– ?No! -Justino dejo el vaso con tal fuerza sobre la mesa que la cerveza se derramo por todas partes-. ?Has perdido la razon, Nell? No te permitire que vayas a una distancia de menos de un kilometro de Gilbert el Flamenco, ni siquiera cuando lleve muerto seis meses y este a seis pies bajo tierra.

Nell arqueo una ceja.

– ?Es que tengo que recordarte que no eres mi marido? Y ciertamente tampoco mi padre. Asi que a no ser que seas un angel del Todopoderoso disfrazado, ?que derecho tienes tu a prohibirme que haga nada?

Justino fruncio el ceno, pero el argumento de Nell era irrefutable.

– Ningun derecho -acepto-. Pero no es que me este entrometiendo en tu vida, Nell, estoy simplemente tratando de salvarla. Creo que no te das cuenta de lo peligroso que es un hombre como el Flamenco.

– ?No? Y ?quien te remendo despues de tu propio encuentro con el Flamenco? -Con los brazos en jarras, Nell fulmino a Justino con la mirada, pero casi inmediatamente se suavizo-. Se que lo dices con la mejor intencion, Justino. Pero no tienes necesidad de preocuparte por mi. No voy a intentar competir con el Flamenco ni mi camino se va a cruzar con el suyo. Es a su ramera a la que voy a tratar de atraerme y, por supuesto, espero que esteis todos por los alrededores.

– Puedes contar con eso, muchacha -dijo Lucas, con tanto entusiasmo que Justino se dio cuenta de que habia adoptado la idea de Nell como si fuera la suya propia.

En cuanto a Jonas, Justino no dudo ni por un momento de que seria partidario de jugarse un cordero para cazar a un lobo. Encontrandose superado en numero y en votos, Justino no tuvo mas remedio que reconocer que no le gustaba la idea, pero interiormente se hacia el firme proposito de no perder de vista a Nell, pasara lo que pasara.

Gunter no estaba menos preocupado que Justino y lo suficientemente inquieto como para abandonar su acostumbrada reticencia.

– No tengo nada que decir sobre esta cuestion. Pero, no obstante, debo manifestar mis temores. Nell, te pido que reflexiones sobre tu ofrecimiento. Este Flamenco es un demonio, un hombre despiadado, que mata por el placer de matar. ?Por que se te ha ocurrido exponerte a un riesgo asi?

– Por dinero, por supuesto -Nell le sonrio a Gunter pacientemente-. Despues de todo, se paga a los espias. Hasta a veces ofrecen recompensas por capturar a algunos criminales. ?No es asi? -les pregunto a Jonas y a Lucas, guinando los ojos hasta que los dos asintieron-. Asi que ya veis, Gunter, sera una asociacion de la que todos sacaremos provecho. Ellos consiguen lo que quieren: ver a Gilbert el Flamenco en la horca; y yo el dinero que necesito para mi Lucy. ?Puede haber un objetivo mas digno de consideracion que ese?

Gunter refunfuno entre dientes con expresion sombria.

– Todas las madres desean lo mejor para sus hijos. Pero ?que pasara si el plan no sale bien? ?Que haras si te encuentras frente a frente con el Flamenco? ?Cual sera entonces la suerte de Lucy?

A pesar de su firme determinacion, las palabras de Gunter estremecieron a Nell. ?Que pasaria si tuviera mala suerte y muriera a manos del Flamenco? No era facil para un huerfano salir adelante. ?Podria contar con su prima para que se ocupara de Lucy? Por espacio de unos momentos Nell vacilo, pero despues decidio no prestar atencion a estas dudas de ultima hora.

– No puedo negar que haya en esto un riesgo. Pero los riesgos forman parte de la vida como el aire que respiramos. Puedo poner el pie en un clavo herrumbroso esta misma noche, se me puede infectar y puedo morir antes del fin de semana. Yo confio en que estos hombres me protejan del peligro. ?Tengo razon en albergar esa confianza? -dijo en tono desafiante, y recibio la respuesta que esperaba, palabras tranquilizadoras de Justino, de Lucas e incluso de Jonas de que su fe en ellos estaba plenamente justificada.

Lucas anadio, temerariamente, que no correria ningun peligro. Pero ni Justino ni Jonas se hicieron eco de esa declaracion, porque el primero no lograba deshacerse de una sensacion de aprension y el segundo sabia que hasta la promesa mas sincera podia quedar hecha jirones por obra de un afilado cuchillo.

Cuando no se celebraban actos liturgicos, la catedral de San Pablo se usaba para otros fines mas profanos. La nave, conocida como el Paseo de San Pablo, era el lugar favorito de reunion de los ciudadanos que iban en busca de gangas, de cotilleo o de refugio del desapacible tiempo invernal. Aunque todo esto ocurria con la censura del cabildo y demas miembros de la comunidad eclesiastica, que intentaban impedir que la gente exhibiera sus mercancias para la venta, en esta manana gris de un martes de febrero la catedral estaba abarrotada de vendedores ambulantes y sus clientes. Junto a la «columna de hombres dispuestos a prestar sus servicios», jovenes con aspecto aburrido deambulaban de un lado a otro con la esperanza de encontrar empleo. Cerca de alli, los abogados celebraban consultas con sus futuros clientes, mientras los revoltosos mozalbetes jugaban al corre que te pillo, a pesar de las indignadas reprimendas de sus irritados padres o de quienes se ocuparan de ellos.

La mirada de Justino se fijo una y otra vez en el extremo occidental de la nave, donde los escribas sentados ante pequenas mesas de madera, alquilaban los servicios de sus plumas de ganso, como los soldados hacian con sus espadas. Si no se hubiera tropezado con aquel notorio asesinato en el camino de Alresford, el estaria tambien probablemente sentado ante una de esas mesas, trabajando para ganarse el pan, con la escritura de cartas y testamentos.

– Tengo la impresion de que llevo anteojeras -se quejo Lucas, pero aun asi mantuvo su capucha prudentemente puesta para ocultar la cara. Echandole una ojeada al perfil de Justino, igualmente cubierto, bromeo-: No me gusta deciros esto, De Quincy, pero dais la impresion de que os acabais de escapar de un lazareto.

Justino manifesto su asentimiento, porque el unico manto con capucha que pudo encontrar en el escaso tiempo de que dispuso fue una prenda demasiado grande, de color indefinido, de arpillera, tejido burdo y aspero al tacto.

– ?Mira quien fue a hablar! -respondio Justino-, porque vos teneis el aspecto de quien deambula por un cementerio a medianoche. -Escudrinando de nuevo la nave, meneo la cabeza con gesto de frustracion-. ?Donde diablos esta Jonas? ?Que pasa si no llega a tiempo?

– Si no hay mas remedio lo dejamos para otro dia. Pero no creo que fracase. Tuvimos suerte de que Aldred oyera decir a Nora que estaria en la catedral de San Pablo esta manana. Creo que volveremos a tener suerte. Debeis… -Lucas se interrumpio a mitad de la frase-. Veo a Jonas entrando por la puerta de «Si Quis». -Pero a continuacion profirio un leve juramento-. ?Demonios, viene solo!

Envuelto en una capa negra, Jonas se fue abriendo paso hasta que llego a ellos, respondiendo enseguida a sus inquietas preguntas con total compostura.

– Le mande un recado diciendole que se tenia que encontrar conmigo en la catedral de San Pablo. Y vendra.

Justino no compartia su confianza.

– Debi encerrar a Nell con llave y candado en el sotano y acabar con esto -murmuro, dirigiendo una sombria mirada hacia donde se encontraba Nell, que regateaba insistentemente con un vendedor el precio de una pieza de lino. Estaba a menos de diez pies de su blanco, pero Justino no la habia sorprendido mirando una sola vez a Nora. Tenia que reconocer que Nell hacia esto mejor de lo que el se habria podido esperar.

Su mirada se volvio a concentrar en Nora, porque no tenia el aspecto que el le habria atribuido. Se habia imaginado a una mujer cuya apariencia delatara descaradamente su profesion, exageradamente exuberante y voluptuosa y demasiado maquillada y empolvada, como una fruta que hubiera madurado mas de lo debido. En lugar de eso, era como Aldred la habia descrito: guapa, con un colorido mas bien rubio y a la moda, y unos atractivos hoyuelos en las mejillas. Justino nunca la habria tomado por una ramera de Southwark, y menos aun se la habria imaginado en el ejercicio del acto sexual con el brutal y despiadado Flamenco. Seria como unir una serpiente a un pajaro cantor.

Lucas miraba tambien con admiracion a Nora.

– Nunca crei que al Flamenco y a mi nos gustara el mismo tipo de mujer. ?Estaba convencido de que las buscaria escarbando en las pocilgas! -Volviendose a Jonas, dijo en tono de duda-. Y ese hombre tuyo, ?estas seguro de que no nos va a dejar plantados?

– Felipe el Zorro es el mejor ladron que he conocido en mi vida. Lo suficientemente habil para desplumar a una paloma sin dejar ni una sola pluma que lo delate y lo suficientemente espabilado como para darse cuenta de que esta habilidad podria hacerlo terminar en la horca antes o despues. Ahora esta tomando parte en las carreras de los viernes en Smithfield y gana con la suficiente frecuencia como para estar muy solicitado. Si fracasa de vez en cuando, yo todavia no lo he visto. Cuando le pica el gusanillo, se lo rasca al otro lado del rio en Southwark,

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