– Jamas he visto a nadie tocar «La ardilla sobre el tejado» sin un juego de cuerdas entero -le dijo Simmon.

– Ya -dijo Wil-. Pues hacias que pareciera facil. Ya que has tenido la sensatez de dejar esa bebida de frutas illica, ?me dejas que te invite a una ronda de buen y oscuro scutten, la bebida de los reyes cealdimos?

Se reconocer un cumplido, pero me resistia a aceptar la invitacion de mi amigo, porque precisamente empezaba a tener la mente despejada otra vez.

Por fortuna, no hizo falta que le diera ninguna excusa, porque entonces vino Marea a presentarme sus respetos. Era la rubia y encantadora arpista que habia intentado conseguir su caramillo de plata y habia fracasado. Por un instante pense que quiza fuera ella la voz de mi Aloine, pero tras escucharla un momento comprendi que no podia serlo.

Eso si: era muy hermosa. Y de cerca parecia aun mas hermosa que en el escenario, lo cual no sucede siempre. Hablamos un rato, y me entere de que era la hija de un concejal de Imre. El azul claro de su vestido, destacado contra la cascada de su dorado cabello, era un reflejo del intenso azul de sus ojos.

Pese a lo hermosa y encantadora que era, no pude dedicarle la atencion que merecia. Estaba deseando alejarme de la barra para ir a buscar la voz que habia cantado la parte de Aloine conmigo. Charlamos un rato, nos sonreimos y nos separamos con palabras amables y con la promesa de volver a vernos pronto. Se perdio entre el gentio con una maravillosa serie de suaves y curvilineos movimientos.

– ?Que ha sido esa vergonzosa exhibicion? -me pregunto Wilem cuando Marea se hubo marchado.

– ?Como dices?

– ?Como dices? -repitio imitando mi tono de voz-. ?Como te atreves a fingir siquiera que eres tan imbecil? Si una chica tan guapa como esa me mirara con un solo ojo de la forma en que te ha mirado a ti con los dos… Ya habriamos encontrado una habitacion, por expresarlo de forma educada.

– Ha sido simpatica -proteste-. Y hemos hablado un rato. Me ha preguntado si querria ensenarle algunos acordes de arpa, pero hace mucho tiempo que no toco el arpa.

– Pues si sigues pasando por alto insinuaciones como esa, seguiras sin tocarla mucho tiempo -repuso Wilem con franqueza-. Lo unico que ha faltado ha sido que se desabrochara otro boton.

Sim se inclino hacia mi y apoyo una mano en mi hombro; era la viva imagen del amigo preocupado.

– Kvothe, hace tiempo que quiero hablar contigo de este problema. Si de verdad no te has dado cuenta de que esa chica se interesaba por ti, quiza tengas que admitir la posibilidad de que seas absolutamente inepto en lo relativo a las mujeres. Quiza debas plantearte el sacerdocio.

– Estais borrachos -dije para disimular mi rubor-. ?Os habeis quedado con que es la hija de un concejal?

– ?Te has quedado -replico Wil en el mismo tono- con como te miraba?

Yo sabia que era deplorablemente inexperto con las mujeres, pero no tenia por que reconocerlo. Asi que descarte sus comentarios con un ademan y baje del taburete.

– No se, pero dudo que un revolcon detras de la barra fuera en lo que estaba pensando esa chica. -Bebi un sorbo de agua y me alise la capa-. Bueno, tengo que encontrar a mi Aloine y darle las gracias. ?Que aspecto tengo?

– ?Que mas da? -dijo Wilem.

Simmon le toco el codo a Wilem.

– ?No lo ves? Va detras de una presa mas peligrosa que la escotada hija de un concejal.

Me di la Vuelta con gesto de fastidio y fui hacia donde estaba la gente.

No tenia ni idea de como la encontraria. Mi parte mas romantica y delirante pensaba que la reconoceria nada mas verla. Si era la mitad de radiante que su voz, brillaria como una vela en una habitacion a oscuras.

Pero mientras pensaba esas cosas, mi parte mas sabia me susurraba al oido. «No abrigues esperanzas», me decia. «No cometas el error de abrigar esperanzas de que exista una mujer que pueda arder tan intensamente como la voz que ha cantado la parte de Aloine.» Y aunque ese mensaje no fuera un consuelo, yo sabia que era sabio. Habia aprendido a escuchar a esa parte de mi en las calles de Tarbean; sin ella no habria salido vivo de alli.

Me pasee por la planta baja del Eolio, buscando sin saber a quien buscaba. De vez en cuando, la gente me sonreia o me saludaba con la mano. Pasados cinco minutos, habia visto todas las caras que se podian ver y subi al primer piso.

Se trataba, en realidad, de un anfiteatro adaptado, pues en lugar de asientos en graderia habia hileras de mesas escalonadas, orientadas hacia el piso de abajo. Mientras circulaba entre las mesas buscando a mi Aloine, esa parte mas sensata de mi seguia susurrandome al oido. «No te hagas ilusiones. Lo unico que conseguiras sera llevarte una decepcion. Esa mujer no sera tan hermosa como tu la imaginas, y entonces te desesperaras.»

Cuando termine de buscar en el primer piso, empezo a surgir un nuevo temor dentro de mi. Quiza se hubiera marchado mientras yo estaba sentado a la barra, bebiendo metheglin y cubriendome de elogios. Debi ir a buscarla enseguida; debi arrodillarme y darle las gracias de todo corazon. ?Y si ya se habia marchado? El nerviosismo me produjo un incomodo vacio en el estomago cuando empece a subir la escalera que conducia al ultimo piso del Eolio.

«Mira lo que has conseguido ilusionandote -me dijo la voz-. Se ha marchado, y lo unico que tienes es una resplandeciente y delirante imagen con la que atormentarte.»

El segundo piso era el mas pequeno de los tres; en realidad no era mas que un estrecho semicirculo que abrazaba tres paredes, muy por encima del escenario. Alli, las mesas y los bancos estaban mas separados y menos concurridos. Me fije en que lo que mas habia alli eran parejas, y me senti un poco voyeur mientras pasaba de una mesa a otra.

Tratando de aparentar indiferencia, examinaba las caras de los que estaban alli sentados hablando y bebiendo. Fui poniendome mas y mas nervioso a medida que me acercaba a la ultima mesa. Era imposible que lo hiciera con disimulo, porque la mesa estaba en un rincon. La pareja que ocupaba esa mesa, una persona de cabello claro y otra oscuro, estaban de espaldas a mi.

Al acercarme, la persona de cabello claro rio, y atisbe una cara orgullosa y de elegantes facciones. Era un hombre. Mire a su acompanante. Era mi ultima esperanza. Sabia que tenia que ser mi Aloine.

Al bordear la esquina de la mesa le vi la cara. Era otro hombre. Mi Aloine se habia marchado. La habia perdido, y esa certeza me hizo sentir como si mi corazon se hubiera caido de su sitio en mi pecho y hubiera ido a parar a la altura de mis pies.

Los dos desconocidos levantaron la cabeza y el rubio me sonrio.

– Mira, Thria, el joven Seis Cuerdas ha venido a saludarnos.

– Me miro de arriba abajo-. ?Que guapo! ?Quieres tomar algo con nosotros?

– No -murmure, abochornado-. Solo estaba buscando a alguien.

– Pues ya has encontrado a alguien -replico el con soltura tocandome un brazo-. Me llamo Fallon, y este es Thria. Tomate algo, hombre. Te prometo que no dejare que Thria intente llevarte a su casa. Siente debilidad por los musicos. -Me sonrio amablemente.

Murmure una excusa y me marche, demasiado turbado para preocuparme por si habia hecho el ridiculo o no.

Cuando volvia hacia la escalera, desmoralizado, mi parte sabia aprovecho la ocasion para amonestarme. «Eso es lo que se consigue con la esperanza -dijo-. Nada bueno. Sin embargo, es mejor que no la hayas encontrado. No habria podido estar a la altura de su voz. Esa voz, bella y terrible como la plata ardiendo, como la luz de la luna reflejada en las piedras de un rio, como una pluma acariciando tus labios.»

Me dirigi a la escalera, mirando el suelo para que nadie intentara entablar conversacion conmigo.

Entonces oi una voz, una voz como la plata ardiendo, como un beso en mis oidos. Levante la cabeza, mi corazon se ilumino, y supe que era mi Aloine. Levante la cabeza, la vi, y lo unico que pude pensar fue: es preciosa.

Preciosa.

57 Interludio: las partes que nos conforman

Moviendose despacio, Bast se desperezo y miro alrededor. Al final, se consumio la corta mecha de su

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