Ya mientras Ambrose hablaba, empece a notar como disminuia el efecto estimulante del nahlrout. Notaba el cuerpo pesado y cansado, y los pensamientos, lentos y espesos. Levante los brazos para frotarme la cara con las manos, e hice una mueca de dolor porque al moverlos se tensaron los puntos que tenia por toda la espalda.

– Me parece bien -dije con voz pastosa.

Ambrose abrio uno de los libros de registro y suspiro mientras pasaba las paginas.

– Como es la primera vez que entras en el Archivo propiamente, tendras que pagar la cuota de Estanterias.

Note un extrano sabor a limon en la boca. Ese era un efecto secundario que Ben nunca habia mencionado. Me distrajo, y al cabo de un momento vi que Ambrose me miraba con gesto expectante.

– ?Que? -dije.

El me miro con extraneza.

– La cuota de Estanterias.

– Para entrar en Volumenes no tuve que pagar ninguna cuota -objete.

Ambrose me miro como si yo fuera idiota.

– Pues claro. Por eso se llama cuota de Estanterias. -Bajo la vista hacia el registro-. Normalmente se paga junto con la matricula de tu primer bimestre en el Arcano. Pero como tu te has saltado unos cuantos pasos, tendras que pagarla ahora.

– ?Cuanto cuesta? -pregunte cogiendo mi bolsa de dinero.

– Un talento -respondio-. Y tienes que pagar antes de entrar. Las normas son las normas.

Despues de pagar mi cama en las Dependencias, un talento era, practicamente, el unico dinero que me quedaba. Era muy consciente de que necesitaba ahorrar para pagar la matricula del siguiente bimestre. Si no podia pagar, tendria que dejar la Universidad.

Sin embargo, un talento era muy poco dinero por algo con lo que llevaba casi toda la vida sonando. Saque la moneda de la bolsa y se la di a Ambrose.

– ?Tengo que firmar?

– No, no hace falta -dijo Ambrose mientras abria un cajon y sacaba un pequeno disco de metal. Aturdido por los efectos secundarios del nahlrout, tarde un momento en comprender que era: una lampara simpatica de mano.

– En Estanterias no hay luz -dijo Ambrose con naturalidad-. Es muy grande, y a largo plazo seria perjudicial para los libros. Las lamparas de mano cuestan un talento y medio.

Titubee.

Ambrose meneo la cabeza y adopto una expresion seria.

– Muchos alumnos acaban pelados durante el primer bimestre. -Abrio otro cajon y rebusco un rato en el-. Las lamparas de mano cuestan un talento y medio, y eso no lo puedo remediar. -Saco una vela de diez centimetros-. Pero las velas solo cuestan medio penique.

Medio penique por una vela era una autentica ganga. Saque un penique y dije:

– Me llevare dos.

– Esta es la unica que me queda -se apresuro a decir Ambrose. Miro alrededor con nerviosismo y me puso la vela en la mano-. Mira, te la regalo. -Sonrio-. Pero no se lo digas a nadie. Sera nuestro secreto.

Cogi la vela, sorprendido. Por lo visto lo habia asustado con mis vagas amenazas. O eso, o ese grosero y pedante hijo de noble no era tan cabronazo como yo creia.

Ambrose me hizo entrar a toda prisa en Estanterias, y no me dio tiempo para que encendiera la vela. Cuando las puertas se cerraron detras de mi, me encontre tan a oscuras como en el interior de un saco, con solo un debil rastro rojizo de luz simpatica que se filtraba por el resquicio de la puerta que tenia a mis espaldas.

Como no llevaba cerillas encima, tuve que recurrir a la simpatia. En circunstancias normales, habria podido hacerlo en un abrir y cerrar de ojos, pero mi mente, adormecida por el nahlrout, no podia concentrarse lo suficiente. Aprete los dientes, fije el Alar en mi mente, y pasados unos segundos note como el frio se pegaba a mis musculos a medida que extraia suficiente calor de mi cuerpo para que prendiera la mecha de la vela.

Libros.

Como no habia ventanas por donde entrara la luz del sol, Estanterias estaba completamente a oscuras, salvo por la debil luz de mi vela. Estanterias y mas estanterias se extendian hasta perderse en la oscuridad. Habia mas libros de los que podria mirar aunque me pasara todo un dia alli. Mas libros de los que podria leer en toda una vida.

La atmosfera era fria y seca. Olia a cuero viejo, a pergamino y a secretos olvidados. Me pregunte como se las ingeniarian para mantener una atmosfera tan limpia en un edificio sin ventanas.

Ahueque una mano alrededor de la parpadeante llama de la vela y eche a andar entre las estanterias, saboreando el momento y empapandome de todo aquello. Las sombras danzaban con desenfreno por el techo al tiempo que la llama de mi vela oscilaba de un lado a otro.

Los efectos del nahlrout ya habian cesado por completo. Notaba un dolor punzante en la espalda y mis pensamientos eran lentos y pesados, como si tuviera fiebre alta o como si me hubiera dado un fuerte golpe en la cabeza. Sabia que no estaba en condiciones de pasar mucho rato leyendo, pero aun asi me resistia a marcharme tan pronto, despues de todo lo que habia tenido que soportar para llegar hasta alli.

Me pasee sin rumbo fijo durante quiza un cuarto de hora, explorando. Descubri varias habitacioncitas de piedra con gruesas puertas de madera y con mesas dentro. Era evidente que estaban alli para que pequenos grupos pudieran reunirse y hablar sin interrumpir el perfecto silencio del Archivo.

Encontre escaleras que subian y escaleras que bajaban. El Archivo tenia seis pisos, pero yo no sabia que tambien habia pisos subterraneos. ?Hasta que profundidad llegaba? ?Cuantas decenas de miles de libros esperaban bajo mis pies?

No se como describir lo comodo que me encontraba en aquella fresca y silenciosa oscuridad. Me sentia contentisimo, perdido entre infinidad de libros. Saber que las respuestas a todas mis preguntas estaban alli, esperandome en cierto modo, me hacia sentirme seguro.

Encontre la puerta de las cuatro placas casi por accidente.

Estaba hecha de una pieza solida de piedra gris, del mismo color que las paredes circundantes. El marco tenia veinte centimetros de ancho, tambien era gris y tambien estaba hecho de una sola pieza de piedra. La puerta encajaba tan perfectamente en el marco que habria sido imposible deslizar un alfiler por la rendija.

No tenia goznes. Ni tirador. Ni ventana, ni panel deslizante. Lo unico que la distinguia eran cuatro duras placas de cobre. Estaban empotradas en la superficie de la puerta, que estaba empotrada en el marco, que estaba empotrado en la pared circundante. Podias pasar una mano de un lado a otro de la puerta sin apenas notar relieve alguno.

Pese a esas destacadas carencias, no cabia ninguna duda de que esa extension de piedra gris era una puerta. Estaba claro. Cada placa de cobre tenia un agujero en el centro, y aunque esos agujeros no tenian una forma convencional, era evidente que se trataba de cerraduras. La puerta estaba quieta como una montana, serena e indiferente como el mar en un dia sin viento. No era una puerta para abrirla. Era una puerta para permanecer cerrada.

En el centro, entre las impecables placas de cobre, habia una palabra cincelada en la piedra: valaritas.

En la Universidad habia otras puertas cerradas, lugares donde se guardaban objetos peligrosos, donde dormian viejos y olvidados secretos. Silenciosos y ocultos. Puertas que estaba prohibido abrir. Puertas cuyos umbrales no cruzaba nadie, cuyas llaves se habian destruido o perdido, puertas que se cerraban ellas solas por la seguridad de todos.

Pero ninguna podia compararse a la puerta de las cuatro placas. Puse la palma de la mano sobre su superficie lisa y fria y empuje, con la absurda esperanza de que se abriera. Pero era solida e inconmovible como un itinolito. Intente mirar por los agujeros de las placas de cobre, pero no vi nada con la escasa luz de mi vela.

Me moria de ganas de entrar. Seguramente revela un rasgo perverso de mi personalidad el que, aunque por fin me encontraba dentro del Archivo, rodeado de infinidad de secretos, me sintiera atraido por la unica puerta cerrada que habia encontrado. Quiza sea propio de la naturaleza humana buscar cosas ocultas. Quiza sea simplemente propio de mi naturaleza.

Entonces vi la luz roja y constante de una lampara simpatica acercandose entre las estanterias. Era la primera

Вы читаете El Nombre Del Viento
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату