En las dos semanas que Francis habia pasado en Middleham, se habian llevado a cabo varias decapitaciones tras la batalla de Hexham, librada a orillas del rio Devilswater, un enfrentamiento que termino con la derrota y la muerte del traidor duque de Somerset.

Aunque era lancasteriano, Francis no sentia piedad por Somerset, un judas por partida doble. Habia abandonado a Margarita en Durham cuando Eduardo de York le ofrecio el indulto, solo para arrepentirse de su lealtad yorkista en diciembre, casi un ano despues de jurar lealtad a Eduardo.

Para Francis esto era doblemente deshonroso, y asi se lo habia dicho a su padre, que coincidio con el, pero ofrecio una interesante explicacion de la desercion de Somerset. Lord Lovell opinaba que Eduardo de York parecia tan despreocupado, tan ecuanime y tan hedonista que muchos recordaban sus conquistas de alcoba pero olvidaban sus arrolladoras conquistas en el campo de batalla. Habia algunos, le dijo a Francis, que no podian creer que un hombre que amaba tanto el bienestar y la compania de las mujeres estuviera seguro en el trono.

«Es un error fatal, Francis», habia observado, y para Enrique Beaufort, duque de Somerset, la aciaga prediccion se cumpliria antes de cinco meses.

El 15 de mayo Somerset se habia enfrentado a Juan Neville en Hexham. El resultado fue una resonante victoria yorkista, y para Somerset no habria segundo indulto. Herido en la lucha, fue capturado despues de la batalla. Juan Neville lo hizo llevar a la aldea de Hexham. Alli, en el mercado, le quitaron las espuelas y la armadura y lo decapitaron ante una muchedumbre burlona.

Ahora la justicia yorkista era rapida y mortifera. Otros cuatro fueron ejecutados aquel dia con Somerset. El 17 de mayo murieron cinco mas en Newcastle. Al dia siguiente, siete rebeldes lancasterianos fueron decapitados en Middleham, y el 26 de mayo otros catorce fueron al tajo en York. Hoy moririan dos mas y Francis se encontro inexorablemente atraido por la puerta del matadero.

Ningun soldado le cerraba el paso. Penso que podia arriesgarse a echar un vistazo al interior, quiza entrever a los dos condenados. Se aproximo tensamente, temiendo una reprimenda. Nadie aparecio. Se armo de coraje, traspuso sigilosamente la puerta abierta.

Despues de la brillante luz del sol, le costo acostumbrarse a la penumbra del interior. Parpadeo, y al principio vio poco. Habia varios hombres en las sombras, y un gran tajo de madera en el centro del recinto. Un hombre estaba tendido encima, en lo que parecia una posicion bastante incomoda. Entonces Francis cayo en la cuenta de lo que veia, pero, mientras su cerebro reconocia lo que registraban sus ojos, la hoja que estaba encima de la cabeza del hombre arrodillado descendio y de pronto no hubo nada en el mundo salvo el horror de esa cabeza tronchada cayendo en la paja y la sangre chorreando sobre el tajo, la paja, el verdugo y ese guinapo convulso que segundos antes era el cuerpo de un ser viviente.

Francis se sofoco, retrocedio y huyo del matadero, dirigiendose al patio soleado. Habia llegado a los establos cuando la nausea estallo en su apretada garganta. Arrojandose sobre la paja, vomito con violencia.

Paso el tiempo. Nadie entro en el establo; hasta los palafreneros parecian haber desaparecido. Francis estaba solo con su abatimiento. Cuando se le calmo el estomago, se puso de rodillas, se metio en un pesebre vacio y se acosto. Al cabo de un rato, lloro.

No supo cuanto tiempo se quedo alli. Trato de no pensar, de mantener la mente en blanco, de concentrarse solo en el contacto aspero de la paja contra la mejilla, el olor penetrante de la bosta, el relincho suave de los animales. Cuando oyo que traian caballos al establo para desensillarlos, guardo silencio, escuchando mientras llevaban a los recien llegados a los pesebres para cepillarlos y abrevarlos. Nadie fue hacia su extremo del establo y al rato las risas y bromas se disiparon. Volvio a reinar el silencio.

Le costaba tragar. Tenia un gusto horrible en la boca y el olor agrio del vomito se le pegaba a la ropa y la piel. Rodo, se incorporo y se puso de pie penosamente. Al salir del pesebre, vio que no estaba solo.

Otro nino lo miraba sorprendido. Era mayor que Francis, pero no mas alto, un joven delgado y moreno con una brida en la mano y una expresion inquisitiva en la cara.

– ?De donde saliste? -pregunto, con curiosidad pero sin hostilidad.

Francis quedo atonito. No podia ponerse a conversar con ese desconocido. Solo queria escapar del establo antes de que el otro descubriera las pruebas de su estomago debil y se riera de el, solo queria estar lejos de Middleham y la gente aborrecible que vivia ahi. Penso en lanzarse hacia la puerta, pero tenia las rodillas flojas y le dolia el tobillo. De todos modos, era demasiado tarde. Vio que el otro nino miraba la paja sucia, veia los signos inequivocos de su debilidad.

Miro a Francis, noto que estaba blanco y conmocionado. Antes de que Francis supiera que pasaba, se acerco y le aferro el codo.

– Por aqui -ordeno, y llevo a Francis hacia un fardo de heno cerca de la pared-. Sientate -dijo con la misma voz perentoria, y mientras Francis se desplomaba en el fardo, fue a un pesebre y regreso con un cubo de agua. Francis renuncio a su orgullo y sumergio la cara en el agua. Enjugandose la boca, escupio en la paja y acepto el panuelo que el nino le ofrecia en silencio.

– Gracias -murmuro, recordando sus modales.

El otro nino se sento junto a el.

– ?Tan malo fue el desayuno?

Francis lo estudio con suspicacia, pero no hallo ninguna malicia en la parca broma del otro.

– No -dijo, y anadio con cierta jactancia-: Vi las decapitaciones.

– Entiendo. -El otro nino callo un instante-. Cometiste una tonteria, ?sabes? Esas cosas son necesarias, pero no es placentero mirarlas.

Hablaba con tanta naturalidad que Francis fruncio el ceno, sin saber que reaccion habia esperado, pero aun asi decepcionado.-?Alguna vez viste cuando le cortaban la cabeza a un hombre? -desafio.

– No -dijo el otro nino con brusquedad, pero luego sonrio de soslayo y confeso-: ?No confio en mi estomago!

A Francis le agrado esa respuesta, y tambien sonrio.

– Fue espantoso -le confeso-. Sangre por doquier. -Esta era la primera persona que lo trataba con cierta amabilidad en una quincena, y Francis busco un tema de conversacion-. Estoy aqui desde el 17 de mayo, pero nunca te vi. ?Tambien estas al servicio del conde?

El nino asintio.

– Estuve en Pontefract. Solo regrese este mediodia. Sabia que tampoco te habia visto antes.

Dijo esto con una sonrisa y Francis decidio investigar mas.

– ?Cuanto hace que estas en Middleham? ?Te gusta este sitio?

– Hara tres anos en noviembre. Y si, me gusta mucho. -Otra sonrisa-. Middleham es mi hogar.

Francis sintio una punzada, una oleada de anoranza por Minster Lovell y su propio mundo. Si algo sabia con certeza, era que Middleham nunca seria su hogar.

– Soy pupilo del conde -dijo-. El mes pasado me casaron con su sobrina.

El otro nino se inclino sobre la paja, buscando una brizna larga. Encontro una, la lanzo al aire, la miro mientras se hundia en el cubo.

– Entonces un dia seremos parientes -comento-. El conde quiere que yo despose a su hija cuando seamos mayores.

Francis no respondio, luchando contra la decepcion que le causaba este nuevo conocido. Sabia que la hija de Warwick era una de las herederas mas importantes de Inglaterra. El otro debia considerarlo muy credulo para darse tantas infulas. Se sentia lastimado en su orgullo, y se disponia a cuestionarlo. Pero el otro no insistio con sus alardes, no parecia notar que hubiera dicho nada fuera de lo comun. Francis titubeo, decidio pasarlo por alto. Estaba demasiado complacido con este primer encuentro amistoso en Middleham como para sabotearlo.

– Si eres pupilo del conde, tu padre debe de haber muerto -dijo el otro nino, y Francis asintio.

– Si. Murio el 9 de enero.

– Mi padre tambien murio. Se cumplieron tres anos en diciembre.

Se miraron, reconociendo el parentesco de la perdida. Francis queria impresionar a su nuevo amigo, pero no sabia como.

– Una vez conoci al duque de Somerset -dijo, tras reflexionar un poco-. Era amigo de mi padre. -La sinceridad le impuso una leve correccion-. Bien, se conocian bastante.

El otro nino se encogio de hombros, y Francis probo de nuevo.

– Tambien conoci a su hermano, Edmundo Beaufort. ?Ahora el sera duque de Somerset? -Respondiendo a su propia pregunta, decidio-: Creo que si, pues Somerset no tenia hijos varones.

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