Nell sabia perfectamente por que habia manifestado tan pronto su aprobacion: porque tenia intencion de quedarselo todo el. Pero la infeliz y desvalida Bella si se lo habria creido, asi que sonrio y asintio, aliviada de que hubieran llegado tan pronto a un acuerdo.

– La manera mas facil -dijo el- seria simular que tu marido fue asesinado en el curso de un robo en su tienda. Pero el oficial o el dependiente, ?duerme alli por las noches?

– No. Abel insistio en cobrarle un alquiler y el prefirio encontrar una habitacion en otro sitio. ?Nora le hablo de Joel?

Sus ojos brillaron como si estuviera perfectamente enterado del asunto y lo hicieron tan lascivamente que Nell se sonrojo.

– Se que te has estado metiendo en su cama siempre que has podido, si eso es lo que me quieres preguntar. Pero lo que me sorprende es que no acudieras a el en vez de a mi. ?Por que no pedirle a el deshacerse del incomodo marido?

– ?Nunca habria podido hacer eso! -Nell hizo lo posible para aparecer horrorizada-, Joel no tomaria jamas parte en un crimen, por mucho que me ame. No entra en su manera de ser. -Vio la insinuante sonrisa de suficiencia del forajido y contuvo su propia sonrisa, una sonrisa de victoria, porque este iba a ser el ultimo clavo en el ataud del Flamenco. Le interesaba cometer este crimen porque se estaba dando cuenta de que despues podian chuparle a ella la sangre. Cuando Gilbert y Nora quisieran mas dinero, lo unico que tenian que hacer era amenazarla con contarle la verdad a Joel y ella les pagaria para que mantuvieran la boca cerrada.

– Quiero hacer esto pronto -dijo-, porque ultimamente he estado ocioso y necesito dinero pronto. ?Donde esta su tienda?

Nell estaba preparada para esta pregunta.

– En Candlewright Street, frente a la iglesia de San Clemente. -Estaba deseando volver la cabeza para ver si Justino y Lucas se iban acercando ya, pero no se atrevio. Se habian puesto de acuerdo en la cuestion de extremar la cautela, porque con un hombre como Gilbert no podian correr el riesgo de dar un paso en falso.

– Quiero comprobar todo esto yo mismo. Mientras tanto, me tienes que hacer una copia de la llave de su caja fuerte. ?No discutas, mujer, hazlo! El hombre se banara de vez en cuando, ?no es asi? Mientras lo hace, aprieta la llave contra una lamina de cera caliente y saca la huella.

Yo conozco a un herrero que no hace preguntas inoportunas.

– Yo… yo lo intentare -dijo Nell, vacilante-. Tengo que… ?ay, Dios mio! -Se llevo la mano a la boca-. ?Es el primo de mi marido! Y me ha visto, se esta acercando a nosotros! ?Que le digo?, ?que?

– ?Controlate! -contesto el Flamenco con brusquedad. Agarrandola del brazo, hundio los dedos en su muneca, esta vez haciendole mucho dano-. Dile que tu marido te ha encargado que le busques un caballo.

Aldred estaba ya muy cerca de ellos.

– ?Bella! ?Que estas haciendo aqui? ?Donde esta el primo Abel? -Se estaba excediendo en entusiasmo al saludarla, pero no podia por menos de estar nervioso, deseando recuperar la confianza de Jonas despues de haber metido la pata respecto a su turno de vigilancia de la casa de Nora.

– Abel no sabe nada. Esto… esto va a ser una sorpresa. Quiero que se compre un caballo y he pensado que, si me entero antes de los precios y todo lo demas, tal vez pueda persuadirle. Le sera muy util para la entrega de sus encargos.

– Sin duda alguna -afirmo Aldred enfaticamente-. Has tenido suerte de que yo haya pasado por aqui casualmente, porque entiendo mucho de caballos y puedo ayudarte a elegir uno bueno. -Y pasando por delante del Flamenco, Aldred empezo a palpar con las manos las patas delanteras del caballo. Nell miro a Gilbert y se encogio de hombros en un gesto de impotencia. Gilbert tenia cara de mal genio, pero no podia hacer nada mas que seguir el juego. Aldred estaba ahora al otro lado del caballo, hablando de la necesidad de mirar si tenia sobrehuesos que indicaran una caida anterior y de asegurarse de que el caballo respiraba bien. Nell penso que todo esto sonaba muy convincente. El mero hecho de tenerlo cerca era una tranquilidad. No se encontraba ya tan vulnerable, tan expuesta a la malicia y a la navaja del asesino.

Moviendose un poco para poder inspeccionar el panorama, le parecio que todo tenia un aspecto perfectamente normal y enganosamente pacifico, teniendo en cuenta lo que estaba a punto de suceder. Habiendo rechazado la muia, los monjes negros se acercaban lentamente en su direccion, con las capuchas ocultandoles los rostros. El defraudado vendedor iba detras de ellos, ofreciendoles rebajar el precio de la bestia. Dos perros retozaban cerca del carro y un hombre de pelo rubio llevaba su caballo al borde de la charca. Cuando Nell volvio, mas tarde, a representar la escena en su memoria, no podia recordar nada fuera de lo ordinario.

Asi que la accion del Flamenco la cogio totalmente desprevenida. Nunca llegaria a saber lo que le inquieto. Habia demostrado siempre poseer un sexto sentido, una estremecedora habilidad para husmear el peligro y evidentemente habia puesto ahora en juego esta habilidad.

– Me pondre en contacto contigo sobre este asunto -dijo de pronto y agarro las riendas del caballo.

– ?Espera, no hemos terminado de hablar!

La protesta de Aldred fue mas eficaz que la de Nell. Al subir Gilbert a la montura del caballo, le agarro del brazo y trato de tirarlo al suelo. Lo que siguio fue el revuelo mas absoluto. Justino y Lucas fueron corriendo hacia ellos. El vendedor de la milla hizo lo mismo. La lona salto por los aires al salir subitamente Jonas del carro. El unico espectador inocente, el hombre que le estaba dando agua a su caballo, se volvio para mirar y los perros empezaron a ladrar. Asombrada por la velocidad con que ocurrio todo, Nell permanecio de pie, como una estatua. Gilbert proferia juramento tras juramento tratando de quitarse de encima a Aldred mientras su caballo resbalaba sobre la tierra encharcada. Y en ese crucial momento se vio un resplandor metalico a la luz del sol, un grito ahogado procedente de Aldred y, al salpicar la sangre su cara y sus manos en alto, Nell se puso a gritar.

Aldred se desplomo en el suelo a sus pies y Nell se arrodillo junto a el, rasgandose el velo. El cuello de Aldred estaba cubierto de sangre y ella trato con empeno de contener la hemorragia. Pero estaba obrando instintivamente, porque nada de esto le parecia real, ni el muchacho que se quejaba ni la pelea que estaba ahora teniendo lugar a poca distancia de los dos. Lucas habia logrado acercarse al lugar del suceso, y habia llegado a agarrar las riendas del caballo del Flamenco. Pero Gilbert empezo a dar tremendas patadas en la cabeza del justicia. Lucas se echo a un lado y la bota le dio en el hombro, con tanta fuerza que le arrojo lejos tambaleandose. Clavando sus espuelas en los flancos de su montura, Gilbert dirigio el caballo hacia el bosque lejano.

Lo unico que Nell podia hacer era mirar. Jonas estaba todavia a cierta distancia, pero Justino se encontraba encima de ellos. Cuando vio al Flamenco arrojar violentamente a Lucas, giro y silbo con fuerza. Copper levanto la cabeza y se lanzo a galope tendido, con las riendas colgando. Nell se habria maravillado al ver a un caballo mejor entrenado que la mayoria de los perros, pero ahora solo podia pensar en Aldred, aterrada de que se desangrara en su regazo.

Pero para su gran sorpresa, pronto intento sentarse. A pesar de la mucha sangre que habia perdido, la herida no era mortal; la navaja del Flamenco afortunadamente no habia cortado venas ni arterias. A Lucas le habia dejado medio muerto, pero se levanto tambaleandose, profirio procaces juramentos y se dio la vuelta para coger su propio caballo, en el momento en que Justino pasaba a toda velocidad por donde estaban ellos. Los veloces cascos de Copper revolvian la tierra convirtiendola en un chaparron de barro.

– ?Oh, no, Dios mio! -grito Nell, horrorizada, al darse cuenta de que el Flamenco volvia a escaparse. Justino lo estaba persiguiendo, pero el caballo de Gilbert llevaba ventaja. En cuanto a los otros, no formaban ya parte del juego: Lucas a punto de montar en su semental, Jonas a pie y echando maldiciones. El caballo que estaba mas cerca pertenecia al espectador que estaba boquiabierto. Corriendo hacia el, Jonas empujo a un lado al hombre, que no salia de su asombro, y cogio las riendas. Pero Nell sabia que era demasiado tarde. Una vez mas Gilbert el Flamenco se escapaba, y quedaba libre para seguir matando y hasta para encontrarla a ella y vengarse del ardid a que le habia sometido.

– ?Se escapa! -grito, y sus palabras se convirtieron en sollozos.

Aldred se sujeto el ensangrentado velo de Nell contra la herida de su cuello y se levanto tambaleandose.

– No, no se escapa. Justino me dijo que cortara los nudos de la cincha de la silla de su caballo -jadeo Aldred.

Nell le miro fijamente y se volvio despues a contemplar el espectaculo de la persecucion. Todo seguia igual. Justino habia reducido la distancia que le llevaba Gilbert, aunque no lo suficiente. Pero repentinamente la situacion cambio. El caballo zaino parecia estar acortando el paso y en un momento de desesperacion Gilbert lo agarro por la crin, haciendo un esfuerzo sobrehumano para mantener el equilibrio cuando la silla empezo a resbalar. Un momento despues, el caballo castano lo habia adelantado. Sacando los pies de los estribos, Justino se arrojo

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