Justino agradecio la intercesion de Leonor. Jonas tal vez fuera mas irritable que un erizo, pero a Justino le gustaba tener al sargento como aliado. Manda un lobo atrapar a otro lobo.
– Sugiero que empecemos esta persecucion tratando de encontrar las huellas de Pepper Clem.
– Eso es precisamente lo que yo estaba pensando -Jonas agarro otra vez su bota, tomo un ultimo trago y a se puso de pie-. Mientras os esteis recuperando, vere lo que puedo averiguar.
– Buena suerte. Pepper Clem tiene mucho que explicaros.
Jonas habia llegado a la puerta. Mirando hacia atras dijo, con escalofriante certeza.
– Si tiene las respuestas que necesitamos, nos las dara. -Pero a continuacion asusto aun mas a Justino cuando anadio-: Suponiendo, claro esta, que este todavia vivo.
12. LONDRES
Leonor pidio a Justino que se acercara a la luz mas proxima, un alto candelabro de varios brazos.
– Venid aqui que os pueda ver mejor. ?No es muy pronto para estar levantado y andar de un lado a otro? ?Que os ha dicho el medico?
– Os agradezco vuestro interes, senora, pero estoy realmente mucho mejor. Despues de todo, llevo asi toda una semana. En cuanto al medico, hemos tenido unas opiniones divergentes. El queria sangrarme y yo pense que ya me habian sangrado bastante. Si he de decir la verdad, senora, nunca he entendido la logica de estas sangrias. ?Como puede una sangria fortalecer a un hombre? Parece ir en contra del sentido comun, ?no estais de acuerdo?
– Mi experiencia me dice, Justino, que cuando el medico entra por la puerta, el sentido comun sale por la ventana. Siempre considere afortunado el que se les impidiera a los medicos entrar en el cuarto donde se da a luz, porque de no haber sido asi la humanidad habria desaparecido hace siglos. Pero si afirmais que os encontrais lo suficientemente bien como para llevar una vida ordinaria, no me queda otro remedio que creer en vuestra palabra. ?Donde os alojais ahora? ?Estais todavia en casa del herrador?
– Si, senora, alli estoy. Le he dicho a Gunter, el herrador, que no me encontraria comodo en su casa si no le pagaba algo y ha accedido de mala gana. No tenia otra alternativa, porque no queria volver a la taberna, por lo menos hasta que hayamos cogido al Flamenco.
– El rata ese con quien os ibais a encontrar, ?no os habra traicionado y se lo habra contado todo al Flamenco?
Justino habia pensado eso mismo durante toda la semana.
– No lo se, senora. Es posible. Eso o es torpe o inepto en la busqueda del Flamenco. Y si Gilbert se entero de que estaba olfateando algo y se enfrento con el, sin lugar a dudas le espeto todo lo que sabia ?y mucho mas que no sabia!
– Decidme, ?os ha estado ayudando el justicia a averiguar el paradero de ese hombre, como le ordene?
– Ha cumplido vuestros deseos, senora, y me ha mandado a su mejor hombre para que me ayude en esta persecucion.
La frente de Leonor se ensombrecio y fruncio ligeramente el ceno.
– ?Solo uno?
– Este, en concreto, es mas que suficiente, senora. Es muy…
Habia habido varias interrupciones en el curso de esta conversacion, pero habian sido discretas; el crujido de los goznes de la puerta, el leve sonido de unos pasos sobre los juncos y una retirada. Esta vez se oyo un portazo inoportuno y sin esperar a que se le anunciara, Will Longsword irrumpio en la estancia. Will tenia un aspecto mas inquieto y agitado que la ultima vez que Justino lo vio en los jardines de Westminster. Su cabello de color claro, desmelenado por el viento, salpicado de nieve, y su rostro tan enrojecido por el frio que las pecas parecian haber desaparecido. Dirigiendose apresuradamente hacia Leonor, se postro de rodillas ante ella.
– Senora, llegue demasiado tarde. Cuando puse los pies en Southampton, Juan se habia hecho ya a la vela.
Leonor se movio para levantarse de su sitial y despues se volvio a hundir en el.
– Se que hiciste lo que pudiste, Will.
Justino miro a Will y luego a la reina.
– Senora, ?donde ha ido lord Juan?
– A Francia -dijo Leonor, y aunque su voz era sosegada, por el ligero movimiento de uno de los musculos de su mejilla se desprendia que estaba desasosegada-, A la corte del rey de Francia.
Justino siguio a Will desde el gran aposento real hasta el salon. Se acercaron al fuego, con lo que Will pudo calentarse las manos sobre las llamas.
– Tal vez los guantes no sean una moda moderna y propia de petimetre, despues de todo -reconocio-. ?Santo Cristo, lo que me disgusta tener que traerle malas noticias!
– ?Que ha pasado?
– ?Sabeis ya lo de la desaparicion de Juan la noche de la Purificacion? Pues bien, cuando nos enteramos de que lo habian visto en el camino de Winchester, me puse en camino para darle alcance. Supongo que se habria ido en direccion al West Country o a pasar unos dias en Gales.
Pero Winchester esta a doce millas de la costa, asi que me dirigi a Southampton como si la cola de mi caballo estuviera en llamas, pero de nada me sirvio. Cuando llegue alli, el habia cruzado la mitad del Canal.
– ?Y que pensabais hacer? -pregunto Justino con curiosidad. Will le dedico una sonrisa triste.
– ?Maldita sea, ni yo mismo lo se! Tratar de razonar con el, supongo. No es que haya conseguido nunca que me escuche, pero tenia que intentarlo, aunque no sacara ningun provecho de ello mas que ampollas del roce de la silla y congelarme.
Justino sabia, como la mayoria de la cristiandad, que Juan y Ricardo tenian un vinculo fraternal en la tradicion de Cain y Abel. Le parecia ahora ver a Juan de una manera diferente porque si podia inspirar tal lealtad en un hombre como Will, no podia ser tan despreciable.
– Estoy de acuerdo con la reina -dijo-. Hicisteis lo que pudisteis y ?que otra cosa puede hacer un hombre?
Will se encogio de hombros.
– El problema, muchacho -anadio-, es que el rey frances esta tambien haciendo lo posible, y si consigue lo que quiere, el rey Ricardo no volvera a ver Inglaterra.
Justino se despidio de Will, cruzo el salon y llego a las escaleras. Estaba muy oscuro porque se habia apagado una antorcha de la pared, asi que empezo a bajar las escaleras muy despacio. Inmerso como estaba en la caza del Flamenco, no oyo las pisadas debajo de el, ligeras y apresuradas. No se dio cuenta de la mujer que subia apresuradamente las escaleras hasta que esta al girar choco con el. Al tropezar ella, Justino alargo el brazo para sostenerla y aspiro una fragancia familiar.
– ?Oh! -hablaba en tono bajo, como sorprendida-. Lo siento.
– Yo no…
Claudine sonrio en las sombras, al reconocer la voz…
– Justino de Quincy, sois el hombre mas imprevisible que he conocido jamas. ?Que haceis aqui escondido en las escaleras?
– Esperando encontraros,
– Bien -dijo ella suavemente-, pues aqui me teneis.
Tal vez Justino no hubiera llegado a tener nunca una relacion con una mujer como Claudine, pero si tenia suficiente experiencia para reconocer una invitacion cuando se le hacia. Acercandose para que no hubiera ningun espacio entre ellos, le puso los dedos bajo la barbilla e inclino su rostro para poder unir sus bocas. Su reaccion