joven). El la obliga a someterse a esta operacion (“no quisiera que lo hicieras si no quieres”, dice el en dos ocasiones y nada prueba que no sea sincero) para que ella recupere su amor (nada prueba ni que hubiera tenido el amor de ese hombre ni que lo hubiera perdido), pero el hecho mismo de que el pudiera pedirle semejante cosa deja suponer que ella no podra amarlo nunca mas (nada permite decir lo que ocurrira despues de la escena de la estacion). Ella acepta esta forma de autodestruccion (la destruccion del feto y la destruccion de la mujer no son lo mismo) tras alcanzar, al igual que el hombre en un subterraneo descrito por Dostoievski o el Joseph K. de Kafka, un punto de desdoblamiento de su personalidad que no hace sino reflejar la actitud de su marido: “Pues lo hare. Porque a mi me da igual”. (Reflejar la actitud de otra persona no es un desdoblamiento, de lo contrario todos los ninos que obedecen a sus padres estarian desdoblados y se parecerian a Joseph K.; ademas, en ningun lugar se dice en el cuento que el hombre es su marido; tampoco puede ser marido, ya que Hemingway designa en todas partes al personaje femenino como girl, chica; si el profesor norteamericano la llama sistematicamente woman, es un error intencionado: deja suponer que los dos personajes son el propio Hemingway y su mujer.) Luego, ella se aleja de el y […] encuentra consuelo en la naturaleza; en los campos de trigo, los arboles, el rio y las lejanas colinas. Su contemplacion serena (no sabemos nada de los sentimientos que la vision de la naturaleza despierta en la chica; pero en ningun caso son serenos, siendo amargas las palabras que ella pronuncia inmediatamente despues), cuando ella levanta la vista hacia las colinas para buscar ayuda en ellas, recuerda el salmo 121 (cuanto mas escueto es el estilo de Hemingway, tanto mas ampuloso es el de su comentarista). Pero este estado de animo queda destruido por el hombre, que se obstina en continuar la discusion (leamos atentamente el cuento: no es el norteamericano, sino la chica, quien, despues de alejarse brevemente, se pone a hablar en primer lugar y continua la discusion; el hombre no busca una discusion, quiere tan solo calmar a la chica) y en llevarla al borde de un ataque de nervios. Ella le lanza entonces una llamada frenetica: “?Podrias hacer algo por mi? […] Callate. ?Te lo suplico!”, que recuerda el “Jamas, jamas, jamas, jamas” del rey Lear (la evocacion de Shakespeare no tiene sentido, como tampoco la tenian las de Dostoievski y Kafka)».

Resumamos el resumen:

1) En la interpretacion del profesor norteamericano, el cuento se convierte en una leccion de moral: se juzga a los personajes segun sus relaciones con el aborto, que a priori se considera un mal: asi pues, la mujer («imaginativa», «conmovida por el paisaje») representa lo natural, lo vivo, el instinto, la reflexion; el hombre («egocentrico», «prosaico») representa lo artificial, lo racional, el parloteo, la morbidez (fijemonos de paso que, en el discurso moderno de la moral, lo racional representa el mal y el instinto representa el bien);

2) la relacion con la biografia del autor (y la insidiosa transformacion de girl en woman) deja suponer que el protagonista negativo e inmoral es el propio Hemingway, quien, sirviendose del cuento, hace una especie de confesion; de ser asi, el dialogo pierde todo su caracter enigmatico, los personajes carecen de misterio y, para quien ha leido esta biografia de Hemingway, estan perfectamente determinados y claros;

3) no se toma en consideracion el caracter estetico original del cuento (su apsicologismo, la ocultacion intencionada del pasado de los personajes, el caracter no dramatico, etc.); peor aun, se anula este caracter estetico;

4) a partir de los datos elementales del cuento (un hombre y una mujer van a abortar), el profesor inventa su propia novela: un hombre egocentrico esta forzando a su mujer a abortar; la mujer desprecia al marido, al que ya no podra volver a querer;

5) este otro cuento es absolutamente llano y hecho de topicos; no obstante, al compararlo sucesivamente con Dostoievski, Kafka, la Biblia y a Shakespeare (el profesor ha conseguido reunir en un unico parrafo a las mas destacadas autoridades de todos los tiempos), conserva su estatuto de gran obra y justifica asi el interes que, pese a la indigencia moral de su autor, le otorga el profesor.

11

Asi es como la interpretacion kitschizante condena a muerte las obras de arte. Unos cuarenta anos antes de que el profesor norteamericano impusiera al cuento este significado moralizante, «Colinas como elefantes blancos» se tradujo en Francia con el titulo de «Paraiso perdido», titulo que no es de Hemingway (en ningun otro idioma en el mundo lleva el cuento este titulo) y que sugiere el mismo significado (paraiso perdido: inocencia antes del aborto, felicidad de la maternidad prometida, etc.).

La interpretacion kitschizante, en efecto, no es la tara personal de un profesor norteamericano o de un director de orquesta praguense de principios de siglo (despues de el, otros y otros directores de orquesta ratificaron estos retoques de Jenufa); es una seduccion que proviene del inconsciente colectivo; una exhortacion del apuntador metafisico; una exigencia social permanente; una fuerza. Esta fuerza no tiene por objetivo unicamente el arte, tiene por objetivo tambien la realidad misma. Hace lo contrario de lo que hacian Flaubert, Janacek, Joyce, Hemingway. Arroja el velo de los lugares comunes sobre el instante presente con el fin de que desaparezca el rostro de lo real.

Para que jamas sepas lo que has vivido.

Sexta Parte. De obras y aranas

1

«Yo pienso.» Nietzsche pone en duda esta afirmacion dictada por una convencion gramatical que exige que todo verbo tenga un sujeto. En efecto, dice, «un pensamiento viene cuando “el” quiere, de modo que es un falseamiento de la realidad decir: el sujeto “yo” es la condicion del predicado “pienso”». Un pensamiento llega al filosofo «como desde fuera, como desde arriba y desde abajo, constituyendo su especie peculiar de acontecimientos y rayos». Viene a paso ligero. Porque a Nietzsche le gusta «una intelectualidad osada y exuberante, que corre presto» y se burla de los doctos a quienes el pensamiento les parece «una actividad lenta, vacilante, algo como una pesada tarea, a menudo digna del sudor de los heroicos sabios, y en absoluto esa cosa ligera, divina, de tan cercano parentesco con la danza y la exuberante alegria».

Segun Nietzsche, el filosofo «no debe falsificar, mediante un falso arreglo de deduccion y dialectica, las cosas y los pensamientos a los que ha llegado por otro camino. […] No se deberia ni disimular ni desnaturalizar la manera efectiva mediante la cual nos han llegado nuestros pensamientos. Los libros mas profundos y los mas inagotables siempre tendran sin duda algo del caracter aforistico y repentino de los Pensamientos de Pascal».

«No desnaturalizar la manera efectiva mediante la cual nos han llegado nuestros pensamientos»: este imperativo me parece extraordinario; y noto que, a partir de Aurora, en todos sus libros, todos los capitulos estan escritos en un unico parrafo: para que un pensamiento se diga de un tiron; para que quede fijado tal como se le aparecio cuando acudia al filosofo, rapido y danzante.

2

La voluntad de Nietzsche de preservar la «manera efectiva» mediante la cual le llegaron los pensamientos es inseparable de su otro imperativo, que me seduce tanto como el primero: resistirse a la tentacion de transformar sus ideas en sistema. Los sistemas filosoficos «se presentan hoy en un estado lastimoso y descompuesto, si es

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