– Conoci a Edmundo Beaufort -dijo el otro con indiferencia-. Asi me ha dicho mi madre. Fue anos atras y no me acuerdo de el. ?Entonces tu familia es lancasteriana?

Era una pregunta tranquila, planteada sin enfasis indebidos. Pero Francis se acordo del sitio donde estaba. Esto era Middleham. Aqui ganaria pocos amigos ufanandose de sus contactos con Lancaster.

– Mi padre lucho por Lancaster en Towton. Pero luego acepto al rey Eduardo como soberano -dijo con cautela.

Vio de inmediato que su respuesta habia sido acertada. El otro lo estudio un instante y sonrio.

– ?Como te llamas?

La intencion amigable era inequivoca, y Francis tambien sonrio.

– Francis Lovell… -comenzo, y se interrumpio bruscamente, pues un hombre habia aparecido en la puerta del establo. Un hombre ataviado con una magnificencia que Francis nunca habia visto, con botas de cana alta de reluciente cuero espanol, calzas de colores brillantes, un jubon de hombros anchos tachonado con gemas, una daga con vaina de oro.

– Conque ahi estas, Dickon -dijo.

Y otra voz grito a sus espaldas:

– Milord Warwick esta en el establo. ?Quereis hablarle de las decapitaciones…?

Francis se perdio el resto de la frase. En sus oidos resonaban solo las palabras «milord Warwick». Se puso de pie, miro atonito al conde de Warwick y a su nuevo amigo, que tambien se habia levantado y se dirigia hacia Warwick sin manifestar nerviosismo, solo placer.

– Mis hijas esperan para darte la bienvenida, Dickon. La condesa me mando buscarte -dijo Warwick de buen humor, con la juguetona indulgencia que le divertia adoptar con su esposa.

– Yo tambien ansio verlas, primo. -El nino se volvio, senalo a Fran-cis-. Primo, es Francis Novell, que es pupilo tuyo y llego durante nuestra ausencia.

Francis recordo poco de lo que siguio. En su aturdimiento, murmuro algo, sin saber que, para responder a la bienvenida de Warwick. Vio que el conde apoyaba afectuosamente el brazo en los hombros del otro nino, escucho mientras charlaban con la soltura de los allegados.

Al fin Warwick se fue, y volvieron a quedar solos. El otro nino se agacho, recogio la brida olvidada, la colgo de un gancho.

– Tengo que irme -dijo-. Te buscare esta noche, durante la cena.

Solo entonces Francis atino a hablar.

– Sois el duque de Gloucester -barboto, tan abruptamente que parecia una acusacion.

Vio que el otro enarcaba una ceja.

– Si, lo se -dijo, en un tono que en una persona mayor habria sido inconfundiblemente ironico.

El duque de Gloucester no tenia el aspecto con que Francis imaginaba al hermano del rey Eduardo. Ni actuaba como presuntamente actuaria un duque de la realeza. Le parecia monstruosamente injusto que este nino que empezaba a agradarle resultara ser Ricardo Plantagenet, duque de Gloucester. ?La unica persona que lo habia tratado afablemente era un principe yorkista, consanguineo del espantoso Eduardo!

Trato de recordar las advertencias de su madre sobre la etiqueta cortesana, supo que debia arrodillarse, pero parecia una locura en medio de un establo, maxime cuando el duque le habia dado su panuelo para enjugarse los rastros de vomito. ?Se interpelaba a un duque como «Vuestra Gracia», igual que al rey? ?O bastaba con «milord»? No habia forma. Se le habia olvidado por completo.

– ?Como debo llamaros? -pregunto al fin, demasiado avergonzado para disimular su bochorno, sintiendose muy torpe y mas solo que nunca en la quincena mas solitaria de su vida.

El otro lo miro pensativamente y sonrio con simpatia.

– Los amigos me llaman Dickon -dijo.

Capitulo 8

Castillo de Middleham

Yorkshire Octubre de 1464

Apoyando el diario en las rodillas erguidas, Francis empuno la pluma e inicio la anotacion del dia, escribiendo pulcramente en la parte superior de la pagina:

Iniciado este dia 14 de octubre, el vigesimo domingo despues de Santisima Trinidad, en el castillo de Middleham, Wensleydale, Yorkshire, en el ano de gracia de 1464, cuarto ano del reinado de Su Gracia Soberana, el rey Eduardo.

Escribo esto en el gabinete de Su Gracia, el conde de Warwick. Ha ardido una cuarta parte de la lena del hogar desde que tocaron las visperas en la aldea, asi que pronto debemos acostarnos. Estuvimos jugando a las prendas con castanas asadas; Isabel, Ana, Will y Rob Percy, Dickon y yo.

Isabel es la hija del conde. Tiene trece anos, cabello muy claro y ojos dorados y verdosos, como un gato. Tambien escupe como un gato, cuando se enfada.

Su hermana Ana es diferente. Ana rara vez se enoja. Tiene trenzas rubias que a Dickon le gusta tironear, y ojos castanos como su padre, el conde. Cumple anos en junio. Tiene ocho anos, como Anna…

Vacilo, y luego escribio resueltamente «mi esposa». Esperaba que la repeticion le ayudara a acostumbrarse a la idea. Tras aprovisionarse con una pila de castanas, continuo:

Will es Will Parr. Es menudo para tener trece anos, como Dickon, pero con cara pecosa y ojos verdes. Es infaliblemente bondadoso y es mi amigo.

Rob Percy pertenece a los Percy de Northumbria. Su familia es yorkista, pero el es primo lejano del lancasteriano Henry Percy, conde de Northumberland, que murio en Towton, y de su hijo y heredero Henry Percy, enviado a la Torre esta primavera por orden del rey Eduardo. El titulo debio haber pasado a su hijo, pero el rey Eduardo se lo otorgo en mayo a Juan Neville como recompensa por la victoria de Hexham.

Rob no para de comentar cuanto le complace que Juan Neville sea conde de Northumberland. Creo que Rob teme que la gente lo confunda con sus primos lancasterianos, pues se ufana de ser mas yorkista que nadie en Middleham, Dickon incluido. Como todos sus parientes, Rob tiene pelo claro y ojos azules. Es muy temperamental y amante de las bromas. Es mas amigo de Dickon y Will que mio.

Dickon es mi amigo mas fiel. Tiene pelo negro como la tinta y ojos oscuros de un color entre azul y gris. Tiene el brazo derecho en un cabestrillo de seda negra porque hace dos dias el estafermo le provoco una fea caida. Su Gracia, lady Nan, estaba muy inquieta porque el se habia dislocado el hombro en una caida similar hace unos anos, poco despues de venir a residir con el conde. Lo regano severamente por su temeridad. Creo que sospecha que trataba de alardear ante sus primas, Isabel y Ana. Y tiene razon, asi era.

– ?Que estas escribiendo, Lovell? -Rob Percy se puso de rodillas, se aproximo.

Por instinto, Francis trato de ocultar el libro, y la curiosidad de Rob se acrecento.

– Dejame ver -exigio, y trato de arrebatarle el diario.

– De ninguna manera -replico Francis, eludiendo el manotazo-. Es personal.

Rob insistio; arranco la pagina y Francis cayo hacia atras. Rob miro el fragmento que aferraba en el puno, ensancho los ojos.

– ?Cielos, esta escribiendo sobre nosotros!

Se lanzo hacia el diario y, mientras los dos ninos rodaban por el suelo, el cachorro lobero de Dickon se encaramo sobre sus cuerpos jadeantes y los lleno de besos humedos. Francis logro recobrar el equilibrio y aparto al otro de un empujon. Rob se tambaleo y tropezo con la escudilla llena de castanas silvestres. Busco apoyo para no caerse y cogio el cabestrillo de Ricardo, asi que los dos se desplomaron con estrepito.

Rob vio que el otro nino estaba lastimado y se olvido de Francis.

– Dickon… Vuestra Gracia. ?Lo lamento, de veras!

Ricardo recobro el aliento, y aparto la mano de Rob cuando el intento ayudarlo a levantarse. Rob retrocedio

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