merece un gran escritor. El libro recibio estos homenajes sin que nadie hubiera previsto la tormenta que iba a estallar meses despues cuando el amo de Iran, el iman Jomeini, condeno a muerte a Rushdie por blasfemo y con sus asesinos a sueldo le tiene acorralado por un tiempo del que nadie conoce el fin.
Esto ocurrio antes de que la novela pudiera ser traducida. En todas partes, por lo tanto, fuera del mundo anglosajon, el escandalo precedio al libro. En Francia la prensa publico inmediatamente extractos de la novela todavia inedita en frances con el fin de dar a conocer los motivos del veredicto. Este comportamiento no puede ser mas normal, pero es mortal para una novela. Al presentarla exclusivamente por los pasajes incriminados, desde el principio se transformo una obra de arte en un simple cuerpo del delito.
Nunca hablare mal de la critica literaria. Porque nada es peor para un escritor que enfrentarse a su ausencia. Hablo de la critica literaria como meditacion, como analisis; de la critica literaria que sabe leer varias veces el libro del que quiere hablar (al igual que una gran musica que puede escucharse sin fin una y otra vez, tambien las grandes novelas estan hechas para reiteradas lecturas); de la critica literaria que, sorda al implacable reloj de la actualidad, esta dispuesta a debatir obras nacidas hace un ano, treinta anos, trescientos anos; de la critica literaria que intenta captar la novedad de una obra para inscribirla asi en la memoria historica. Si semejante meditacion no acompanara la historia de la novela, nada sabriamos hoy de Dostoievski, Joyce, Proust. Ya que sin ella toda obra queda en manos de juicios arbitrarios y del facil olvido. La critica literaria, imperceptible e inocentemente, por la fuerza de las cosas y el desarrollo de la sociedad, de la prensa, se ha convertido en una simple (muchas veces inteligente, aunque siempre demasiado apresurada) informacion sobre la actualidad literaria.
En el caso de
Con misteriosa unanimidad (en todo el mundo comprobe la misma reaccion), la gente de letras, los intelectuales, los asiduos a los salones ignoraron esta novela. Decidieron por una vez resistir a cualquier presion comercial y se negaron a leer lo que les parecia un simple objeto sensacionalista. Todos firmaron peticiones a favor de Rushdie, aunque a todos les parecio elegante anadir a la vez, con sonrisa de dandi: «?Su libro? ?Oh no, no! No lo he leido». Los politicos aprovecharon este curioso «estado de desgracia» del novelista al que no querian. Nunca olvidare la virtuosa imparcialidad de la que hacian gala entonces: «Condenamos el veredicto de Jomeini. La libertad de expresion es sagrada para nosotros. Pero no por ello dejamos de condenar este ataque a la fe. Ataque indigno, miserable y que ofende el alma de los pueblos».
Pues si, nadie ponia en duda que Rushdie habia atacado el Islam, ya que solo la acusacion era real; el texto del libro habia perdido toda importancia, habia dejado de existir.
El choque de tres epocas
Situacion unica en la Historia: por su origen, Rushdie pertenece a la sociedad musulmana, que, en gran parte, sigue todavia viviendo la epoca anterior a los Tiempos Modernos. Escribe su libro en Europa, en la epoca de los Tiempos Modernos o, mas precisamente, al final de esta epoca.
Al igual que el Islam irani se alejaba en ese momento de la moderacion religiosa hacia una teocracia combativa, la historia de la novela, con Rushdie, pasaba de la amable y profesoral sonrisa de Thomas Mann a la desencadenada imaginacion extraida de la fuente redescubierta del humor rabelesiano. Las antitesis se encontraron, llevadas al extremo.
Desde este punto de vista, la condena de Rushdie aparece no ya como una casualidad, una locura, sino como un profundisimo conflicto entre dos epocas: la teocracia la emprende con los Tiempos Modernos y tira contra el blanco de su mas representativa creacion: la novela. Porque Rushdie no blasfemo. No ataco el Islam. Escribio una novela. Pero eso, para el espiritu teocratico, es peor que un ataque; si se ataca una religion (con una polemica, una blasfemia, una herejia), los guardianes del templo pueden facilmente defenderla en su propio terreno, con su propio lenguaje; pero, para ellos, la novela es otro planeta; otro universo basado sobre otra ontologia; un
Senalemoslo: no ataque; ambiguedad; la segunda parte de
Insistamos sobre este comentario: no hay lugar para el odio en el universo de la relatividad novelesca: el novelista que escribe una novela para ajustar cuentas (ya sean cuentas personales o ideologicas) esta destinado al total y asegurado naufragio estetico. Ayesha, la joven que conduce a la muerte a los aldeanos alucinados, es un monstruo, por supuesto, pero es tambien seductora, maravillosa (aureolada de mariposas que la acompanan por todas partes) y, muchas veces, conmovedora: incluso en el retrato de un iman emigrado (retrato imaginario de Jomeini) se halla una comprension casi respetuosa; la modernidad occidental es observada con escepticismo, en ningun caso se presenta como superior al arcaismo oriental; la novela «explora historica y psicologicamente» antiguos textos sagrados, pero tambien, ademas, muestra hasta que punto quedan envilecidos por la tele, la publicidad, la industria de la diversion; ?acaso los personajes gauchistes, que estigmatizan la frivolidad de este mundo moderno, se benefician de una inquebrantable simpatia por parte del autor? ?No! Son lamentablemente ridiculos e igual de frivolos que la frivolidad que les rodea; nadie tiene razon y nadie se equivoca enteramente en ese inmenso carnaval de la relatividad que es esta obra.
En
No me extrana que algunos teologos sorbonitas, autentica policia ideologica de ese siglo XVI que encendio tantas hogueras, le hicieran la vida dificil a Rabelais, obligandole a huir y ocultarse. Lo que me parece mucho mas sorprendente y digno de admiracion es la proteccion que le dieron algunos hombres poderosos de su tiempo, el cardenal Du Bellay por ejemplo, el cardenal Odet, y sobre todo Francisco I, rey de Francia. ?Quisieron acaso defender algun principio? ?La libertad de expresion? ?Los derechos del hombre? La razon de su actitud era mejor: amaban la literatura y las artes.
No veo a ningun cardenal Du Bellay, a ningun Francisco I en la Europa de hoy. Pero ?es Europa todavia Europa? ?O sea «la sociedad de la novela»? Dicho de otra manera: ?se encuentra aun en los Tiempos Modernos? ?No esta acaso entrando en otra epoca que todavia no tiene nombre y para la que estas artes ya no tienen mucha importancia? ?Por que, si no, extranarse de que no se haya sentido extremadamente conmovida cuando, por primera vez en su historia, el arte de la novela, su arte por excelencia, ha sido condenado a muerte? En esta nueva epoca, posterior a los Tiempos Modernos, ?no vive la novela, desde hace ya cierto tiempo, una vida de condenado?
Novela europea