encontrarlo si antes lo amaestro.
La sonrisa que esbozo Lucas era una sonrisa esceptica.
– Asi que, ?os divertis ensenandole a no mearse en la casa, a no morder las patas de la mesa, a no comerse las velas y escupirlas despues en la cama, como hizo ayer, y una vez que el perro este amaestrado, deshaceros de el? Me parece razonable, pero yo no soy persona para inmiscuirme entre un hombre y su perro. Ahora escuchad: quiero que me hagais un favor. La proxima vez que un mensajero de la reina pase por aqui, ?quereis hacer el favor de entregarle mi carta? Me costaria mucho emplear personalmente un mensajero.
– Mi suerte se os esta empezando a contagiar, porque hay un hombre que va en direccion oeste manana por la manana. Dadmela y me ocupare de que se la lleve. ?Para quien es? ?Para Aldith?
– Finalmente. Ira primero al justicia, explicandole que se ha requerido mi presencia en Londres. Explico que ha sido por orden de la reina, asi que confio en poder contar con vos si hay necesidad de corroborarlo. Le pido luego que le envie la carta a Aldith, una vez que la haya leido el. He anadido un mensaje para ella tambien, en la parte inferior.
Cuando Lucas senalo el lugar del mensaje, Justino vio que efectivamente habia unas lineas garabateadas al pie de la pagina. Despues de examinarlas, levanto la vista hacia Lucas con expresion de regocijada incredulidad.
– ?Le decis que esperais estar de vuelta dentro de unos quince dias mas o menos y que deseais que este bien, y nada mas? ?No cabe duda de que sois un incorregible romantico!
– Le digo lo que es importante, es decir, cuando regresare -replico Lucas-. ?Que mas le debo decir?
– No os hubiera costado nada decirle que la echais de menos. O que se ha aduenado de vuestro corazon. Cual es mi mision, ?escribir cartas de amor en vuestro nombre?
– ?Que Dios me proteja! Eso tal vez se lo diga en la cama y, desde luego, no a la luz del dia y ciertamente no por escrito. Me sentiria el hombre mas ridiculo del mundo. ?Y no digamos como se sentiria el cura cuando Aldith le llevara la carta para que se la leyera!
Justino no pudo por menos de reirse.
– Sugiero, pues, que enseneis a leer a Aldith. Y, ahora, ?que hay de la puta del Flamenco? ?Pudisteis averiguar algo mas sobre ella?
– Jonas se esta ocupando de eso. Dijo que se encontraria con nosotros aqui esta tarde para comunicarnos lo que hubiera averiguado. Pero me sorprendera mucho si esa pista nos lleva a algun sitio.
– ?Por que son todos los justicias tan reacios a dispensar esperanzas? -bromeo Justino, aunque la esperanza habia sido un producto mas bien escaso tambien en su propia vida.
– La esperanza y las rameras van pocas veces juntas -le respondio Lucas, y Justino no tenia argumentos para contradecirle en eso. En lugar de hacerlo, pidio prestado un par de dados a otro parroquiano de la taberna y le dijo a Nell que les trajera un botellon de cerveza. Si tenian que esperar a Jonas, por lo menos podian divertirse un poco mientras tanto.
No tuvieron que esperar mucho porque Jonas llego antes de una hora. Venia acompanado de un muchacho desgarbado, rubio y pecoso, con el aspecto de ser mas un labriego de los campos de Kent que un ciudadano acostumbrado a arrostrar los peligros urbanos de Londres. Haciendole una senal a Nell para que trajera bebida, Jonas acerco uno de los bancos.
Casi en el acto Nell se acerco a la mesa con dos vasos mas y una jarra de vino llena a rebosar, pero no hizo el menor intento de marcharse despues de servirlos, sino que se quedo rondando cerca de ellos con curiosidad mal disimulada. Los hombres estaban tan concentrados en las noticias que traia Jonas que ni siquiera se dieron cuenta de que estaba escuchando.
– Este es Aldred. Tenemos que hablar en ingles porque no sabe frances. Aldred es el hombre que mande al Toro. Todos mis hombres querian ir -dijo Jonas con una sonrisa maliciosa-. No recuerdo ninguna otra vez en que se ofrecieran tantos voluntarios para una mision determinada. Pero Aldred la cumplio a la perfeccion. El estar en una casa de citas parece haber aguzado su ingenio, porque fue capaz de seguir despues a Nora hasta su casa sin que esta se diera cuenta. He dejado alli a un hombre vigilando por si el Flamenco va a verla.
Justino estaba sorprendido.
– ?Nora no vive en el burdel? Yo creia que eso era lo normal.
Jonas movio la cabeza.
– Los «estofados» del Southwark son distintos de los prostibulos de otras ciudades, porque el viejo rey promulgo leyes para gobernarlos, leyes que ordenan la limitacion del acto pecaminoso a un sector determinado y la alteracion del desorden publico al minimo.
– Tienen todo tipo de reglas -interrumpio Aldred con entusiasmo. Tenia una manera de hablar tosca, carecia del caracteristico acento sajon oriental del nativo de Londres. Pero los ojos azules que se encontraron con la mirada de Justino eran claros y brillantes. Tal vez fuera inexperto, pero no lerdo-. Las mujeres casadas o embarazadas no pueden trabajar en los «estofados» -anadio-. Tampoco las monjas.
Lucas interpuso un sardonico:
– ?Espero que no!
Pero Aldred queria a toda costa compartir sus recien adquiridos conocimientos y volvio a interrumpir.
– Nora, que ese era su nombre, me hablo de las leyes. Son muy interesantes y creo que tambien justas. No se puede obligar a ninguna mujer a quedarse alli en contra de su voluntad. Las prostitutas tienen que vivir en otro lugar y pagar un alquiler por sus habitaciones al jefe del «estofado». Este no debe prestarles mas de seis peniques, a no ser que contraigan deudas tan grandes que terminen trabajando por nada. Deben ser examinadas por un medico cada tres meses para que los hombres puedan estar seguros de que no padecen sifilis. No se les permite tener amantes y se las castiga si los tienen. No pueden ejercer su profesion en dias sagrados y el ultimo hombre que este con una prostituta debe quedarse con ella toda la noche.
– ?Por que? -Justino encontro las otras reglas faciles de comprender, pero esta ultima le dejaba perplejo; dudaba mucho de que a la Corona le preocupara el asegurarse de que un hombre le sacara partido a su dinero.
– Es facil de entender -explico Lucas-. Es para impedir que tengan que cruzar el rio. Despues del toque de queda se cierran las puertas de la ciudad, pero si los hombres contratan a un barquero en la orilla del rio, pueden vagar por las calles a su gusto y no precisamente para hacer nada bueno.
Aldred siguio hablando, pero se callo de pronto, y es que Nell se acercaba con otra jarra de vino. Tan pronto como la camarera se alejo, reanudo la conversacion.
– Supongo que esa es la razon por la que esta prohibido vender vino o cerveza en los «estofados», para impedir las peleas de borrachos. Pero algunos de los rostibulos los proporcionan a hurtadillas -confeso-, Nora hizo que le mandaran vino a su habitacion. Dijo que tampoco se les permite vender comidas y no veo la razon para esa regla. ?La ven vuesas mercedes?
Lucas estaba a punto de aventurar la conjetura de que era para impedir que los clientes se demoraran una vez que habian pagado por los servicios recibidos. Pero Jonas se lo impidio.
– Veo que nos vamos a pasar el dia hablando de prostitutas. De quien debemos hablar es de una en particular. Cuentanos acerca de la puta del Flamenco, Aldred.
– Bueno, pues… es joven y guapa. Tiene el pelo de color rubio claro, como mantequilla recien batida. Tiene una cintura muy fina y… -Aldred vacilo porque Nell seguia merodeando por alli y no sabia como describir los encantos fisicos de Nora en terminos refinados-. Seria una excelente ama de cria -espeto finalmente, haciendo gestos con las manos para indicar el tamano de los senos de la joven, y ruborizandose despues cuando Lucas y Justino rompieron a reir.
Pero Jonas no se rio.
– Ya se que en la cama es insuperable, muchacho -dijo con impaciencia-, porque tu saliste de su cuarto con una mueca de placer de oreja a oreja. Pero no es eso lo que necesitamos saber. ?Es lista? ?Cabeza de chorlito? ?Una zorra? ?Una charlatana? ?Debes de haberte formado una opinion sobre ella, Aldred!
Aldred se revolvio en el banco; hasta ahora Jonas le habia pedido que suministrara musculo, no materia gris.
– Habla, habla bastante, pero en realidad dice poco. No es una charlatana como lo son la mayoria de las mujeres. Al principio era tan dulce como la miel… -Se sonrojo aun mas; resonaba en sus oidos esa suave cadencia irlandesa, llamandole «adorado muchacho» y «amor mio»-. Pero cambio radicalmente en cuanto recibio