Jorge se sonrojo, y la sangre palpitaba en su rostro y su garganta.

– Ned, no ves…

– Claro que veo… hermano Jorge. Y lo que veo me repugna.

Jorge estaba tieso, y se aplasto un puno contra el muslo.

– Cuidado, majestad… Pues no sere manso como uno de tus malditos perros de caza.

El arzobispo de York jadeo. Warwick, en cambio, permanecio impasible, y parecia estar atento a algo que sucedia fuera del gabinete, mas alla de sus primos. Y Francis deseo que nadie lo mirase nunca como Eduardo miraba al hermano.

Eduardo contemplo a Jorge un largo instante y alzo la mano. Chasqueo los dedos, y los remolones perros de Warwick se levantaron y se acercaron, esperando ordenes.

Francis habia visto suficiente. Traspuso la puerta, atraveso deprisa el salon, salio al rellano cubierto y miro el patio iluminado por el sol.

Alli reinaba la confusion. Un hombre delgado y rubio a quien reconocio como lord Dacre desmontaba junto a la escalera. Un hombre paso junto a Francis, usando el Nudo de Stafford, emblema del joven Harry Stafford, duque de Buckingham. Al otro lado de la muralla vio al conde de Essex, y le alegro inmensamente que los lores de Inglaterra hubieran respondido con tal celeridad a la convocatoria de Eduardo. Por mucho que desprecien a los Woodville, aun son leales a Eduardo, penso, y se volvio al oir su nombre.

Ana Neville corria hacia el.

– Francis, se aproxima una fuerza numerosa. En la casa de guardia me dijeron que suman centenares.

– Lo se.

Ella le aferro el brazo.

– Aun estan a cierta distancia, asi que no estoy segura… Pero, Francis, creo que el estandarte que enarbolan es el Blancsanglier. El Jabali Blanco.

El asintio y ella aparto la mano.

– Lo sabia… Lo supe aun antes de ver el estandarte de Ricardo -susurro ella, y Francis solo pudo asentir.

En el ultimo ano, Ana habia empezado a llamar asi a su primo. Francis no habia podido resistir una broma.

– ?Por que le dices Ricardo, cuando todos lo llaman Dickon?

Ella se habia reido.

– ?Tan poca imaginacion tienes, Francis? Precisamente por eso. Porque todos lo llaman Dickon.

Mientras Francis recodaba esa conversacion, ella dijo:

– No puedo verlo, Francis.

– Ana, no seas injusta. No puedo creer que tu tambien le reproches su lealtad a su hermano. Y menos conociendolo como lo conoces.

Ella ensancho los ojos oscuros.

– ?Pero no es asi! ?Por Dios que no es asi!

– Si te niegas a verlo, Ana, el creera lo contrario.

Ella meneo la cabeza.

– No puedo, Francis. -Le temblo la voz-. No puedo. -Y lanzo una exclamacion, pues el habia vuelto la cara hacia ella y por primera vez ella vio la sangre que le manchaba la comisura de la boca-. Francis, ?estas lastimado? ?Que sucedio?

– Tu padre me pego -dijo el sin pensar, y se arrepintio de haberlo dicho, pues Ana estaba tan pasmada como si ella hubiera recibido el golpe.

– Creo que el mundo se ha vuelto loco -jadeo, y antes de que elpudiera responder, dio media vuelta y atraveso el patio para dirigirse hacia los aposentos del muro sur. Por el modo en que se tropezaba torpemente con los que se le cruzaban en el camino, Francis supo que estaba llorando.

Hacia meses que Francis no veia a Ricardo, y se aproximo mientras su amigo y lord Hastings cabalgaban hacia la escalera de la torre, donde los aguardaba Eduardo, flanqueado por el conde de Warwick y el arzobispo de York. Will Hastings sonrio al apearse de la silla para arrodillarse ante Eduardo, y lanzo una carcajada al ver a su cunado, el conde de Warwick. Pero Francis no llego a ver la reaccion de Warwick, pues estaba atento a la llegada de Ricardo.

El sol le daba de lleno, nimbandole el cabello oscuro y lustroso con el brillo del ebano brunido y obligandolo a alzar la mano para protegerse del resplandor. A diferencia de Hastings, ocultaba sus pensamientos; solo se le notaba la crispacion. Francis penso que estaba exhausto. La tez se estiraba sobre los pomulos altos y ahuecados; habia manchas bajo los ojos profundos y oscuros, y la expresiva boca estaba petrificada en una curva tensa. Para Francis, la prueba mas palmaria de la desazon de Ricardo era el hecho de que su amigo, un jinete consumado, tuviera dificultades para manejar al caballo. El animal, un semental sudado, corcoveaba nerviosamente, como si el jinete le hubiera contagiado sus emociones; en consecuencia, Ricardo no llego a la escalera hasta que Will Hastings desmonto.

Pero, al ver los ojos de su hermano por encima de la ondeante crin del caballo, Ricardo cambio abruptamente de expresion y puso una sonrisa tan radiante de alivio que Francis supo de inmediato que pensamientos oscuros lo habian acechado durante los dos meses del cautiverio de Eduardo.

Eduardo sonrio, se apresuro a alzar a Ricardo cuando el muchacho se arrodillaba ante el. Ricardo rehuia las manifestaciones de emocion en publico, Eduardo no. Sin preocuparse por la formalidad, saludo a su hermano con risas y un afectuoso abrazo.

Francis miro de soslayo a Warwick, pero una vez mas quedo defraudado; el conde observaba inexpresivamente. Desde que Warwick habia salido del gabinete al lado de su primo, Francis habia buscado indicios de tension. Ansiaba ver al conde humillado ante los lores del reino, pero comprendio que no seria asi.

Sus sentimientos por Warwick distaban de ser benevolos en ese momento, pero debia reconocer que el conde tenia su merito. No era una hazana menor sonreir y dedicarse a la charla menuda cuando estallaba de colera, penso, y si bien Warwick no era del todo convincente como gentil anfitrion, al menos se dominaba.

No podia decir lo mismo de los complices de Warwick. El arzobispo de York estaba sumamente incomodo; cuanto mas procuraba ocultarlo, mas evidente resultaba. En cuanto a Jorge de Clarence, no estaba a la vista.

De pie junto a su hermano mientras Eduardo recibia a los lores que seguian llegando, Ricardo habia visto a Francis de inmediato y le dirigio una calida sonrisa. Pero el sol habia iniciado su lento descenso hacia el oeste cuando tuvieron la oportunidad de hablar a solas.

Se reunieron a la sombra de la torrecilla que sobresalia del muro sur del torreon, pero habian cambiado solo unas palabras cuando el conde de Warwick se separo de los nobles que rodeaban al rey y se les acerco.

– ?Renovando viejas amistades, Francis?

Francis sintio que se le secaba la boca, con la subita certeza de que Warwick sabia el papel que el habia desempenado en la estratagema de Eduardo. Sintio gran alivio, pues, cuando vio que los ojos del conde resbalaban sobre el para posarse en Ricardo.

– Enhorabuena, Dickon. Una gran sorpresa, si, pero nada desagradable. Prefiero que seas tu y no un Woodville.

Ricardo se habia puesto rigido de cautela ante la cercania de Warwick. Ahora solo estaba confundido. Tambien Francis. Warwick lo noto y sonrio.

– Parece que no solo soy el primero en congratularte, sino que sere yo quien te de la noticia. Como hice decapitar al conde Rivers en Coventry, el puesto de lord condestable esta vacante. Debia heredarlo su hijo mayor, Anthony Woodville, junto con los titulos de Rivers. Pero tu hermano acaba de decirme que piensa otorgartelo a ti.

Francis estaba azorado. El lord condestable de Inglaterra esgrimia un poder enorme, entre ellos el derecho de determinar que actos se consideraban traicion y juzgar a los culpables. Miro a su amigo; hacia solo cinco dias que habia cumplido diecisiete anos.

Ricardo estaba sorprendido y se le notaba. Abrio la boca, se clavo los dientes en el labio inferior mientras Warwick le sonreia.

– Ned debe de tener gran confianza en tu criterio -dijo el conde-para abrumarte con tales responsabilidades a

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