llegar a situarse detras de Juan a tiempo de oirle decir en voz baja y airada:
– ?Por que no me dijisteis que os conocia, Durand? Ahora tendre que buscar en otro sitio.
Justino no habia visto nunca un salon tan inmenso como el gran salon de Westminster, que databa del siglo XI; calculo que su longitud seria de unos doscientos pies, con una tercera parte de anchura y un techo que se elevaba hacia el cielo, sostenido por macizas columnas de madera. Habia gente por doquier y tardo unos momentos en divisar a la reina. Leonor y otra persona estaban arrellanadas en un banco debajo de una de las ventanas, inmersas en lo que era evidentemente una importante conversacion. Justino dirigio su mirada hacia ella, con la intencion de ser visto y retirarse despues, en espera de su llamada.
Al acercarse, se sintio desfallecer, porque quien estaba con Leonor era un obispo. La vision de aquella sobrepelliz blanca y la lujosamente ornada capa le produjo un gran desasosiego, al traerle desagradables recuerdos de su padre. ?Con cuanta frecuencia habia visto a Aubrey ataviado con esas mismas vestiduras, sin tener la menor idea de que este orgulloso principe de la Iglesia era de su propia sangre! El hombre que estaba en el hueco de la ventana era demasiado bayo y fornido para ser Aubrey; por lo menos no tendria que verse cara a cara con su padre. Pero en aquel momento el obispo se movio en su asiento y por primera vez Justino pudo ver su perfil.
Lo reconocio enseguida. El obispo de Coventry habia visitado a su padre con frecuencia en el transcurso de los pasados anos, aunque no creia que Aubrey considerara a Hugh de Nonant como un amigo. Deteniendose un momento, miro fijamente al obispo, tratando de acordarse de si estaba presente cuando el irrumpio en el palacio del obispo y se enfrento a su padre. Sus sentimientos habian sufrido tal conmocion que no podia confiar en sus recuerdos de aquella famosa noche. Pero si recordaba vagamente a Hugh de Nonant al lado de Aubrey. Mas vale prevenir que curar, se dijo a si mismo, y se retiro lo mas discretamente posible.
– ?A quien estais tratando de esquivar, senor De Quincy? -No habia oido acercarse a Claudine y se asusto tan visiblemente que ella se echo a reir-. Debeis de tener remordimientos de conciencia -anadio- si vuestros nervios son tan fragiles. ?Estais buscando a la reina?
– Si, lo estaba -contesto Justino-, pero no queria interrumpir su conversacion con el obispo de Coventry.
– ?Conversacion? ?Creeis realmente que estan conversando? No. Lo que estais observando es un juego de ajedrez verbal entre dos consumados maestros, cada uno de ellos poniendo a prueba las flaquezas del otro, dispuestos a sacar ventaja de cualquier descuido del contrincante para darle jaque mate.
– ?Por que tiene que ser la reina tan cautelosa con el obispo Hugh? -pregunto Justino con curiosidad, y recibio una respuesta que no fue particularmente tranquilizadora.
– ?No lo sabeis? -pregunto Claudine, sorprendida-. La reina tiene razones mas que suficientes para andar con cautela porque Hugh de Nonant y Juan son antiguos aliados. -Bajo la voz y anadio en tono confidencial-: Si he de decir la verdad, son como una y carne, y eso quiere decir que el obispo no es amigo de Ricardo.
Justino guardo silencio unos instantes, mientras trataba de aceptar que la sombra de Juan pudiera extenderse hasta Chester. Cogio a Claudine del brazo y la llevo al hueco de la ventana mas cercana.
– Quiero daros las gracias,
– Con Juan siempre es prudente mantenerse alerta -asintio Claudine.
– Vos lo conoceis mejor que yo,
– Muy complicado, senor De Quincy, con mas capas que un galapago y taimado como el solo. Creo que es el doble de inteligente que Ricardo, peligrosamente encantador cuando quiere serlo y simplemente peligroso cuando no quiere. -Estaban de pie, muy cerca uno del otro porque Justino no habia quitado la mano del brazo de Claudine. La manera en que esta lo miro era a un mismo tiempo divertida e intima-. ?Quereis saber el nombre privado que yo tengo para describir a Juan? -murmuro-: «El Principe de las Tinieblas».
Se habia levantado un viento glacial y se desvanecia rapidamente la ultima luz solar cuando Justino miraba de reojo y con cautela a la reina mientras caminaban, porque habia escogido para reunirse con el los claustros de San Esteban y a la vista estaba que no habia recibido de buen grado su sugerencia de hablar dentro de palacio. Leonor parecia insensible al frio reinante, pero Justino no pudo por menos de notar el aspecto cansado que aparentaba. Habia un distanciamiento entre ellos que Justino no habia notado antes. Era como si la Leonor intima se hubiera retirado a un lugar donde el no podia seguirla.
Su primera pregunta lo cogio por sorpresa.
– Os vi antes en el salon. Os apartasteis del obispo de Coventry como si fuera un leproso. ?Por que?
– Conoce a mi padre, senora, y pudiera suscitar su curiosidad el verme a mi aqui, sobre todo si sabe que estoy utilizando el nombre De Quincy.
Eso era verdad, en parte. No queria que se revelara su parentesco con Aubrey, pero no era la reputacion de su padre lo que mas le atania. ?Quien sabe lo que Juan seria capaz de hacer con una informacion de esta indole! No queria reconocer ante Leonor que abrigaba tremendas sospechas sobre su hijo, y esperaba que ella no siguiera investigando. Y no lo hizo.
– ?Por que habeis regresado a Londres, Justino? Confio que no sea para decirme que se han perdido las pistas.
– No, senora. He averiguado que uno de los asesinos pagados, un hombre conocido como Gilbert el Flamenco, ha huido de Winchester con direccion a Londres.
– ?Gilbert el Flamenco? ?Asi que habeis logrado averiguar el nombre de ese hombre? ?Excelente!
Justino se ruborizo de placer.
– Ojala pudiera adjudicarme exclusivamente ese merito, pero me han ayudado. Lucas de Marston pudo identificar al hombre cuando le dije que habia visto una serpiente en el lugar de la emboscada. Al parecer Gilbert opina que las serpientes son buenas companeras de crimen, porque se puede contar con ellas para asustar a la mayoria de los caballos y porque no hablaran.
La curiosidad de Leonor era tan viva en su ancianidad como lo habia sido en los luminosos anos de su juventud, y seguia deleitandose en lo nuevo e inesperado.
– ?Una serpiente complice? -dijo asombrada, y a continuacion solto una carcajada-: Bueno ?y por que no? Despues de todo, una serpiente fue la aliada de Lucifer alla en los tiempos del Eden. Hablando de aliados, ?que os ha hecho cambiar de opinion acerca de Lucas de Marston? La ultima vez que hablamos pareciais estar dispuesto a echarle la soga del verdugo.
– Fui demasiado precipitado, senora. Juzgue al hombre antes de conocer los hechos -dijo Justino cautelosamente, recordandose a si mismo que Lucas merecia tambien el beneficio de la duda, respecto a cualquier sospecha que Durand hubiera suscitado, y le conto a la reina todo lo que habia averiguado en su ultima incursion sobre el asesinato del orfebre.
Leonor le escucho sin interrumpirle. Cuando termino, se saco del jubon la carta de Lucas al justicia de Londres. Le sujeto la antorcha para que pudiera leerla, deseando con todas sus fuerzas que diera su consentimiento para que el justicia le ayudara en la persecucion del asesino de Gervase. Si rehusaba, lo haria el solo, sin quejarse, porque el orgullo mantendria sus labios sellados. Pero se sentia consciente de una incomoda sensacion de picor en la nuca y le parecia ver, con el rabillo del ojo, el destello de un punal. Porque Lucas tenia razon: Gilbert el Flamenco no era un enemigo a quien se pudiera despreciar.
– Una prudente precaucion -asintio Leonor, con gran alivio de Justino-. A Marston le va a ir bien en la corte porque sabe como darle rodeos a la verdad y evitar asi el tener que decir una flagrante mentira. Se expresa muy bien en la carta. Sin reparo alguno, entregadsela al justicia. Una vez que este localizado el asesino, decidiremos cual sera la mejor manera de sonsacarle la verdad. Asi que estais convencido de que este es un crimen de familia y no tiene nada que ver con el rey de Francia.
– No, no totalmente -contesto Justino, muy a su pesar.
– ?Por que no? Por lo que me habeis dicho, el hogar de los Fitz Randolph esta plagado de secretos y el unico ser a quien le falta un motivo para el asesinato es el gato del establo, ?no es eso?
– Eso lo reconozco, senora. Pero se me viene constantemente a la memoria lo que oi durante la emboscada. Mientras el Flamenco cacheaba a Fitz Randolph, el otro forajido gritaba: «?La has encontrado». Eso me deja perplejo, senora, porque Gilbert tenia ya la bolsa con el dinero. Entonces ?que buscaban?
Ninguno de los dos dijo «la carta», pero el eco de esas palabras parecia flotar en el aire entre los dos.
