estuvo dentro de la habitacion. La sorpresa de los criminales fue evidente, pero no perdieron el tiempo en enfrentarse a esta nueva amenaza y Gilbert cambio de posicion para impedir la retirada de Gunter.

– No te debias haber metido en esto, viejo -dijo burlonamente-, porque ahora vas a morir tu tambien. -No pudo decir mas porque Gunter se habia adelantado a coger algo de las sombras del establo. Retrocedieron al ver esta nueva arma, una horca de aspecto mortal. Para entonces Justino se habia levantado del suelo y estaba tratando de desenvainar la espada.

– ?Cuidado! -grito Gunter de repente-, ?cuidado! ?Ladrones! -Al mismo tiempo que lo decia se acercaba amenazador hacia ellos. Contraventanas y puertas empezaron a portear y se podian oir otras voces, cuyos ecos se levantaban en el aire de la noche. Los forajidos no lo dudaron mas, se dieron la vuelta y se lanzaron a la puerta.

Lo que recordaba Justino de lo que paso a continuacion permaneceria borroso en su mente. Al huir los hombres, Gunter salio detras ele ellos, levantando la alarma con tanta eficacia que una docena de ciudadanos se unieron a la persecucion y a estos se unieron despues muchos mas. En unos momentos la fragua estaba llena de gente que acribillaba a preguntas a Justino. Fue un gran alivio cuando Nell se hizo cargo de ellas, porque el estaba aun muy alterado.

– ?Maria, madre nuestra, mirad la sangre! -exclamo y le arrastro hacia el banco que se habia vuelto a poner en su sitio-. Sentaos aqui, no os vayais a caer. Y levantad el brazo: eso detendra la hemorragia. ?Que os ha pasado en la cabeza?

Justino no se habia dado cuenta.

– Nada -murmuro, pero cuando se llevo la mano a ella y al retirarla vio que estaba pegajosa y manchada de sangre, rectifico-. Supongo que me cai contra…

Nell se inclino bruscamente, pasando los dedos por una de las esquinas del yunque.

– Apuesto a que os habeis dado con la cabeza en el banco -anuncio triunfalmente-, ?Veis esta sangre?

Justino se inclino para mirar y se volvio a echar hacia atras, asustado, porque la cabeza empezaba otra vez a darle vueltas. Nell vio que se estaba poniendo palido, se acerco a el y le toco la frente.

– ?Estais tan frio y sudoroso como una tumba! Creo que debemos llevaros enseguida a la taberna, para que yo pueda poneros una venda como Dios manda en ese brazo. ?No hay nadie que haya mandado venir todavia a una patrulla de vigilancia? Virgen bendita, ?es que soy yo la que tiene que hacerse cargo de todo? ?Vete tu, Osborn, date prisa! Y tu, Ellis, ayudame a poner a este hombre de pie. Y, por piedad, ?hay alguien que deje entrar a ese perro?

Justino se encontraba cada vez peor, luchando contra las nauseas. Cuando Shadow entro disparado en la fragua y se tiro a Justino, este se tambaleo y casi se cae otra vez.

– ?Shadow, no!

– No le griteis a ese pobre animal -objeto Nell-, Fueron sus ladridos los que hicieron volver a Gunter. Iba corriendo calle arriba y abajo, y ladrando con tanta fuerza que habria podido despertar a los muertos. Gunter encontro esto extrano y fue a ver si pasaba algo…

Pero Justino no oyo nada mas. Al dar el primer paso, se desplomo contra el brazo que le sujetaba. Multitud de colores brillaban ante sus ojos, ardientes y borrosos. Despues, la total oscuridad.

11. LONDRES

Febrero de 1193

La daga rozo apenas la mejilla de Justino. El proximo golpe no erraria; estaba acorralado en un rincon, sin armas y sin escapatoria posible. «?No!» Dio un grito ronco, y de un salto se incorporo en la cama. El horror de esta pesadilla se disipo pronto, para dar paso a una sensacion de sorpresa. Esta no era su habitacion en la taberna. ?Donde estaba?

«?Gloria al sempiterno Dios!» La voz era extrana y desconocido su entorno. Alguien se estaba aproximan do a la cama. La llama oscilante de la lampara no le ayudo a esclarecer su confusion porque el rostro que revelaba era el de una persona desconocida. Era una mujer regordeta, de aspecto matriarcal, con marcadas patas de gallo y una cinta gris que le colgaba del hombro cuando se inclinaba hacia el.

– El medico ha dicho que en caso de que recobreis pronto el conocimiento, lo mas probable es que os recupereis y, ?Dios sea bendito, muchacho, lo habeis recobrado!

Ninguna mujer habia sonreido a Justino como esta, era la suya la sonrisa de una madre.

– ?Quien…?

Tenia la boca seca y le costaba trabajo articular palabra, pero ella parecio comprender.

– Soy Agnes, la mujer de Odo, el barbero. No os movais, muchacho, aqui estais a salvo.

Justino queria preguntar donde era «aqui», pero estaba demasiado aturdido para mantener una conversacion. No estaba acostumbrado a la almohada y su suavidad le sedujo y le hizo volver a dormirse unos momentos apenas cerro los ojos. Cuando se desperto de nuevo, vio los destellos de luz a traves de las rendijas en las contraventanas. La mujer que lo atendia ahora era Nell.

Tan pronto como empezo a moverse, Nell se acerco apresuradamente a la cama.

– ?Como te encuentras? Te hiciste una brecha terrible en la cabeza, que te podia haber matado tan facilmente como la daga de ese bastardo. Cuando perdiste el conocimiento nos llevamos tal susto que llamamos a un medico y el tal medico nos asusto aun mas. Dijo que una contusion en la cabeza se puede curar, pero una contusion en el cerebro casi siempre es fatal y que lo unico que podiamos hacer era esperar: y si no recuperabas el conocimiento, te morias, y si lo recuperabas por tus propias fuerzas, te salvabas. -Nell hizo una pausa para tomar aliento-. Pero cuando le dije que serias tu quien le pagaria por sus servicios, parecio tomar mayor interes en tu recuperacion. Te limpio la herida con miel, preparo una cataplasma de milenrama para detener la hemorragia y prometio volver hoy.

Justino esbozo con esfuerzo una sonrisa. Nell inclinaba hacia sus labios una taza que se bebio sin poner ningun reparo y sin que le supiera a nada; solo estaba seguro de que era algo humedo. Mientras bebia, sus ojos recorrieron la habitacion. Le seguia pareciendo desconocida, aunque en cierto modo le recordaba a la casa de Aldith. Las paredes estaban encaladas, un fuego crepitaba en la chimenea y la cama estaba cubierta de colchas limpias y primorosamente remendadas. Pero el lugar daba la sensacion de haber estado vacio, porque por doquier habia una capa de polvo y el olor a humedad de un cuarto deshabitado.

– ?Donde estoy, Nell?

– ?No te lo ha dicho Agnes? Es la casa de Gunter.

Justino no comprendia nada. Nell se dio cuenta de su confusion y le quito la taza de las manos.

– El medico nos ha recomendado que no te dejemos solo, asi que nos sentamos aqui contigo por turnos, Agnes, Ursula, la viuda del boticario, y yo. Te trajimos aqui porque pensamos que es aqui donde estarias a salvo. Gunter se malicio que lo que pretendian aquellos facinerosos era cometer un asesinato, no un robo. Nos preocupaba el que llegaran a saber que seguias alojandote en la taberna. -Hizo otra pausa, y dirigiendole a Justino una mirada especulativa y desafiante, pregunto-: ?Tenia razon Gunter? ?Venian a matarte?

– Si -reconocio Justino-, a eso venian.

Se sintio aliviado al ver que Nell no le hacia mas preguntas, aunque sabia que la tranquilidad no duraria mucho. No le haria mas preguntas mientras estuviera tan debil, pero pronto le exigiria respuestas, y tenia derecho a hacerlo. Nell se habia ido junto al fuego, comunicandole que habia guisado un potaje para el y que esperaba que le gustaran las cebollas y el repollo. Nunca habia tenido menos hambre, pero comio, obediente, unas cuantas cucharadas de la espesa sopa, antes de decir:

– No puedo volver a la taberna porque no quiero de ninguna manera arriesgaros a Lucy y a ti. Pero tampoco puedo quedarme aqui porque no quiero quitarle a Gunter su cama.

Nell le dio un pedazo de pan de cebada untado de mantequilla.

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