cristaleras aun abiertas al aire vespertino.

– Y bien, ?que es lo que te inquieta? -inquirio Henry, cogiendo una segunda tostada crujiente.

Oliver habia evitado mencionarlo. De hecho, incluso podria haberlo dejado de lado y simplemente gozar de la paz de la velada. Pero eso era cobardia, y una solucion que se evaporaria en cuestion de horas. Finalmente tendria que regresar a su casa y, por la manana, enfrentarse de nuevo a la ley.

El asunto era dificil de explicar y, como siempre, habia que hacerlo como si se tratase de un caso hipotetico.

Mientras trataba de formularlo mentalmente cobro conciencia de que buena parte del malestar se debia a la implicacion de Monk y Hester, y de que lo que le dolia era la opinion que estos pudieran tener sobre el, su amistad y el dano que habia hecho a esa relacion.

– Tiene que ver con un caso -comenzo-. Un abogado, a quien debo ciertos deberes y obligaciones, me dijo que un cliente suyo deseaba pagar por la defensa de un hombre acusado de un crimen particularmente atroz. Dijo que temia que la naturaleza del delito, la ocupacion del acusado y su mala reputacion imposibilitaran que tuviera un juicio justo. Necesitaria el mejor representante legal que cupiera contratar para que se hiciera justicia. Y me pidio a mi, como un favor personal, que defendiera a ese hombre.

Henry le miro de hito en hito. A Oliver lo puso nervioso la inocencia de su mirada, pero tenia suficiente experiencia como interrogador para que le obligara a hablar antes de lo que queria.

Henry sonrio.

– Si prefieres que no hablemos de ello, no te sientas obligado a hacerlo, por favor.

Oliver fue a protestar pero cambio de parecer. Henry le habia hecho dar un paso en falso con suma facilidad, y cabia achacarlo a que se sentia un tanto culpable aunque no supiera de que.

– Acepte el caso -dijo en voz alta-. Aunque eso es obvio pues de lo contrario no tendria ningun problema.

– ?Seguro? -pregunto Henry-. Sin duda le habrias negado un favor a un amigo a quien le debes algo. O al menos eso es lo que sentiste. ?Que cargos se le imputaron al acusado en cuestion?

– Matar a un nino.

– Deliberadamente.

– Y tanto. Antes lo torturo.

– ?Supuestamente?

– Estoy casi seguro de que lo hizo. En lo que a mi concierne no tengo la menor duda.

– ?Y al aceptar el caso…? -pregunto Henry, sin que su tono denotara juicio alguno.

Oliver se detuvo un momento, tratando de recordar lo que habia sentido cuando Ballinger le pidio ayuda y habia revisado los hechos.

Henry aguardo en silencio.

– Mi razonamiento fue un sofisma -reconocio Oliver con pesadumbre-. Pense que seguramente seria culpable pero que la ley, para ser perfecta, solo debia condenarlo si se demostraba. Y percibi cierta venganza personal contra el como la fuerza motriz de la causa. Tome el bando contrario a fin de darle cierto… equilibrio.

– ?Y tal vez empujado por cierta dosis de orgullo dado que tienes la habilidad para hacerlo?

– ?Conoces la causa? -pregunto Oliver sintiendose tonto, como si hubiese estado haciendo teatro y le hubiesen sorprendido a medio vestir.

Henry sonrio.

– En absoluto, pero te conozco a ti. Sabes cuales son tus puntos fuertes y flacos. Si no te sintieras culpable no estarias tan desasosegado. Supongo que venciste…, como siempre, darias lo mejor de ti mismo; eres incapaz de otra cosa. Perder en buena lid no te importaria, si el acusado fuese culpable. Vencer injustamente es harina de otro costal.

– No fue injusto -repuso Oliver de inmediato y, con la misma inmediatez, supo que habia respondido demasiado deprisa-. No fue mediante metodos deshonestos -se corrigio-. La acusacion fue muy torpe, estuvo tan dominada por los sentimientos que no se contrastaron todas las pruebas.

– Fallo que conocias de antemano y que utilizaste -extrapolo Henry-. ?Por que te preocupa tanto?

Oliver bajo la vista a la alfombra que tan bien conocia, sus rojos y azules como vitrales a la luz de los ultimos rayos de sol que entraban oblicuamente por la cristalera abierta. Con el anochecer, el aroma de la madreselva era mas fuerte que el del vino.

Henry aguardo de nuevo.

El silencio se fue haciendo denso. Los pajaros que volvian al nido revoloteaban en el cielo oscurecido.

– Conocia bastante bien a alguno de los testigos principales y aproveche esa ventaja en perjuicio de ellos - admitio Oliver al fin.

– ?Y perdiste su amistad? -pregunto Henry con suma delicadeza-. ?No comprendieron que debias defender al acusado sirviendote de todo tu talento? Eras su abogado, no el juez.

Oliver levanto la vista sorprendido. La pregunta se aproximaba a la verdad mas de lo que el deseaba porque ahora tendria que contestar con sinceridad o decidir mentir deliberadamente. Mentirle a su padre jamas habia sido una opcion. Destrozaria el fundamento de su propia identidad, de su fe en la bondad de lo que importaba de verdad.

– Si, ambos lo comprendieron. Lo que no comprendieron y siguen sin comprender es por que decidi asumir una causa cuando no tenia motivo para hacerlo, sabiendo que ese hombre ya no puede volver a ser juzgado y que proseguira con su nefando comercio. Si quieres que sea sincero, estoy casi seguro de que volvera a matar.

»Podria haber dejado su defensa en manos de alguien que no poseyera la informacion privilegiada de la que yo disponia, y le habria proporcionado una defensa adecuada ante la ley, y logrado un veredicto de culpabilidad que, segun mi criterio, hubiese sido el correcto. Creo que ese habria sido el resultado de un enfrentamiento equitativo.

Henry sonrio.

– ?Achacas la absolucion de ese hombre a la superioridad de tus aptitudes?

– A tener un conocimiento privilegiado del compromiso emocional de los principales testigos de la acusacion - le corrigio Oliver.

– ?Acaso los sentimientos no estan siempre comprometidos, por definicion? -Oliver vacilo-. ?La policia? - pregunto Henry-. ?Monk?

– Y Hester -dijo Oliver en voz baja, bajando la mirada a la alfombra-. Les afecto tanto el asesinato del nino, que no fueron meticulosos con las pruebas. Se trataba de un caso que Durban dejo sin cerrar al morir. Demasiadas deudas de amor y honor implicadas.

Levanto la vista y miro a su padre a los ojos.

– Y las utilizaste -concluyo Henry.

– Si.

– Y tu propia deuda de honor, la que te hizo asumir la causa… ?Esta enterado Monk? Me figuro que la descubrira. Tal vez seria mejor que la investigaras tu mismo. ?Acaso has hecho que Monk pagara tu deuda a un tercero?

– No. No, he pagado mas de lo que debia porque queria estar comodo -dijo Oliver en un arrebato de desgarradora sinceridad-. Al padre de Margaret, porque quise complacerla.

– ?A expensas de Hester?

Oliver sabia por que su padre le habia preguntado aquello, asi como el motivo exacto por el que habia un matiz de dolor en su voz. A Henry siempre le habia gustado mas Hester. Procuraba disimularlo. Profesaba afecto a Margaret, y habria sido carinoso con cualquier mujer que Oliver hubiese elegido como esposa. Pero Margaret nunca le haria reir como lo habia hecho Hester, y tampoco le haria estar tan a gusto con ella como para discutir por diversion o contar interminables historias con tintes aventureros o de humor mordaz. Margaret poseia dignidad y elegancia, moralidad y sentido del honor, pero carecia de la inteligencia y el apasionamiento de Hester. ?Era mas vulnerable, o menos?

Henry lo estaba observando detenidamente. Percibio el cambio en los ojos de su hijo.

– Hester sobrevivira a cualquier cosa que le hagas, Oliver -dijo-. Aunque eso no significa que no pueda sentirse dolida.

Oliver recordo el semblante de Hester en lo alto del estrado, transido de dolor y sorpresa. No habia contado con que el hiciera semejante cosa, ni a ella ni a Monk.

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