donde no tiene efecto la autoridad del justicia.
– Es una pena que todos los delincuentes de Londres no sean tan complacientes -dijo Lucas secamente, y Jonas se encogio de hombros.
– ?No habeis oido decir que nadie tira piedras a su propio tejado? Pues bien, Felipe el Zorro sabe muy bien que no puede tirarlas al mio. Y hablando de Felipe, aqui lo tenemos, como bien os dije. Debeis saber ya a estas alturas que nunca prometo lo que no puedo cumplir.
Por un instante, a Justino le parecio que estaba viendo un fantasma deslizandose hacia ellos a lo largo de la nave, porque Felipe el Zorro tenia el mismo color pelirrojo y la misma constitucion del espia de dos caras Pepper Clem. Pero cuando Felipe se acerco mas, Justino se dio cuenta de que cualquier parecido era pura ilusion. Felipe era mucho mas joven que Clem y posiblemente mas joven que el propio Justino. Aunque bajo de estatura como Clem, no tenia nada de la dejadez del raterillo, ni la postura gacha y flacida del que esta acostumbrado a perder. Felipe tenia un cuerpo delgado y atletico, tan alerta y agil como el habitante de los bosques cuyo nombre llevaba. La masa de su pelo revuelto y rojizo se parecia al rabo de un zorro, y sus ojos -de un color castano claro, sesgados hacia arriba en los extremos- eran extranamente atractivos, resueltos y de mirada firme. Si el desventurado y torpe Clem habia sido la presa de la naturaleza, este joven enjuto y vigilante era indudablemente un ave de presa.
A Justino le impresiono el que Felipe no hiciera ninguna de las nerviosas protestas de inocencia que una llamada de Jonas pidiendole que compareciera podia facilmente provocar. Se limito a un cauteloso: «?Queriais verme?».
Jonas movio bruscamente la cabeza y Felipe los siguio hacia un lugar menos visible en el pasillo de al lado.
– Este es Lucas de Marston, el auxiliar del justicia de Hampshire. -Y mirando a Justino, Jonas anadio esbozando una sonrisa-: Y Justino de Quincy, que responde solamente ante la reina y Dios. Quiero presentaros a los dos a Felipe de Aldgate, conocido tambien como Felipe
– No lo soy ya -objeto Felipe con serenidad-. Ahora soy un ciudadano respetuoso de la ley.
– Por mucho que esto me satisfaga, no dejaria de ser una pena que tus dones se enmohecieran por falta de uso. Asi que sugiero que los pongas en practica en bien de la Corona. ?Ves a aquella mujer que lleva el manto azul? Quiero que le robes el monedero.
Justino sospechaba que a Felipe no era facil sorprenderle, pero Jonas lo habia logrado. Los ojos de reflejos dorados del muchacho se abrieron de par en par.
– Estareis hablando en broma, ?no?
– ?Se me conoce por mi buen humor? Cuando se mueve, se le ve la bolsa del dinero colgandole del cinturon. Despues de que la hayas mangado, quiero que se la entregues a esa joven que esta alli donde te senalo con la mano.
La mirada de Felipe paso de un rostro a otro. Una vez convencido de que estaban hablando en serio, permanecio en silencio unos momentos.
– Es muy amable por vuestra parte querer incluirme en este plan vuestro tan interesante. Pero me parece que no voy a formar parte de el por divertido que parezca.
– Piensalo bien -dijo Jonas con calma-. Hazlo por mi y te devolvere el favor. ?Deseas realmente rechazar lo que te hemos pedido?
– No, supongo que no. -Cuando miro de nuevo a Nora, lo hizo de manera calculadora y profesional-. ?Quereis solo el monedero?
Cuando Jonas asintio, Felipe se volvio para marcharse. Lucas le cogio apresuradamente del brazo.
– ?Quieres que alguno de nosotros provoque alguna distraccion?
– No sera necesario -contesto Felipe, demasiado cortesmente para el gusto de Justino y de Lucas, porque les parecio notar un oculto regocijo en su voz, una absoluta certeza que estaba muy cerca de la arrogancia. Mientras ellos lo observaban, el se fue dando un paseo por la nave en direccion a Nora. Justino pensaba que se tropezaria con ella y llevaria a cabo su mision en la confusion que se originaria. Pero apenas parecieron rozarse uno a otro y su contacto fue tan breve e intrascendente que ni siquiera se precisaron perdones. Justino sintio una aguda sensacion de desencanto. Felipe habia fracasado en su primer intento. ?Cuantos mas necesitaria antes de despertar las sospechas de Nora?
– Se echo atras como un caballo asustado -susurro Lucas entre dientes-, ?Y este es tu ladron perfecto, Jonas?
– Ciertamente lo es -contesto Jonas complacido y mientras Justino y Lucas observaban la escena asombrados, Felipe se dirigio a Nell, paso por donde estaba ella y siguio su camino. Miro una vez hacia atras, hizo una mueca de triunfo y se mezclo con la multitud, dejandolos a todos maravillados ante un juego de manos tan habil que ni lo habian visto ni eran capaces de explicar como habia tenido lugar, aunque lo estaban observando con la misma intensidad con la que los gatos miran una ratonera.
Ni Justino ni Lucas habian visto a Felipe pasarle el monedero a Nell. Pero ahora esta se estaba inclinando y se enderezo despues con la bolsa en la mano y una expresion de asombro en el rostro. Miro a la gente que tenia alrededor, cerca de ella, y se aproximo a Nora. Parados hombres era como mirar una obra de teatro sin dialogo. Pero aun asi era facil seguir el argumento.
Al ver la bolsa del dinero Nora dio un grito ahogado de asombro y rebusco por entre los pliegues de su manto. Nell hizo un gesto indicando el lugar donde fingio haber encontrado la bolsa. Unos minutos despues estaban las dos charlando con gran animacion. Y cuando Nora finalmente se volvio hacia el impaciente vendedor, le mostro a Nell el tejido para ver que le parecia. Nell meneo la cabeza enfaticamente indicando una pieza de lana de color rojizo. Por un instante, miro en direccion al lugar donde estaban los hombres. Aunque no podia estar seguro, a Justino le parecio que habia guinado un ojo.
Echaron a cara o cruz la cuestion de quien seguiria a Nell y a Nora. Lucas gano, Jonas fue a ocuparse de otras cosas y Justino regreso a Gracechurch Street. Gunter estaba cuidando de Lucy y de
Nell volvio muy excitada a ultima hora de la tarde, con el rostro aterido de frio. Habia compartido ya con Lucas todo lo que sabia, pero estaba encantada de volver a relatarlo para que lo oyera Justino. La taberna estaba abarrotada, pero en lugar de sustituir al agobiado Ellis, pidio cerveza y empezo su narracion con gran entusiasmo.
Nora y ella habian pasado la tarde juntas, curioseando por las tiendas de la Cheapside, parandose para comer en una fonda a la orilla del rio. Se entendieron estupendamente, confesaba Nell muy radiante, y quedaron en volverse a ver dos dias despues. No, por supuesto no se habia enterado aun de nada acerca del Flamenco. Que esperaba Justino de ella, ?milagros? Debia ir con mucho tiento al principio y no hacer nada que despertara sospechas en Nora. Porque de eso si se habia enterado hoy mismo: Nora no tenia un pelo de tonta.
– Aldred tenia razon. Esta es una mujer con secretos. Estaba muy agradecida de que yo hubiera recuperado su monedero y no dio la impresion de estar midiendo sus palabras conmigo. No obstante, me conto muy poco de si misma. Necesitare tiempo para ganarme su confianza.
Esto no era lo que Lucas queria oir, porque le parecia que sus dias en Londres se iban desgranando como la arena en un reloj.
– Dices que no te conto nada util, pero de lo que me cuentas saco la impresion de que a ninguna de las dos os faltaron las palabras, con mas chachara que dos cotorras. Entonces ?de que hablasteis?
– Hablamos principalmente de hombres, que Dios los proteja, de lo tontos que llegan a ser. -Nell sonrio de una manera tan insulsa que no estaban seguros de si hablaba en broma o en serio.
Los dias que siguieron fueron una dura prueba de paciencia para Lucas y Justino. Tomaron por turno seguirle la pista a Nell, mientras ella y Nora exploraban la ciudad y los contornos de su recien descubierta amistad. Cuando Nora estaba libre, se iban a comer juntas a una venta, iban a ver las carreras de caballos de los viernes en Smithfield, visitaban el mercado de Eastcheap y hasta presenciaron una pelea de gallos. Y por fin empezaron, con exasperante lentitud, a intercambiar confidencias.
Nell habia sido franca desde el principio al contar la vida que se habia inventado ella misma con ayuda de sus