– No es necesario. -El mero hecho de que Leonor estuviera dispuesta a verlo sin hacerle preguntas era razon suficiente para no abusar de un privilegio tan especial.
– Os vera si lo deseais, pero sospecho que hoy no quiere mas compania que la suya propia -dijo Claudine-. Hemos tenido noticias perturbadoras este mediodia… sobre su hijo.
– ?Ricardo? ?O Juan?
– No, el rey. -Las comisuras de los labios de Claudine se curvaron levemente-. El Principe de las Tinieblas, Juan, se ha marchado de Londres sin decirle una palabra a la reina y por lo visto apresuradamente.
– ?A donde se ha ido? -pregunto Justino parpadeando visiblemente.
– Hasta ahora nadie lo sabe. Lo unico que puedo deciros es lo que la reina teme: lo peor. Hay siempre peligro cuando Juan esta cerca. Pero el peligro es mayor cuando no lo esta.
10. LONDRES
Londres era demasiado ruidoso para los que se levantaban tarde. Por eso Justino se desperto temprano a la manana siguiente, se vistio deprisa porque el cuarto estaba helado y abrio las contraventanas para ver que dia le esperaba. El cielo tenia el color del peltre y estaba nublado. Pero se podia disfrutar de cierta claridad mirando hacia abajo, al patio, donde una nina jugaba con
Estaba en la escalera cuando oyo un ruido extrano, un grito estridente, pronto sofocado. El cuarto de estar estaba vacio, invadido aun por las sombras nocturnas. La puerta de la cocina estaba entornada y, al acercarse, se oyo un golpe sordo y otro grito contenido. Acelerando el paso, Justino llego a la puerta y la empujo.
Alguien habia tirado al suelo un monton de astillas para el fuego; una silla se encontraba volcada. Al otro lado de la cocina, un hombre corpulento tenia a Nell sujeta contra la pared, con una mano apretandole la boca y con la otra rasgando su vestido. Su cuerpo ocultaba casi por completo a Nell, porque era un hombre robusto y fornido, no excesivamente alto pero ancho como un barril. Apretada y medio asfixiada contra el torax del hombre, continuaba defendiendose, retorciendose y pataleando, mientras el intruso trataba de levantarle la falda. Estaba de espaldas a la puerta y tan decidido a domenar a Nell que no se dio cuenta de que no estaban ya solos.
Justino ya a punto de empunar la espada vio un saco de harina en una mesa cercana y lo cogio y puesto al lado del hombre antes de que este pudiera darse cuenta, lo volco sobre su cabeza y sobre sus hombros. Cegado y casi asfixiado, el individuo solto a Nell y se echo hacia atras. Antes de que pudiera zafarse del saco, Justino le dio con la rodilla en la entrepierna y cayo al suelo como si le hubieran dado un mazazo, retorciendose por el suelo a los pies de Justino.
Nell estaba contra la pared, respirando con dificultad. Habia perdido el velo, estaba despeinada y con el rostro y la ropa cubiertos de harina, pero se recupero con admirable rapidez. Cogio una pesada sarten de las trebedes y estaba a punto de golpear con ella la cabeza de su agresor cuando Justino la cogio del brazo, y evito el golpe.
– ?No se merece que corras el riesgo de que te ahorquen, muchacha!
Fue dificil convencerla y Justino tuvo que quitarle la sarten de las manos. Cuando lo hizo, Nell dio una patada en las costillas al hombre que yacia en el suelo, llamandole sapo asqueroso y volvio a darle otra patada. Justino saco su espada y la puso a la altura del pecho jadeante del hombre, se inclino despues y le quito de encima el saco.
El agresor de Nell gemia, se frotaba los ojos, parpadeaba, estornudaba y se encogio al ver la amenazadora hoja de acero.
– Si me traes una soga -dijo Justino a Nell-, lo ato y voy en busca del justicia.
Nell miro al acobardado violador.
– No -dijo-. Simplemente echalo de aqui.
A Justino no le sorprendio su reaccion porque una acusacion de violacion no era facil de demostrar.
– ?Estas segura? Yo hare de testigo de lo que he visto. -Pero cuando Nell se nego con un gesto de cabeza, no insistio e hizo que el hombre se pusiera de pie, tocandole con la punta de la espada. No hallo la menor resistencia y momentos despues arrojo al hombre a la calle haciendolo salir por la puerta de la taberna.
La gente se volvia para mirar a esta subita aparicion y se reia, porque no solo tenia el aspecto de haberse caido de cabeza en un monton de cal, sino que andaba con el cuerpo encorvado formando un angulo extrano, andando de lado como un cangrejo. No solo era un objeto ridiculo sino que se convirtio despues en motivo de desprecio cuando Nell daba gritos detras de el:
– ?Si te vuelvo a ver otra vez en Gracechurch Street, so hijo de puta, te castrare con una cuchara roma!
El hombre huyo entre gritos y mofas de la gente; Nell continuaba encolerizada, maldiciendo a su agresor con originales insultos, echando sapos y culebras al mirar la manga, hecha jirones, de su tunica. Pero habia empezado a temblar y no protesto cuando Justino la incito a que volviera dentro. Haciendole que se sentara cerca del hogar, el recorrio la cocina de arriba abajo en busca de una bebida que la tranquilizara.
– Es demasiado pronto para una cerveza y no hay vino. Asi que tendra que ser sidra -dijo, sirviendole una copa.
Nell se la bebio muy a gusto, enlazando los dedos en torno al pie de la copa para que dejaran de temblar. Pero de repente la copa se le movio en la mano, derramando la sidra sobre su manga rota.
– ?Lucy?
– No ha visto nada -le aseguro Justino-. Esta fuera jugando con el perro.
– Gracias a Dios -dijo Nell con dulzura. Pero un momento despues, volvio a enfadarse, esta vez contra si misma-. ?Como he podido ser tan descuidada? Le habia comprado ya dos veces lena a ese cabron y cada vez no hacia mas que olisquearme las faldas como un perro en celo. Pero le tome simplemente por el tipico charlatan medio tonto y no le hice caso. Debia haber tenido mas cuidado. -Meneo la cabeza con tanta vehemencia que la unica horquilla que le quedaba se le cayo entre las pajas del suelo-. La mayoria de los hombres andan a ver que sacan en limpio, y que Dios los pudra, pero la cosa es que ?se salen con la suya!
– Esta vez, no.
Nell se detuvo a mitad de su parlamento y miro fijamente a Justino.
– No -asintio-, esta vez no y supongo que os lo debo a vos.
Justino se encogio de hombros y se sirvio mas sidra.
– No quiero meterme en donde no me llaman, pero tiene que haber un oficio menos peligroso para una mujer.
– ?De verdad? -Nell pestaneo, simulando sorpresa-. ?Y yo que creia que era esto o morirme de hambre! -Se suavizo un poco y le dirigio a Justino una sonrisa rapida y algo forzada-. No tengo mucha practica en esto de dar las gracias. Pero os estoy agradecida por lo que habeis hecho por mi. ?Creeis de verdad que necesito que se me hagan ver los peligros de mi empleo? ?Si vives con canallas, amigo, no puedes por menos de notarlo!
Se levanto antes de que el pudiera responder, cruzo el cuarto, se acerco a la ventana y abrio las contraventanas.
– Quiero estar segura de que a mi hija no le faltaran cuidados.
Justino se acerco tambien y se quedo de pie junto a ella.
– Le ha gustado mucho el cachorro, Nell. Da no se que el tener que separarlos.
Nell se volvio para mirarle y sonrio.
– Estoy en deuda con vos, ?pero no hasta ese punto! -anadio y Justino le devolvio la sonrisa, recibiendo por primera vez el impacto de una mujer que le gustaba.
– Y el padre de Lucy, ?no puede ayudarte?
– No es muy probable. Ha muerto. -Lo dijo como si tal cosa: si esto era una herida, era una herida
