encontrar con vos en el molino esta noche despues del toque de completas.
Lucas cogio su manto.
– Este es el hijo mayor de Kenrick -le dijo a Justino-. Vamos, muchacho, te dejare primero en tu casa.
El chiquillo se echo hacia atras.
– No, mi padre dice que no deje que nadie me vea con vos. Me dijo que era peligroso.
Cuando Aldith le ofrecio un barquillo, se lo metio de golpe en la boca y lo hizo desaparecer tan deprisa que parecia que lo estaba inhalando mas que comiendo. Pero se acordo de darle las gracias antes de desaparecer en las sombras de la noche.
Fueron a pie, al arrimo del muro septentrional de la ciudad. Las campanas de las iglesias repicaban a lo lejos. Justino inclino la cabeza, escuchando sus ecos en el viento.
– Han tocado a completas. Vamos a llegar tarde.
– Nos esperara. Pero si hubiera arrimado mi caballo al molino, el habria salido corriendo. Nadie debe saber nada de esto si Kenrick quiere escapar con vida. No es solo del Flamenco de quien tiene que temer. Si se divulga que ha entregado a Gilbert, el resto de su familia le hara la vida imposible. Su undecimo mandamiento es «No trataras nunca con la justicia».
– ?Por que ha escogido este molino para la cita?
– Porque esta mas alla de las murallas de la ciudad y a estas horas no habra nadie por los alrededores. Y si lo ven, tiene una excusa para estar aqui: trabaja para el molinero Durngate. Lo mas probable es que lo encuentre tan asustadizo como un potro indomito. Pero no le puedo reprochar que este asustado.
Tampoco se lo reprochaba Justino.
– Hay que ser muy valiente o estar muy desesperado para entregar a Gilbert el Flamenco -dijo al acordarse del manto andrajoso del rapaz-. Bien, nos ocuparemos de recompensar generosamente a Kenrick. A la reina no le va a importar un chelin mas o menos. Pagaria gustosamente cien veces mas por esclarecer sus sospechas acerca del rey de Francia.
Salieron de la ciudad por la puerta de Durn, al abrigo del rincon nordeste de la muralla, y se dirigieron a la acena. Pronto vieron el resplandor del agua un poco mas alla. Era una noche clara y sin nubes y el rio Itchen tenia un aspecto plateado y sereno a la luz de la luna. Pero hacia mucho frio. No lejos del puente, habian canalizado el rio para formar un caz, y conforme los dos hombres se acercaban, fueron divisando la noria. No se movia, porque la compuerta estaba cerrada. A Justino le parecio extrano no oir el ruido monotono y familiar de la caida del agua. El silencio era estremecedor; lo unico que se oia era el debil gorgoteo del caz. Reinaba ya una total oscuridad, no se divisaba ni el parpadeo de la luz a traves de las persianas que protegian las ventanas.
– Asegurasteis que Kenrick nos esperaria -observo Justino con cierto sarcasmo.
– No se va -insistio Lucas- por mucho que yo tarde. Tiene que estar dentro. -Mirando a Justino con el ceno fruncido, se dirigio a grandes zancadas hacia la puerta. Llamo con los punos, pero nadie respondio. No obstante, al levantar el pestillo la puerta se abrio hacia adentro.
Se miraron el uno al otro y, de comun acuerdo, aflojaron sus espadas en las vainas antes de entrar. Justino estaba empezando a inquietarse y podia notar que Lucas estaba tambien nervioso. Pero su antorcha no revelaba nada anormal. El suelo estaba sucio; habia harina y paja por todas partes y el salvado caido en el suelo crujia bajo sus pies al moverse ellos cautelosamente por el cuarto. La rueda interior ocupaba la mayor parte del espacio, sujeta a un huso que desaparecia en un agujero del techo. La camara de arriba le recordo a Justino el desvan de un granero; daba acceso a esa camara una escalera de mano dispuesta en un rincon, y durante las horas de trabajo Kenrick desde arriba veia y se aseguraba de que la rueda funcionara correctamente. Pero ahora era como mirar al interior de una cueva tan grande como negra. Ni siquiera cuando Lucas levanto la antorcha, su luz pudo romper en las sombras por encima de sus cabezas.
Lucas profirio un juramento entre dientes.
– ?Donde se ha ido? Esto es inexplicable.
Justino se encogio de hombros.
– Tal vez se haya retrasado tambien.
Pero tan pronto como sugirio esa explicacion se dio cuenta del problema. ?Por que no estaba la puerta cerrada con pestillo? Uno de los travesanos de la escalera estaba manchado de barro. Cuando se acerco vio que el barro estaba seco, que era barro de hacia unos dias. Se estaba volviendo hacia Lucas cuando noto que desde arriba le caia algo humedo, en la mano. Se quedo sin aliento. Apartandose de la escalera, miro hacia arriba y otra gota de sangre salpico el suelo a sus pies.
Lucas no se habia dado cuenta todavia de la sangre, pero le alertaron los gestos que le hacia Justino. Cuando cruzo el espacio, Justino extendio la mano para que el resplandor de la antorcha cayera sobre la reluciente gotita roja. Los ojos de Lucas miraron hacia arriba. Durante unos momentos, ninguno de los dos hombres se movio, esforzandose por oir algun ruido. Pero ni ni uno solo rompia el silencio del lugar. Ni crujian las vigas, ni se oian gemidos entrecortados que pudieran darles una pista; nada, absolutamente nada. Los pensamientos de Justino corrian tan deprisa como su pulso. ?Deberia ir uno de ellos a buscar una tea? Eso suponia dejar al otro solo probablemente con un asesino.
Lucas habia llegado a la misma conclusion. Por senas le indico a Justino que iba a subir al altillo por la escalera de mano, y ver asi el interior. Eso no le parecio a Justino una buena idea, pero no se le ocurrio otra mejor. Asintiendo nervioso, se echo hacia atras el manto para echar mano de la espada, si era necesario. Lucas simplemente se desabrocho el manto y lo dejo caer al suelo. A Justino le impresiono su sangre fria, hasta que se fijo en los blancos nudillos de los dedos agarrados a la tea. Lucas hizo una pausa y subio lentamente un peldano tras otro.
Volvio a hacer otra pausa a mitad de la escalera y levanto la tea lo mas posible. Mirando hacia abajo, formo con los labios la palabra «Nada». Fue entonces cuando subitamente aparecio un hombre en la oscuridad, se abalanzo para agarrar la escalera y la empujo. Lucas dio un alarido al ver que la escalera empezaba a inclinarse; Justino logro agarrar uno de los peldanos inferiores. Durante unos momentos que fueron criticos sobremanera, consiguio mantener la escalera erguida. Pero empezo enseguida a moverse como un arbol mecido por el viento y antes de que Lucas pudiera saltar, se inclino hacia atras. Justino se aparto como por milagro y salio ileso. Se oyo un golpe sordo, el jadeo entrecortado de Lucas y a continuacion el recinto se quedo sumido en la oscuridad al apagarse la luz de la antorcha.
Lucas no tardo mucho en romper el silencio. No daba la impresion de que sus heridas fueran serias, teniendo en cuenta la profusion de sus juramentos. Moviendose a tientas, Justino estaba tratando de sacar a Lucas de la escalera cuando se oyeron otros ruidos en el desvan.
– ?Mil pares de demonios! -grito Lucas con voz ronca-. Se esta escapando por la ventana. ?Id tras el! -Pero Justino habia reconocido tambien el ruido, proveniente del subito abrirse de las contraventanas, y estaba ya poniendose apresuradamente de pie. Haciendo uso de la memoria mas que de la vista, se lanzo hacia la puerta.
Fue un alivio encontrarse fuera, donde las estrellas le servian de luminarias. Se detuvo solo el tiempo suficiente para desenvainar la espada, porque sabia quien era su enemigo. Era Gilbert el Flamenco el hombre a quien habian acorralado en el desvan. Cuando empujo la escalera de mano, la luz de la antorcha habia alumbrado sus rasgos. Fue una vision breve, pero suficiente para Justino. El rostro del demonio nunca le habia parecido tan familiar.
Corriendo alrededor de los muros del molino, Justino esperaba encontrar al Flamenco acurrucado sobre la tierra debajo de la ventana, porque la nieve llevaba alli ya varios dias y estaba muy dura. Pero cuando le dio la vuelta completa al edificio no vio ni cuerpo magullado, ni rastro de sangre, solo nieve removida y huellas que conducian a un bosquecillo.
Justino aflojo el paso al ir acercandose a la arboleda, porque no habia ido nunca en persecucion de una presa tan peligrosa, capaz de darse la vuelta y acorralarlo de la manera que lo haria un jabali. No obstante, nada era mas importante para el que atrapar a este hombre. Se refugio debajo de un roble y a sus oidos llegaba el eco de un extrano y sordo tamborileo: el latido acelerado de su propio corazon. ?Estaria el Flamenco esperandole detras de uno de estos arboles? ?O habia huido, presa del panico, hacia la nieve amontonada en los barrancos? ?Experimentaba alguna vez el Flamenco la sensacion de panico, como les ocurria a otros hombres?
Se veian todavia las huellas del forajido, marcadas a la luz de la luna, y Justino las siguio. Le parecio oir la voz de Lucas detras de el, pero no se atrevio a contestarle porque no sabia si el Flamenco estaba cerca. Se paro para
