Despues de unos momentos de silencio, Leonor dijo:
– He convocado una reunion del Gran Consejo en Oxford, a finales de mes. Decidiremos entonces que medidas tomar en relacion con Ricardo. El tiempo nos apremia, Justino. Teneis que capturar a ese Flamenco y averiguar si estaba pagado por los Fitz Randolph o por los franceses.
– Hare todo lo que este en mi poder, senora. -Justino cogio de manos de la reina la carta de Lucas y la escondio dentro de su jubon-. Senora, hay algo mas que creo que debeis saber. Tengo razones para creer que uno de los caballeros de vuestra corte me ha seguido hasta Winchester.
Leonor se habia dado la vuelta para entrar de nuevo en el gran salon. Volviendose otra vez subitamente, estudio con detenimiento el rostro de Justino.
– ?Uno de mis hombres? ?Sabeis su nombre?
– Si, lo se, senora. Su nombre es Durand. -Justino no anadio que Durand era el espia de Juan. No habia necesidad de acusar al hijo de la reina. ?Que otro podia ser?
Leonor fruncio el ceno y Justino lamento tener que causarle mas preocupaciones cuando ya tenia tantas.
– Yo me ocupare de Durand. Ocupaos vos del Flamenco -dijo la reina.
Era noche cerrada. Habia pasado media hora desde que Justino escoltara a Leonor de regreso al gran salon. Pero el se habia quedado fuera, sin hacer caso del frio ni del paso del tiempo. En la calma de la noche, le parecio oir otra vez las palabras de Juan: «Ahora tendre que buscar en otro sitio». Y la reina habia dicho: «Ocupaos vos del Flamenco». Pero ?quien se iba a ocupar de Juan?
Pasado un rato, salio de los claustros y entro en los jardines reales, desiertos y desolados ahora, con la tierra dura como una roca y esteril, y los arbustos marchitos a consecuencia de la helada. El escenario hacia juego con su estado de animo y empezo a caminar a lo largo de los senderos alumbrados solo por las remotas y milimetricas estrellas. El jardin no tenia un laberinto, pero la vida de Justino se habia convertido en uno, enredandole en verdades a medias, sospechas, pistas falsas y huellas que no llevaban a ninguna parte.
Oyo pronto el rumor del rio, salpicando los muros del jardin. Apoyado en una de las jambas, estaba observando un transbordador que pasaba cuando oyo un ladrido detras de el. Un lebrel venia a todo correr sendero arriba, seguido por un hombre con un manto gris ribeteado de piel de zorro. Justino se puso instintivamente en guardia, porque habia algo en la manera de andar del hombre que le recordaba a Juan. Pero cuando se acerco el intruso, se relajo, al reconocer a Will Longsword.
– ?Parate,
– Hace unas horas, milord. ?Y como sabiais que yo estaba en Winchester?
Will apoyo su antorcha contra la pared del jardin y se inclino para poner una correa de cuero en el cuello del animal.
– La reina me lo dijo. Me conto que ibais a la caza de los asesinos del orfebre. ?Habeis tenido suerte?
Justino experimento una sensacion de alivio al oir que Will estaba enterado de su mision. El hermanastro de Juan tenia una bien merecida reputacion de hombre integro y honorable y el necesitaba alguien en quien confiar. Sentia tambien una extrana sensacion de afinidad con el por ser ambos bastardos. Aunque las semejanzas terminaban ahi, porque el padre de Will lo habia reconocido publicamente y hecho educar con los hijos de Leonor. Pero Will seguia siendo un extrano, si bien un extrano prospero y respetado, y Justino podia hablarle con una franqueza que no habria podido tener con Leonor.
Informo a Will de la persecucion a Gilbert el Flamenco y le agrado sobremanera que el, que era mayor, le alabara, sin reservas, por sus esfuerzos. Despues de reflexionarlo un instante, le hablo a Will de Durand. Aunque no tenia la menor duda de que Leonor era perfectamente capaz de lidiar con su desleal caballero, no estaria de mas tener otro par de ojos que vigilaran a Durand.
A Will no le sorprendio la revelacion.
– ?Maldito sea! -exclamo, mas para consigo mismo que para contestar a Justino-. La reina me confio, no hace mucho tiempo, que sospechaba que Durand era complice de Juan. ?Mas tonto he sido yo por hacerle la vista gorda a su doble juego!
Justino se pregunto a cual de los dos hombres se referia, si a Durand o a Juan. Pero ahora que Will habia hablado abiertamente de Juan, decidio aprovechar esta oportunidad, que tal vez no volviera a surgir otra vez.
– Milord, ?puedo hablaros con franqueza? Lord Juan ha estado mostrando gran interes por mi, mas del que yo habria deseado. Como os pasa a vos, creo que Durand estaba en Winchester a instancias de el. Me encuentro en desventaja en esta persecucion porque no se que es lo que quiere de mi. ?Lo sabeis vos?
A eso se le podia llamar hablar con franqueza, pues tenia la impresion de que Will era un hombre que apreciaba esta cualidad. El hermano de Juan le miraba receloso.
– Os puedo decir lo que sospecho -dijo lentamente-, Pero esto ha de quedar entre nosotros dos. No quisiera que se hiciera uso de mis palabras para desacreditar a Juan, sobre todo cuando no tengo pruebas, solo sospechas. ?Me lo podeis jurar?
– Lo juro, milord.
Inclinandose, Will acaricio la sedosa cabeza de su perro y a Justino le parecio oirle suspirar.
– No es ningun secreto que Juan desea la corona que pertenece a su hermano. Y si esta tan inextricablemente enredado en la tela de arana del rey de Francia como tememos, es muy probable que este enterado de la cautividad de Ricardo, porque esa es una noticia que Felipe no puede por menos de compartir. Creo que si lo sabe y que esta tratando de averiguar si la reina lo sabe tambien.
– ?Y por que tiene eso tanta importancia para el?
– Mientras el paradero de Ricardo siga siendo un misterio, Juan puede sembrar rumores con total impunidad y encontrar quien este dispuesto a creerlos. Hasta ahora ha estado contando con sus agentes y espias para hacer circular estas historias de la muerte de Ricardo. Pero pronto va a tener que declarar todo esto el mismo. Y seria muy violento, por no decir algo peor, que la reina Leonor pudiera ofrecer pruebas de que Ricardo esta vivo. Estoy seguro de que esa es la razon por la que tiene tanta curiosidad acerca de esa carta que le entregasteis y vuestras subsiguientes misiones en interes de la reina.
– Gracias, milord, por ser tan franco.
– Teniais derecho a saber todo esto -dijo simplemente Will. Chasqueando los dedos en direccion al lebrel, se dio la vuelta para marcharse-. Siento tener que deciros, muchacho, que estais atrapado entre dos cazas separadas, una la persecucion de un asesino y la otra la busqueda de un trono.
Justino permanecio un momento junto al pretil del puente, observando como el resplandor de la tea de Will se iba debilitando. Habia demasiados participantes en este juego -el Flamenco, el hijo de la reina, la propia reina, posiblemente hasta el rey de Francia- y las reglas cambiaban continuamente. Era grave y perturbador pensar que una equivocacion suya podia prolongar el cautiverio de Ricardo Corazon de Leon.
9. LONDRES
Al dia siguiente, por la manana muy temprano, Justino fue en busca de Roger Fitz Alan. Intento primero encontrarle en la Torre, pero el justicia ya se habia marchado al Guildhall. Montando otra vez en
El Tamesis era la arteria principal de Londres, pero no el unico rio de la ciudad. El Fleet, que nace como un simple arroyo en Hampstead y va tomando nombres diferentes conforme corre hacia el sur, al llegar al punto de desembocar en el Tamesis se ensancha y profundiza tanto que es navegable para lanchas y barcos de pesca, por
