porque estaba demasiado absorto en si mismo para descubrir los secretos de los demas; su broma habia sido una pulla lanzada al azar. Jonet habia llegado a la misma conclusion; su sonrojo iba disminuyendo. Por unos instantes parecio que el resto de la cena iba a transcurrir en paz.
Guy se frotaba sus sienes doloridas sin dejar de mirar a su sobrino con mal disimulada desaprobacion.
– Bueno, vamos a ver, Tomas, ?donde estabas esta tarde?
Tomas dejo en la mesa su copa de vino y, mirando primero a su madre y despues a su tio, dijo:
– Tenia la intencion de esperar, pero creo que es mejor contaroslo aqui y ahora. Fui a la abadia de Hyde a ver al abad Juan.
Justino penso que, tratandose de excusas, esta era una muy buena, una razon mucho mas respetable para faltar a tu obligacion que detenerte en la taberna mas cercana. Por lo tanto, no comprendio por que Ella y Guy estaban tan afectados y Jonet tan contenta.
– ?Tomas! -La voz de Jonet sono acongojada-. Decidimos no hablar mas de esto…
– ?Nuestro padre y tu lo decidisteis, no yo! He tenido una franca conversacion con el padre abad y ha decidido aceptarme como novicio en la orden benedictina, con la intencion de hacer los votos una vez que haya demostrado que merezco hacerlos.
– ?El deseo mas ferviente de tu padre era que te hicieras orfebre!
– ?Que es el deseo de mi padre comparado con la voluntad de Dios?
– ?No tienes derecho a hacer esto!
– Estoy haciendo lo que me pide Dios Todopoderoso, tio Guy. Y no permitire que ni mi madre ni tu me lo impidais, como lo hizo mi padre, ?eso lo juro por la Sagrada Cruz de Cristo!
Justino separo su banco de la mesa. Descortesia seria dejar la mesa a mitad de la comida, pero peor seria quedarse prestando oidos, aun involuntariamente, a este conflicto familiar.
– Mi caballo se clavo un guijarro en el camino -dijo-, y tengo que asegurarme de que el casco no este herido, -y murmurando lo que se le vino a la cabeza, se levanto de la mesa.
Nadie se dio cuenta de su marcha. Apenas habia llegado a la puerta, y el comedor hervia ya de agitacion: Guy y Tomas intercambiaban acaloradas acusaciones, Ella se enjugaba las lagrimas con una servilleta, la mujer de Guy miraba alternativamente el rostro palido como la cera de su marido y al bebe que berreaba ahora en su cuna. Berta y Edith acudieron alarmadas por el griterio. Solo Jonet permanecia serena. Con los codos apoyados en la mesa, la barbilla descansando sobre sus dedos entrelazados y el levisimo esbozo de una sonrisa, observaba con vivo interes.
El firmamento estaba cubierto de estrellas, pero las rafagas de viento helado hicieron que Justino buscara apresuradamente el refugio del establo. Dentro de el, una mecha flotaba en el aceite de una lampara, chisporroteando sin cesar.
– ?Que os trae por aqui? -pregunto sorprendido.
– Necesito un puerto seguro. ?Te gustaria ensenarme tu taberna favorita?
Edwin se habia puesto ya de pie.
– Esta un poco mas arriba en el camino. ?Y ya vereis a Avis, la camarera! Pero ?de que huis?
– De una pelea familiar. Tomas acaba de anunciar que quiere meterse monje y no han recibido muy bien la noticia.
– Yo me estaba preguntando cuando se la daria. ?No me habria extranado que se la hubiera dado junto a la tumba abierta de su padre!
– ?O sea que tu lo sabias?
– ?Yo y todo Winchester!
En la calle hacia demasiado frio para hablar. El viento empujaba hacia atras los capuchones de sus capas y pronto empezaron a castanetearles los dientes. Afortunadamente, Edwin no habia exagerado la proximidad de la taberna y echaron una carrera para ver quien llegaba antes a la puerta que les hacia senas de que se acercaran. El local estaba abarrotado, el ruido era ensordecedor y la atmosfera, viciada por el humo de la chimenea. Todo le parecio mas acogedor a Justino que la espaciosa estancia de los Fitz Randolph.
Con gran consternacion de Edwin, Avis se habia ido a casa con dolor de muelas. Pero se animo cuando Justino pago por las dos cervezas y se dispuso a contarle todo lo que sabia sobre el hijo del orfebre y su deseo de hacerse monje negro, que era como llamaban a los benedictinos.
– Tomas nunca oculto su convencimiento de que Dios le llamaba a su servicio. Estaba decidido a entregarse a la vida religiosa desde que tenia dieciseis anos, pero su padre puso muchos obstaculos y no le otorgo su consentimiento. La familia de un baron puede entregarle el hijo mas joven a la Iglesia, pero no un artesano que solo tiene un hijo y heredero. El maestro Gervase esperaba que fuera un capricho de juventud, algo que se le pasaria con el tiempo. Nunca comprendio que Tomas creyera ser uno de los escogidos y que fuera pecado mortal no obedecer a la llamada de Dios.
Cuando Edwin hizo una pausa para echar un trago, Justino la hizo tambien, sintiendo que necesitaba algo para disipar un estremecimiento que no tenia nada que ver con el frio. ?Podria el amor de Dios haber obcecado al muchacho hasta cometer un asesinato? Era este un pensamiento tan irreverente que trato de desecharlo en el acto. Pero no fue tan facil. El eco de la estridente voz de Tomas resonaba en sus oidos.
Haciendo un esfuerzo, desterro estas sospechas de sus pensamientos y las relego al olvido, para examinarlas a la reconfortante luz del dia.
– Dijiste que Gervase y Guy estaban a menudo enfrentados. ?Por que, Edwin?, ?por dinero?
– Si. -La sonrisa de Edwin era misteriosa-. ?Como lo habeis adivinado?
– Guy se oponia a reservar una gran cantidad para la dote de Jonet. Asi que es muy logico que se opusiera tambien a los exagerados gastos de Gervase.
– Gastos cuantiosos y muy a menudo. Por supuesto que no le sirvio de nada. A los ojos de Gervase, Guy no dejaba de ser el hermano pequeno. Donde el senor Gervase veia oportunidades, el senor Guy veia riesgos y, por consiguiente, no podian por menos que estar en pugna.
Sobre todo cuando se daba el caso de que cuanto mas exito tenia el senor Gervase, mas se disparaban sus suenos. El maestro Guy llego a acusarle de imitar a los mejores y tratar de vivir como un lord.
– Eso suena mas como una simple pelea. ?Se peleaban asi con frecuencia?
– No. Con frecuencia, no. Casi siempre era cuando el senor Gervase cometia algun despilfarro, como cuando compro
– ?Quien es Aldith y por que le regalo una casita de campo?
– ?Vos que creeis? -pregunto Edwin y guino el ojo.
– ?Que, tenia una prostituta? -gruno al fin incorporandose de su asiento.
– Depende de a quien se lo pregunteis. Yo la llamaria una concubina, una amiga, tal vez una amante, porque el senor Gervase la queria mucho. Tomas la llamaba una puta y su padre le abofeteo cuando se lo oyo decir. Yo presencie este altercado en el establo. A Tomas le chorreaba la sangre de la nariz y el senor Gervase lo lamento despues y le pidio perdon. Pero Tomas no se lo otorgo y tuvo asi un resentimiento mas contra su padre.
– ?Lo sabia la mujer de Gervase?
– ?Es que creeis que Tomas no hizo lo imposible para que lo supiera? Claro que lo sabia. Habria tenido que estar ciega, sorda y muda para no saberlo, porque este idilio duro nueve o diez anos. El senor Gervase no hizo alarde de Aldith, pero ninguno de los dos lo tuvo en secreto. Era bastante frecuente que el me mandara con un recado para ella, y cuando estaba enferma, el senor Gervase hacia que Berta preparara una sopa especial que a Aldith le gustaba mucho. Como veis, era parte de su vida. Por mucho que el sacerdote predicara contra el adulterio en sus sermones dominicales, yo apuesto a que el senor Gervase seguia viendo esta relacion como un pecado venial, algo por lo que no merecia la pena molestar al Altisimo.
– No obstante, no debio de ser facil para la senora Ella. ?Como es, Edwin, la concubina de Gervase?
– ?Recordais lo que dicen las Escrituras acerca de Eva cuando tento a Adan con esa fruta? Pues bien, si Adan