pluma y un tintero, y una hoja de papel con algo escrito y llena de tachaduras. Por lo visto, Ambrose habia estado intentando componer un poema.
Llegue al final del mostrador y me quede un momento alli plantado. Fela miraba a todas partes menos a mi y a Ambrose. Se rebullia en la silla, incomoda, pero era evidente que no queria montar una escena. Carraspee deliberadamente.
Ambrose miro por encima del hombro, con el ceno fruncido.
– Que inoportuno eres, E'lir. ?No ves que desentonas? Vuelve mas tarde. -Giro de nuevo la cabeza, ignorandome.
Di un resoplido y me incline sobre el mostrador, estirando el cuello para leer lo que habia escrito en la hoja de papel que Ambrose habia dejado alli.
– ?Que yo desentono? Por favor, pero si este verso tiene trece silabas. -Di unos golpecitos con el dedo en la hoja-. Y no es verso yambico. La verdad es que no se si tiene alguna metrica.
Ambrose giro la cabeza y me miro con irritacion.
– Cuidado con lo que dices, E'lir. El dia que te pida ayuda para componer un poema sera el dia en que…
– … sera el dia en que tengas dos horas libres -le interrumpi-. Dos horas largas, y eso sera solo para empezar. «?Asi encuentra tambien bien el humilde tordo un suyo rumbo?» Mira, no se por donde empezar a corregir eso. No se aguanta por ninguna parte.
– ?Que sabras tu de poesia? -dijo Ambrose sin molestarse en girar la cabeza.
– Se distinguir un verso que cojea cuando lo oigo -conteste-. Pero este ni siquiera cojea. La cojera tiene ritmo. Esto es como alguien cayendo por una escalera. Una escalera de peldanos irregulares. Con un estercolero al final.
– Es un ritmo saltarin -me dijo con una voz tensa, ofendido-. Es logico que no lo entiendas.
– ?Saltarin? -Solte una risotada de incredulidad-. Mira, si viera «saltar» asi a un caballo, lo sacrificaria por piedad, y luego quemaria su cuerpo para evitar que los perros lo mordisquearan y murieran.
Ambrose se volvio por fin hacia mi, y para hacerlo tuvo que retirar la mano derecha de la rodilla de Fela. Era una pequena victoria, pero su otra mano seguia sobre la nuca de la chica, sujetandola a la silla con la apariencia de una caricia.
– Me imaginaba que hoy pasarias por aqui -dijo con crispada jovialidad-. Ya he mirado en el registro. Todavia no apareces en las listas. Tendras que conformarte con ir a Volumenes o volver mas tarde, cuando hayan puesto al dia los libros.
– ?Podrias volver a mirar? No te enfades, pero no estoy seguro de poder confiar en alguien que intenta hacer rimar «encuentra» con «merienda». No me extrana que tengas que recurrir a la fuerza para que las mujeres escuchen tus poemas.
Ambrose se puso en tension, y su brazo resbalo del respaldo de la silla y cayo junto a su costado. Me lanzo una mirada asesina.
– Cuando seas mayor, E'lir, y sepas que hacen juntos un hombre y una mujer…
– ?Que? ?En la intimidad del vestibulo del Archivo? -Describi un circulo con un brazo-. ?Cuerpo de Dios! ?Esto no es ningun prostibulo! Y, por si no te habias fijado, esa chica es una alumna, y no un clavo que has pagado para golpear. Si quieres forzar a una mujer, ten la decencia de hacerlo en un callejon. Al menos de esa forma ella se sentira justificada cuando chille.
Ambrose se ruborizo intensamente, y tardo un buen rato en re
cobrar la voz. u
– Tu no tienes ni idea de mujeres.
– Mira, en eso tienes razon -dije con desenvoltura-. De hecho, esa es la razon por la que he venido aqui. Quiero documentarme un poco. Necesitaria un par de libros sobre el tema. -Golpee el registro con dos dedos, con fuerza-. Asi que busca mi nombre y dejame entrar.
Ambrose abrio bruscamente el libro, busco la pagina indicada y le dio la vuelta para mostrarmela.
– Toma. Si encuentras tu nombre en la lista, puedes examinar en Estanterias a tu antojo. -Compuso una escueta sonrisa y agrego-: Si no, puedes volver dentro de un ciclo, mas o menos. Entonces las listas ya estaran actualizadas.
– Pedi a los maestros que enviaran una nota por si habia alguna confusion sobre mi admision en el Arcano - dije, y me levante la camisa hasta la cabeza, volviendome para que Ambrose pudiera ver los vendajes-. ?Alcanzas a leerla desde ahi, o tengo que acercarme mas?
Ambrose guardo silencio, asi que me baje la camisa y me volvi hacia Fela, ignorandolo a el por completo.
– Senorita -le dije, e hice una reverencia; una reverencia muy pequena, porque mi espalda no daba para mas-, ?seria usted tan amable de ayudarme a localizar un libro sobre mujeres? Mis mayores me han ordenado informarme sobre esa materia tan sutil.
Fela esbozo una sonrisa debil y se relajo un tanto. Despues de que Ambrose retirara la mano, ella habia seguido sentada en una posicion incomoda y rigida. Deduje que conocia lo suficiente el temperamento de Ambrose para saber que si echaba a correr y lo ponia en evidencia, mas tarde el se lo haria pagar.
– No se si tenemos algo asi.
– Me conformaria con un manual -dije con una sonrisa-. Dicen que no tengo ni idea sobre mujeres, asi que cualquier cosa, por sencilla que sea, ampliara mis conocimientos.
– ?Un libro con imagenes? -tercio Ambrose con desden.
– Si nuestra busqueda degenera hasta ese nivel, no dudare en acudir a ti -dije sin mirarlo. Sonrei a Fela y, con dulzura, anadi-: Quiza un bestiario. He oido decir que las mujeres son unas criaturas singulares, muy diferentes de los hombres.
Fela ensancho la sonrisa y solto una risita.
– Bueno, supongo que podriamos echar un vistazo.
Ambrose la miro con el ceno fruncido.
Fela le hizo un gesto apaciguador.
– Todo el mundo sabe que lo han admitido en el Arcano, Ambrose. ?Que hay de malo en que lo dejemos entrar?
Ambrose la fulmino con la mirada.
– ?Por que no vas a Volumenes y haces de mandadera un rato? -dijo con frialdad-. Puedo encargarme de esto yo solo.
Moviendose con rigidez, Fela se levanto, cogio el libro que habia estado intentando leer y se dirigio a Volumenes. Quiero pensar que al abrir la puerta me lanzo una breve mirada de gratitud y alivio. Pero quiza fueran imaginaciones mias.
Cuando la puerta se cerro detras de ella, tuve la impresion de que la habitacion se oscurecia un poco. Y no hablo en sentido poetico. Me parecio que la luz perdia intensidad. Mire las lamparas simpaticas que estaban colgadas en las paredes y me pregunte que pasaba.
Pero al cabo de un momento note como, poco a poco, una quemazon empezaba a extenderse por mi espalda, y entonces lo entendi. Se estaban pasando los efectos del nahlrout.
Los analgesicos mas potentes tienen graves efectos secundarios. La tenasina puede producir delirio o desmayos. El lacillium es venenoso. El ofalo es muy adictivo. La mhenka es, quiza, el mas potente de todos, pero por algo la llaman «raiz del diablo».
El nahlrout es menos potente que todos esos, pero mucho mas seguro. Es un anestesico suave, un estimulante y un vasoconstrictor, lo cual explica por que no habia sangrado como un cerdo cuando me habian dado los latigazos. Y lo mejor de todo era que no tenia graves efectos secundarios. Sin embargo, siempre hay que pagar algun precio. Cuando se pasa el efecto del nahlrout, te deja fisica y mentalmente exhausto.
Pero yo habia ido alli para entrar en Estanterias, pasara lo que pasase. Ya era miembro del Arcano y no pensaba marcharme hasta haber accedido al Archivo. Me volvi hacia el mostrador con gesto de determinacion.
Ambrose me miro largo rato como evaluandome, y luego exhalo un suspiro.
– Esta bien -dijo-. Te propongo un trato. Tu no dices nada de lo que has visto hoy aqui, y yo me salto las normas y te dejo entrar aunque no estes oficialmente en el registro. -Parecia un poco nervioso-. ?Que te parece?