Para delimitar con exactitud el arte al que me refiero, lo llamo novela europea. No quiero decir con ello: novelas creadas en Europa por europeos, sino: novelas que forman parte de la historia que empezo en el albor de los Tiempos Modernos en Europa. Hay por supuesto otras novelas: la novela china, japonesa, la novela de la Antiguedad griega, pero esas novelas no estan vinculadas por ninguna continuidad de evolucion a la empresa historica que surge con Rabelais y Cervantes.

Me refiero a la novela europea no solo para diferenciarla de la novela (por ejemplo) china, sino tambien para decir que su historia es trasnacional; que la novela francesa, la inglesa o la hungara no estan capacitadas para crear su propia historia autonoma, sino que participan todas de una historia comun, supranacional, que crea el unico contexto en el que pueden revelarse, tanto la evolucion de la novela como el valor de las obras en particular.

Cuando se dieron distintas fases de la novela, distintas naciones retomaron la iniciativa como en una carrera de relevos: primero Italia con Boccaccio, el gran precursor; luego Francia con Rabelais; despues la Espana de Cervantes y de la novela picaresca; el siglo XVIII de la gran novela inglesa con, hacia el final, la intervencion alemana de Goethe; el siglo XIX, que pertenece por entero a Francia, con, en el primer tercio, la entrada de la novela rusa e, inmediatamente despues, la aparicion de la novela escandinava. Luego, el siglo XX y su aventura centroeuropea con Kafka, Musil, Broch y Gombrowicz…

Si Europa fuera una unica nacion, no creo que la historia de su novela hubiera podido durar con semejante vitalidad, con semejante fuerza y semejante diversidad durante cuatro siglos. Son las situaciones historicas siempre nuevas (con su nuevo contenido existencial) que aparecen a veces en Francia, a veces en Rusia, luego en otra parte y en otra aun, las que volvieron una y otra vez a poner en marcha el arte de la novela, las que aportaron nuevas inspiraciones, le sugirieron nuevas soluciones esteticas. Como si la historia de la novela durante su trayecto despertara una tras otra las distintas partes de Europa, confirmandolas en su especificidad e integrandolas a la vez en una conciencia europea comun.

Es en nuestro siglo cuando, por primera vez, las grandes iniciativas de la historia de la novela europea nacen fuera de Europa: ante todo en Norteamerica, en los anos veinte y treinta, luego, con los anos sesenta, en Hispanoamerica. Despues del placer que me produjo el arte de Patrick Chamoiseau, novelista antillano, y mas adelante el de Rushdie, prefiero hablar mas globalmente de novela por debajo del paralelo treinta y cinco, o de novela del sur: una nueva gran cultura novelesca que se caracteriza por un extraordinario sentido de lo real unido a una desbocada imaginacion que va mas alla de las reglas de la verosimilitud.

Esta imaginacion me encanta sin que comprenda muy bien de donde proviene. ?Kafka? Sin duda. Para nuestro siglo, fue el quien legitimo lo inverosimil en el arte de la novela. No obstante, la imaginacion kafkiana es distinta de la de Rushdie o de la de Garcia Marquez; esta imaginacion pictorica parece arraigada en la cultura muy especificamente del sur; por ejemplo, en su literatura oral, siempre viva (Chamoiseau se reconoce parte de los contadores creoles de cuentos) o, en el caso de Hispanoamerica, como le gusta recordar a Fuentes, en su barroco, mas exuberante, mas «loco» que el de Europa.

Otra clave de esta imaginacion: la tropicalizacion de la novela. Pienso en esa fantasia de Rushdie: Farishta vuela por encima de Londres y desea «tropicalizar» esa ciudad hostil: hace un resumen de los beneficios de la tropicalizacion: «instauracion de la siesta nacional […], nuevas especies de pajaros en los arboles (araraunas, pavos reales, cacatuas), nuevos arboles bajo los pajaros (cocoteros, tamarindos, banianos de largas barbas colgantes) […], fervor religioso, agitacion politica […], los amigos empezaran a visitarse sin cita previa, clausura de las residencias de ancianos. Fomento de la familia numerosa. Comida picante […]. Inconvenientes: colera, tifus, salmonela, cucarachas, polvo, ruido, una cultura de excesos».

(«Cultura de excesos»; es una excelente formula. La tendencia de la novela en las ultimas fases de su modernidad: en Europa: cotidianidad llevada al extremo; analisis sofisticado de lo gris sobre fondo gris; fuera de Europa: acumulacion de las mas excepcionales coincidencias; colores sobre colores. Peligro: tedio de lo gris en Europa, monotonia de lo pintoresco fuera de Europa.)

Las novelas creadas por debajo del paralelo treinta y cinco, aunque sean algo ajenas al gusto europeo, son la prolongacion de la historia de la novela europea, de su forma, de su espiritu, y estan incluso sorprendentemente cercanas a sus fuentes primeras; en ningun otro lugar la vieja savia rabelesiana corre hoy tan alegremente como por las obras de esos novelistas no europeos.

El dia en que Panurgo dejara de hacer reir

Lo cual me obliga a volver una ultima vez a Panurgo. En Pantagruel, se enamora de una senora a la que quiere hacer suya a toda costa. En la iglesia, durante la misa (?no es esto todo un sacrilegio?), le dirige escabrosas obscenidades (que hoy, en Norteamerica, le costarian ciento trece anos de prision por acoso sexual) y, cuando ella se niega a escucharlo, el se venga esparciendole en la ropa la secrecion sexual de una perra en celo. Al salir de la iglesia, todos los perros de los alrededores (seiscientos mil catorce, segun cuenta Rabelais) corren tras ella y le mean encima. Recuerdo mis veinte anos en un dormitorio de obreros, con mi Rabelais checo en la cama. A los obreros curiosos de saber que era ese libraco tan gordo tuve que leerles varias veces esta historia, que, muy pronto, conocieron de memoria. Aunque fueran personas con una moral campesina mas bien conservadora, no habia, en su risa, la minima condena para con el acosador verbal y urinario; adoraron a Panurgo hasta el punto de colocarle tal nombre a uno de nuestros companeros; no, no a un mujeriego, sino a un joven conocido por su ingenuidad y su hiperbolica castidad, quien, bajo la ducha, sentia verguenza de que le vieran desnudo. Oigo aun sus gritos como si fuera ayer: «Panurc (era nuestra pronunciacion checa de este nombre), ?a la ducha! ?Si no, te lavamos con meadas de perro!».

Sigo oyendo esa hermosa risa que se burla del pudor de su companero pero que expresaba a la vez por ese pudor una ternura casi maravillada. Estaban encantados con las obscenidades que Panurgo dirigia a la senora en la iglesia, pero estaban igualmente encantados con el castigo que le infligia la castidad de la senora, quien, a su vez, para el mayor regocijo de mis companeros, quedaba castigada por la orina de los perros. ?Con quien habian simpatizado? ?Con el pudor? ?Con el impudor? ?Con Panurgo? ?Con la senora? ?Con esos perros que tuvieron el envidiable privilegio de orinar encima de una belleza?

El humor: el rayo divino que descubre el mundo en su ambiguedad moral y al hombre en su profunda incompetencia para juzgar a los demas; el humor: la embriaguez de la relatividad de las cosas humanas; el extrano placer que proviene de la certeza de que no hay certeza.

Pero el humor, recordando a Octavio Paz, es «la gran invencion del espiritu moderno». No esta ahi desde siempre, y tampoco para siempre.

Con el corazon en un puno, pienso en el dia en que Panurgo dejara de hacer reir.

Segunda Parte. La sombra castradora de San Garta

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En el origen de la imagen de Kafka, hoy compartida mas o menos por todo el mundo, hay una novela. Max Brod la escribio inmediatamente despues de la muerte de Kafka, y la publico en 1926. Saboreen el titulo: El reino encantado del amor. Esta novela clave es una novela en clave. En su protagonista, el escritor aleman de Praga llamado Nowy, reconocemos el autorretrato halagador de Brod (adorado por las mujeres, envidiado por los literatos). Nowy-Brod le pone los cuernos a un hombre que, mediante malvadas intrigas muy rebuscadas, consigue llevarlo a la carcel durante cuatro anos. Nos encontramos de golpe en una historia tramada con las mas inverosimiles coincidencias (los personajes, por pura casualidad, se encuentran en alta mar en un barco, en una calle de Haifa, en una calle de Viena), asistimos a la lucha entre los buenos (Nowy y su amante) y los malos (el cornudo, tan vulgar que merece serlo, y un critico literario que vapulea

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