espectaculo: Un hombre de cabello rubio, sentado a horcajadas sobre el banco de trabajo, acalorado, desmelenado y con los ojos abiertos como platos, sostenia en su regazo una hermosa vision. El cabello de la dama de color rubio platino, un tanto revuelto entre horquillas y alfileres, destacaba en un desorden centelleante. La ropa estaba en igual estado de desorden. El corpino, desatado, mostraba a los ojos de Justino el espectaculo provocativo de su escote, cada vez que exhalaba un suspiro, y sus faldas levantadas mostraban unas piernas bien formadas. Con unos ojos mas azules que la flor del aciano y un cutis mas blanco que los lirios de la Madona, era una vision surgida misteriosamente de la cancion de un trovador, tan perfectamente encarnaba el ideal de belleza femenina de la epoca. Pero esa vision duro tan solo el tiempo que tardo en saltar de las rodillas de su amante al suelo.
– ?Tu, mal nacido, estupido, maldito…! -Farfullaba de rabia, y a punto estuvo de ahogarse al tratar de dar salida a su incontrolable indignacion-. ?Como te atreves a espiarme? ?Ya me encargare yo de que te despidan, te juro que lo hare!
– ?Eso no es justo, senora Jonet! Temia que pasara algo…
– ?Algo pasa, ciertamente! ?Mira que entrar a hurtadillas, husmeando en mi vida privada! Ya no tengo mas que decir porque estoy harta…
Tambien estaba harto Justino y envainando, dijo friamente:
– Si teneis un motivo de queja,
La enojada diatriba de la muchacha quedo subitamente convertida en una expresion de asombro.
– ?Oh! -Su linda boca permanecio a medio cerrar y sus ojos azules se abrieron de par en par al ver la espada colgando del cinto de Justino, el porte del mozo, el deliberado uso de
Aprovechandose de su momentanea consternacion, Edwin se puso de pie.
– Senorita Jonet, tengo el placer de presentarle a Justino de Quincy. -Hizo una pausa antes de anadir con maliciosa satisfaccion-: Es el hombre que trato de salvar a vuestro padre de aquellos forajidos.
– ?Oh! -dijo de nuevo, esta vez con un tono de voz suave y tremulo que expresaba pesadumbre. Ruborizandose ante la presencia de Justino, como no lo habia hecho con Edwin, se ajusto precipitadamente el corpino y Justino hizo todo lo que pudo para acrecentar su bochorno al dar un paso adelante y besarle la mano de la manera mas cortes. Justino sospecho que no se sentiria con frecuencia tan cohibida: cualquier muchacha con la apariencia fisica de Jonet habria aprendido a sacar el mayor partido de sus dones. Asi que disfrutando de su turbacion tanto como estaba disfrutando Edwin, anadio:
– Temiamos que hubiera ocurrido algo, al ver la puerta de la tienda abierta y nadie en ella… Lamento profundamente haber llegado a una conclusion equivocada.
Jonet se sonrojo aun mas. Se inclino para recoger su velo caido entre las pajas del suelo, y se justifico diciendo:
– Me detuve aqui un momento a ver a Tomas. Conoceis a mi hermano, ?verdad? Lo cierto es que no puede ser mas irresponsable. Se marcho por las buenas dejando a Miles con ordenes de terminar las reparaciones y atender a los parroquianos.
Justino tuvo la diabolica idea de hacer notar que Jonet habia hecho lo imposible para compensar a Miles por este trabajo, pero no cayo en la tentacion. A lo que no pudo resistirse fue a mirar al oficial. Calculo que tendria poco mas de veinte anos, era un muchacho bien parecido, aunque de aspecto timido e insulso y, al parecer, seguro de si mismo, porque quedo imperterrito ante este subito descubrimiento de su relacion amorosa con la hija de su patrono. Apartandose de la frente un rizo rebelde, dijo afable:
– Tom ha sido siempre un poco irresponsable, pero es un buen chico. A mi no me importa echarle una mano.
Justino estaba seguro de que nadie llamaba al aprendiz ausente «Tom», sino Miles. Ni tenia la menor duda de que si entablaba amistad con el susodicho oficial, su nombre se cambiaria pronto en «Jus».
– Creo que esto os pertenece -dijo Justino inclinandose y cogiendo una pata de conejo de la estera que cubria el suelo. Sabia que los orfebres las utilizan para brunir la plata y el oro, pero por la manera en que Jonet volvio a sonrojarse, saco la consecuencia de que la habian utilizado de manera mas imaginativa-. Bueno, ya hemos tenido bastantes contratiempos -sentencio, pero Jonet se apresuro a contradecirle.
– Nadie merece una bienvenida mas calida que el senor De Quincy -insistio, dedicandole toda la intensidad de su coqueta sonrisa-. Se que mi madre querra que ceneis con nosotros. Nuestro criado os llevara a nuestra casa. Confio en que puedas hacer eso, Edwin, sin ningun percance.
Edwin no se atrevio a echar en saco roto estas palabras, pero tampoco pudo dar su conformidad, humillado como estaba, y murmuro algo que lo mismo podia ser de asentimiento que de negacion. Justino se inclino de nuevo sobre la mano de Jonet, esta vez procurando que el gesto fuera mas mecanico que galante. Jonet se dio cuenta de que habia hecho algo que merecio su desaprobacion, pero no sabia en que podia haberle ofendido.
– Esperad -exclamo cuando Justino se volvio para marcharse-. No quiero que interpreteis mal mis motivos, senor De Quincy. Miles y yo… estamos comprometidos en matrimonio.
Era evidente que esta era la primera vez que Edwin oia una noticia semejante porque le dirigio a Jonet una mirada de sorpresa que en otras circunstancias hubiera sido comica. Se hizo un silencio embarazoso, interrumpido finalmente por Justino.
– Os deseo lo mejor -dijo cortesmente. Era una reaccion poco expresiva, pero parecio satisfacer a Jonet y a Miles. Le siguieron a la puerta de la calle sonriendo.
Justino y Edwin anduvieron durante un tiempo sin decir palabra, evitando tropezar con un ganso que caminaba graznando, y con un cerdo que hozaba en un monton de basura.
– Bueno, tal vez tenga el rostro de uno de los angeles de Dios, pero tiene el genio del mismisimo diablo - bromeo Justino.
Edwin le rio la gracia, sin muchas ganas.
– No sabeis de ella la mitad de la mitad. No hay manera de agradarla. ?Le puedes regalar la corona de Leonor y se quejara de que no le cae bien!
– ?Tengo razon al sospechar que el maestro Gervase no sabia nada de este compromiso matrimonial?
– ?De su adorada hija y su empleado? Ni lo sabia ni lo hubiera consentido, ?vamos! -exclamo Edwin, acompanando sus palabras con una sonora carcajada.
– ?Estas seguro de que no lo sabia, Edwin?
– Miles es todavia un empleado, ?no es cierto? ?Que mas prueba necesitais? Como ya os dije, el senor Gervase habia puesto todo su corazon en cazar un marido noble para su nina. Sir Hamon de Harcourt era el primer candidato, pese a tener cincuenta anos, si no mas, mucha tripa y ser mas calvo que un cascaron, pero posee una magnifica mansion en las afueras de Salisbury, otra en Wilton y una propiedad de alquiler aqui en Winchester, segun dice Berta la cocinera. Es verdad que sir Hamon tiene hijos ya mayores que se oponen a su matrimonio con la hija de un artesano, aunque trajera una buena dote. Asi que creo que el matrimonio hubiera tenido lugar. ?Por mil diablos y todas las Furias, si no podia mirar a Jonet sin que se le cayera la baba! ?Creeis que el senor Gervase despreciaria a un baron por un advenedizo que duerme en su tienda?
Justino tenia la respuesta que necesitaba, aunque no fuera la que queria. Nunca esperaba encontrar en su propia casa las claves que explicaran el asesinato de Gervase.
Y sin embargo no podia negar que Jonet y Miles tenian una razon convincente para cometerlo.
Habian doblado la esquina para entrar en Calpe Street cuando Edwin exhalo una subita exclamacion.
– Mirad un poco hacia adelante, ?esas son la senora Ella y Edith! -dijo y apresuro el paso, de modo que Justino tuvo que avivar el suyo para seguirle. Al oir unos pasos apresurados detras de ella, Ella Fitz Randolph miro hacia atras. Al ver a su criado, se paro y espero a que los dos les dieran alcance.
Justino se habia imaginado a la viuda de Gervase como una venerable matrona, dando por sentado que una larga vida de esposa y madre la habrian convertido en una mujer entrada en carnes, de aspecto agradable y acogedora en sus modales. Si lo hubiera pensado bien, se habria dado cuenta del error de sus suposiciones porque la reina Leonor era tambien esposa y madre y tenia un aspecto de tan buen ver y juvenil como el de Cleopatra. No se daba cuenta de como su limitada experiencia de la maternidad le habia desorientado hasta que se encontro cara a cara con Ella Fitz Randolph.
Conforme a sus calculos no bajaria de los cuarenta anos. Edwin le habia contado que ella y Gervase llevaban