acordado, Gilbert os estaba esperando.
En un gesto involuntario, Justino se llevo los dedos a su brazo herido. Le dolia aun mucho y estaba rigido, pero ?cuanto peor podia haber sido! Ese acero mortal podia haberse metido en sus entranas o haberle apunalado el corazon.
– Clem le dijo lo que Gilbert queria saber: como encontrarme. Entonces, ?por que le mato Gilbert?
– Os voy a decir una cosa acerca de lo que es el matar. Hasta que un hombre no lo ha hecho, retrocede ante ello, lo considera mas serio de lo que realmente es. El primer asesinato es dificil para la mayoria de los hombres. Despues de esto, se hace cada vez mas facil, mucho mas facil. Para algunos se convierte en un habito, o en algo peor.
Jonas dejo de hablar para dar ordenes en relacion con lo que se debia hacer con el cadaver de Clem. Habia mucho que hacer y paso un buen rato hasta que volvio a concentrar su atencion en Justino.
– ?Me preguntabais por que el Flamenco asesino a ese mezquino raterillo? Porque le proporcionaba placer. Y esa es la misma razon por la que hubo hombres deseosos de contarmelo, no porque les importe un bledo Pepper Clem. Ni una madre lloraria su muerte. Pero hay hombres a quienes les asusta el encontrarse con alguien que experimenta tanto placer en matar. -El ojo negro solitario sostuvo la mirada de Justino, sin mover la pupila, sin pestanear-, Como debe ser.
13. LONDRES
A Justino le costo trabajo conciliar el sueno aquella noche. Las sabanas exhalaban aun el aroma del perfume de Claudine, pero el otro fantasma que vagaba por la casa no era tan agradable: el miserable espiritu de Clem le habia perseguido desde Moorfields y le observaba desde las sombras en actitud de reproche. Sin embargo, cuando al fin consiguio dormirse, no sono ni con Clem ni con Claudine. Habia regresado al molino de Durngate, sintiendo que la sangre de Kenrick le salpicaba la piel, y que el molino se convertia en la herreria de Gunter, que de nuevo luchaba para defender su vida, tratando de esquivar el acero mortal del Flamenco. Se desperto antes de amanecer. El cuarto estaba frio y una delgada capa de hielo flotaba sobre el agua de la palangana, y manaba sudor de su frente.
Habia nevado toda la noche y la nieve seguia cayendo lentamente en copos impolutos, desde unas nubes bajas y grises, copos grandes que parecian benignos, parientes inocentes de la nieve que interceptaba los caminos, que hacia que se derrumbaran los tejados y que los viajes durante el invierno fueran tan peligrosos. Justino dejo a
Despues concerto con el sacerdote que se enterrara en sagrado a Clem y le dejo un recado a Jonas en el que le decia que el pagaria el entierro de aquel rata. Estaba todavia de un humor sombrio y meditabundo cuando finalmente regreso a Gracechurch Street y decidio dejar a
La casa de Gunter no parecia una vivienda urbana porque estaba situada en su propio terreno, rodeada de un prado con una empalizada y protegida por varios manzanos de ramas desnudas. El jardin, que cuido en sus tiempos la mujer de Gunter, habia disminuido de tamano a causa del descuido en que quedo durante su larga enfermedad, pero el acebo que ella habia plantado seguia floreciendo, y sus brillantes ramas verdes se destacaban sobre el suave fondo blanco de la nieve. Fue la nieve y no el acebo lo que atrajo la atencion de Justino. Sus pisadas eran aun visibles, no se habian cubierto todavia de nieve, pero al lado de ellas habia otras que llevaban a la puerta de la casa.
Justino se paro de pronto. La casa de Gunter no tenia ni cerradura ni llave, porque nunca vio la necesidad de una proteccion que resultaria cara. En su lugar, puso en la puerta un simple pestillo, una pequena barra de metal sujeta a un lado que se podia levantar desde fuera con una cuerda pasada por un agujero en la puerta. Cuando Justino salio por la manana, tomo la precaucion de enganchar la cuerda alrededor de un clavo que habia en la madera. Ahora la cuerda estaba colgando, prueba de que alguien habia levantado la barra y entrado en la casa.
Justino se quedo inmovil un momento, reflexionan do. No habia mas que una serie de pisadas. Las contra ventanas estaban aun cerradas, asi que quien estuviera dentro no podia ver si se aproximaba. Desenvaino la espada. En un rapido movimiento, abrio el pestillo y empujo la puerta con el hombro, irrumpiendo dentro de la casa.
Entro lenta y sigilosamente con la espada desenvainada. Habia encendida una lampara de aceite y su llama parpadeaba movida por la repentina corriente de aire. Un hombre arrodillado junto a la chimenea trataba de sacar chispas del pedernal. Se echo hacia atras asustado y profirio un juramento al oir que la puerta se abria subitamente.
– ?Santo cielo! A la mayoria de los hombres les hasta con abrir una puerta y entrar. ?Teniais que ser vos, De Quincy, el que entrara bruscamente, como un viento de borrasca que sale rebotando de las paredes!
Le toco ahora a Justino el proferir su propio jura mento.
– ?Fuego del infierno y maldicion sempiterna! ?Que estais haciendo aqui, Lucas?
– Pase por casualidad por estos alrededores. ?Que otra cosa creeis que puedo estar haciendo?
– Creo que os falto poco para que os atravesara con la espada y ?quien podria censurarme por ello?
Se miraron fijamente el uno al otro, pero sus fulminantes miradas se convirtieron pronto en sonrisas avergonzadas. Cerrando la puerta, Justino puso otra vez la barra en su sitio y echo cuidadosamente el pestillo.
– He de confesar que me alegro de veros, Lucas. Al menos el Flamenco podra ahora elegir cual de los dos es su blanco.
– Me parece que estais algo confuso, De Quincy. Se suponia que vos ibais a ser el cazador y Gilbert el cazado, ?no os acordais?
– Aprecio vuestra amabilidad en hacerme ver las cosas de ese modo -repuso Justino. Se dirigio a la chimenea a ayudar a Lucas a encender el fuego-. ?Como os enterasteis de donde estaba? Toda la calle esta implicada en una conspiracion para mantener secreto mi paradero, ?y no hay gente mas obstinada ni suspicaz que los londinenses!
– No es preciso que me lo digais, porque ya he trabado conocimiento con esa arpia ahi en la taberna. Bien podia haber estado hablando gales, ?para lo mucho que me ha servido! «?A Justino que? No he oido nunca hablar de ese hombre.» Y la frialdad aumento cuando confese ser ayudante del justicia. No les gusta mucho la ley a la gente de por aqui, ?me equivoco?
Justino se sonrio.
– Me habria encantado presenciar esa escena y a Nell peleandose con vos. Y finalmente, ?como os la ganasteis?
– Por pura cabezonada. Me negue a irme e insisti una y otra vez en que eramos aliados. Hasta llegue a decir, exagerando un poco la verdad, que eramos amigos. Finalmente se me ocurrio ensenarle vuestra carta, prueba de que se podia fiar de mi. Pero entonces tuve que esperar mientras mando venir al cura, porque es el unico hombre en la calle que sabe leer y ella no estaba dispuesta a creer mi palabra sobre el contenido de la carta. Si os protegen la mitad de bien de Gilbert el Flamenco de como os protegen de mi, ?no teneis razon para preocuparos!
Justino miro de un lado a otro de la casa en busca de alimento y vino para ofrecerselo a Lucas; la busqueda
