dejo de insistir en el dilettantismo de Janacek, e introdujo en la partitura muchos cambios, correcciones en la orquestacion, e incluso muchas tachaduras.

?No se rebelaba Janacek? Claro que si, pero, como es sabido, todo depende de la relacion de fuerzas. Y el era el debil. Tenia sesenta y dos anos y era casi desconocido. Si se hubiera resistido demasiado, hubiera podido esperar a estrenar su opera diez anos mas. Por otra parte, incluso sus partidarios, a quienes el exito de su maestro habia vuelto euforicos, estaban todos de acuerdo: ?Kovarovic hizo un esplendido trabajo! ?Por ejemplo, en la ultima escena!

La ultima escena: tras encontrarse al hijo de Jenufa ahogado, tras confesar la madrastra su crimen y habersela llevado la policia, Jenufa y Laco se quedan solos. Laco, el hombre que aun la quiere pese a que Jenufa ha dado preferencia a otro, decide quedarse con ella. A esta pareja tan solo les aguarda la miseria, la verguenza y el exilio. Atmosfera inimitable: resignada, triste y, no obstante, iluminada por una inmensa compasion. Arpa y cuerdas, la suave sonoridad de la orquesta; el gran drama termina, de un modo inesperado, con un canto sereno, conmovedor e intimista.

Pero ?puede darse semejante fin a una opera? Kovarovic lo convirtio en una autentica apoteosis del amor. ?Quien se atreveria a oponerse a una apoteosis? Por otra parte, es tan simple una apoteosis: se le anaden los cobres, que sostienen la melodia en imitacion contrapuntistica. Procedimiento eficaz, mil veces comprobado. Kovarovic conocia bien su profesion.

Ignorado y humillado por sus compatriotas checos, Janacek encontro en Max Brod un apoyo firme y fiel. Pero cuando Brod estudia la partitura de La zorra astuta, no le gusta el final. Las ultimas palabras de la opera: una broma pronunciada por una ranita que, tartamudeando, se dirige al guardabosque: «Lo que uuusted pretende ver no soy yo, es mi mi mi abuelo». Mit dem Frosch zu schiiessen, ist unmoglich. Terminar con la rana es imposible, protesta Brod en una carta, y propone para la ultima frase de la opera una solemne proclama que deberia cantar el guardabosque: sobre la renovacion de la naturaleza, la eterna fuerza de la juventud. Otra apoteosis.

Pero, esta vez, Janacek no obedecio. Una vez reconocido fuera de su pais, ya no es debil. Antes del estreno de De la casa de los muertos, volvio a serlo, porque murio. El final de la opera es magistral: dejan salir al protagonista del campo de trabajo. «?Libertad! ?Libertad!», gritan los forzados. Lo ven alejarse, comprueban con amargura: «?Ni siquiera se da la vuelta!». Luego el comandante aulla: «?A trabajar!» y es la ultima palabra de la opera, que termina con el ritmo brutal del trabajo forzado subrayado por el sonido sincopado de las cadenas. El estreno, postumo, fue dirigido por un discipulo de Janacek (el mismo que establecio, para su publicacion, el manuscrito apenas terminado de la partitura). Retoco un poco burdamente las ultimas paginas: asi, el grito «?Libertad! ?Libertad!» se vio trasladado al final, inflado mediante una larga coda sobreanadida, coda alegre, una apoteosis (una mas). No es un anadido que, en modo redundante, prolonga la intencion del autor: es la negacion de esta intencion; la mentira final en la que se anula la verdad de la opera.

10

Abro la biografia de Hemingway escrita en 1985 por Jeffrey Meyers, profesor de literatura en una universidad norteamericana, y leo el pasaje referente a Colinas como elefantes blancos. Me entero sobre todo de una cosa: el cuento «tal vez describa la reaccion de Hemingway ante el segundo embarazo de Hadley» (primera mujer de Hemingway). Y sigue el siguiente comentario, que acompano con los mios propios entre parentesis y en cursiva:

«La comparacion de las colinas con elefantes blancos, es crucial para el sentido de la historia. Se convierte en tema de discusion y suscita la oposicion entre la mujer imaginativa, conmovida por el paisaje, y el hombre prosaico, que se niega a avenirse a su punto de vista. […] El tema del cuento evoluciona a partir de una serie de polaridades: lo natural opuesto a lo artificial, lo instintivo opuesto a lo racional, la reflexion opuesta al parloteo, lo vivo opuesto a lo morbido (la intencion del profesor se hace clara: convertir a la mujer en el polo positivo, al hombre, en el negativo de la moral). El hombre, egocentrico (nada permite calificar al hombre de egocentrico), totalmente impermeable a los sentimientos de la mujer (nada permite decirlo), intenta inducirla al aborto para que puedan volver a estar exactamente igual que estaban. […] La mujer, para quien el aborto es totalmente contra natura, tiene mucho miedo de matar al nino (ella no puede matar al nino puesto que este todavia no ha nacido) y de hacerse dano. Todo lo que dice el hombre es falso (no: todo lo que dice el hombre son triviales palabras de consuelo, las unicas posibles en semejante situacion); todo lo que dice la mujer es ironico (hay muchas mas posibilidades de explicar los comentarios de la

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