hacerte dano. -Sonaba muy mal dicho tan crudamente, pero era la verdad. Lo mire con insolencia.
Hubo un largo silencio. Arwyl me miraba con los ojos ligeramente entrecerrados detras de las gafas, como si tratara de traspasarme con la mirada y leer en mi interior. Volvio a acariciarse el labio superior con un dedo y luego, despacio, empezo a hablar:
– Supongo que si fuera mayor de lo que soy -dijo en voz muy baja, como si hablara para si- diria que lo que has hecho es una ridiculez. Que nuestros alumnos son adultos, y no crios rencillosos y peleones.
Hizo otra pausa, sin dejar de acariciarse distraidamente el labio. Entonces se le arrugaron las comisuras de los ojos y me sonrio.
– Pero no soy tan viejo. Hmmm. Todavia no. Ni mucho menos. Quien piense que los ninos son dulces e inocentes es que nunca ha sido nino, o lo ha olvidado. Y quien piense que los hombres no son a veces hirientes y crueles no deberia salir a menudo de su casa. Y desde luego nunca ha sido fisiologo. Nosotros, mas que nadie, vemos los efectos de la crueldad.
Antes de que yo pudiera responder, Arwyl continuo:
– Cierra la boca, E'lir Kvothe, o me vere obligado a meterte un repugnante tonico en ella. Ah, ya estan aqui. -Eso ultimo se lo dijo a dos alumnos que entraron por la puerta; uno era el mismo ayudante que me habia ensenado el camino, y la otra, sorprendentemente, era una joven.
– ?Ah, Re'lar Mola! -dijo Arwyl con gran entusiasmo. Adopto una expresion relajada y amistosa; nadie habria sospechado que, momentos antes, estabamos manteniendo una seria discusion-. Ya te' habran dicho que tu paciente tiene dos laceraciones rectas y limpias. ?Que has traido para remediar la situacion?
– Lino hervido, aguja de sutura, hilo de tripa, alcohol y tintura de yodo -contesto la joven resueltamente. Tenia unos ojos verdes que destacaban en su palido rostro.
– ?Como? -dijo Arwyl-. ?No has traido cera simpatica?
– No, maestro Arwyl -respondio ella palideciendo un poco ante el tono de voz del maestro.
– Y ?por que no?
Ella vacilo.
– Porque no la necesito.
Sus palabras aplacaron a Arwyl.
– Ya. Claro que no la necesitas. Muy bien. ?Te has lavado antes de entrar aqui?
Mola asintio, y su corto cabello rubio se agito al mover ella la cabeza.
– Entonces has perdido tiempo y esfuerzo -replico el maestro con seriedad-. Piensa en todos los germenes de enfermedades que podrias haber cogido en el largo recorrido por el pasillo. Lavate otra vez y empezaremos.
La chica se lavo las manos con eficiencia y esmero en un lavamanos que habia alli mismo. Arwyl me ayudo a tumbarme boca abajo en la mesa.
– ?Han adormecido al paciente? -pregunto Mola. Aunque no podia verle la cara, aprecie una sombra de duda en su voz.
– Anestesiado -la corrigio Arwyl-. Tienes buen ojo para los detalles, Mola. No, no lo hemos anestesiado. Veamos, ?que harias si el E'lir Kvothe te asegurara que no necesita esas cosas? Afirma tener el autocontrol de una barra de acero de Ramston, y que no rechistara cuando le des los puntos. -Arwyl hablaba con seriedad, pero yo detecte una nota de humor escondida en su voz.
Mola me miro primero y luego a Arwyl.
– Le diria que estaba delirando -contesto tras una breve pausa.
– ?Y si el reiterara sus afirmaciones de que no necesita ningun agente somnifero?
Esa vez Mola hizo una pausa mas larga.
– Veo que no sangra mucho, asi que procederia. Tambien le dejaria claro que si se movia demasiado lo ataria a la mesa y lo trataria como me pareciera conveniente para su bien.
– Hmmm. -Al parecer, a Arwyl le sorprendio la respuesta de Mola-. Si, muy bien. Bueno, Kvothe, ?sigues renunciando al anestesico?
– Gracias -dije con educacion-. No lo necesito.
– Muy bien -dijo Mola, resignada-. Primero limpiare y esterilizare la herida. -El alcohol picaba, pero eso fue lo peor. Hice cuanto pude para relajarme mientras Mola iba explicando el procedimiento. Arwyl no paraba de hacer comentarios y dar consejos. Yo ocupe mi mente con otras cosas y, ayudado por el nahlrout, intente no moverme cada vez que notaba el pinchazo de la aguja.
Mola termino enseguida y me vendo con una rapidez y una destreza que me impresionaron. Cuando me ayudo a sentarme, me pregunte si todos los alumnos de Arwyl estarian tan bien entrenados como aquella.
Mola me estaba atando las ultimas vendas cuando note un debil roce en el hombro, casi inapreciable, pues todavia estaba adormecido por el nahlrout.
– Tiene una piel preciosa -oi decir a Mola, seguramente dirigiendose a Arwyl.
– ?Re'lar! -exclamo el maestro con severidad-. Esa clase de comentarios no son profesionales. Me disgusta tu falta de sentido comun.
– Me referia a la clase de cicatriz que seguramente le quedara -replico la chica en tono mordaz-. No creo que le quede mas que una linea palida, suponiendo que consiga no abrirse la herida.
– Hmmm -dijo Arwyl-. Si, claro. Y ?como podria evitarlo?
Mola se coloco enfrente de mi.
– Evita movimientos como este -me dijo extendiendo los brazos hacia delante- o este -los levanto por encima de la cabeza-. Evita movimientos bruscos de cualquier tipo: correr, saltar, trepar… El vendaje podria soltarse dentro de dos dias. No te lo mojes. -Miro a Arwyl.
El maestro asintio.
– Muy bien, Re'lar. Puedes marcharte. -Miro al otro alumno, mas joven que Mola, que habia observado en silencio todo el procedimiento-. Tu tambien puedes irte, Geri. Si alguien os pregunta por mi, estare en mi despacho. Gracias.
Arwyl y yo volvimos a quedarnos a solas. El maestro permanecio alli plantado, inmovil, tapandose la boca con una mano, mientras yo, con mucho cuidado, me ponia la camisa. Al final tomo una decision:
– E'lir Kvothe, ?te gustaria estudiar aqui, en la Clinica?
– Por supuesto que si, maestro Arwyl -conteste con sinceridad.
Arwyl asintio; seguia con una mano encima de los labios.
– Vuelve dentro de cuatro dias. Si eres lo bastante listo para no abrirte los puntos, te admitire. -Le brillaban los ojos.
43 Una luz parpadeante
Animado por el efecto estimulante del nahlrout y sintiendo muy poco dolor, me encamine al Archivo. Como ya era miembro del Arcano, tenia permiso para explorar en Estanterias, algo que llevaba toda la vida esperando poder hacer.
Mejor aun, mientras no pidiera ayuda a los secretarios, nada quedaria anotado en los registros del Archivo. Eso significaba que podria buscar toda la informacion que quisiera sobre los Chan-drian y los Amyr, y que nadie, ni siquiera Lorren, tenia por que saber de mis «infantiles» indagaciones.
Entre en el Archivo, iluminado con una luz rojiza, y encontre a Ambrose y a Fela sentados detras del mostrador del vestibulo. Una suerte y una desgracia.
Ambrose estaba inclinado hacia la joven, hablandole en voz baja. Ella tenia la mirada inconfundiblemente incomoda de una mujer que sabe lo inutil que resulta una negativa educada. Ambrose tenia una mano apoyada en la rodilla de Fela, y el otro brazo sobre el respaldo de su silla, con la mano sobre su nuca. Pretendia parecer tierno y carinoso, pero Fela estaba tensa como un ciervo asustado. La verdad es que Ambrose la estaba reteniendo, como cuando sujetas a un perro por el pescuezo para que no salga corriendo.
La puerta se cerro con un ruido sordo detras de mi; Fela levanto la cabeza, me miro y volvio a desviar la mirada, avergonzada del apuro en que se encontraba. Como si ella hubiera hecho algo malo. Yo habia visto muchas veces esa mirada en las calles de Tar-bean. Desperto en mi una vieja ira.
Me acerque al mostrador haciendo mas ruido del necesario. En el otro extremo del mostrador habia una