Con esfuerzo, ella reprimio una replica furibunda. Era el hombre mas excitante que habia conocido, pero tambien el mas exasperante, y nada la exasperaba tanto como ese sentido del humor que consideraba perverso, imprevisible, a menudo incomprensible. Habia muchas cosas que no entendia de el, y ante todo no entendia como podia tomar tan pocas cosas con seriedad, pues ella se tomaba casi todo a pecho.

– Me cuesta reir, Ned, cuando se trata de Warwick -declaro-. ?Puedes culparme por eso?

– Claro que no, amor mio.

El parecia arrepentido, pero Isabel lo conocia demasiado para dejarse desarmar.

– Y cuando Warwick se pase de la raya, cuando caiga… ?Que sucedera entonces, Ned? -insistio-. Me dijiste que el tenia una deuda contigo. ?Como piensas cobrarla?

– ?Por que no vienes aqui, Salome, y hablaremos de ello?

Volvio a reirse, y rodo sobre ella sin dejarle oponer resistencia. Isabel no se enganaba, sabia que el queria distraerla para no contestar. Habria perseverado, le habria sonsacado una respuesta o le habria obligado a darla, pero esos besos le quitaban el aliento y ese cuerpo la presionaba, asi que le echo los brazos al cuello, siguiendo el vaiven de su deseo. Pero no olvido su pregunta, y que el no habia querido responderla.

Isabel habia buscado consuelo en la declaracion de Eduardo, que afirmaba que Warwick pronto se enredaria en una telarana que el mismo hilaria. Antes de que el nuevo ano cumpliera tres meses, descubrio que su esposo tenia talento para la profecia politica.

Nuevas tensiones surgieron en esa primavera de 1470. Habia estallado una revuelta en Lincolnshire, incitada por el ataque del lancasteriano lord Welles y su hijo contra la residencia de un hombre que no solo era un ferviente yorkista sino un funcionario de la casa de Eduardo. Pero, al igual que la de Robin de Redesdale, la rebelion de los Welles pronto mostro los colores de Neville.

Sir Robert Welles era primo segundo de Warwick y el 4 de marzo publico en todas las iglesias de Lincolnshire una llamada a las armas por cuenta del conde de Warwick y el hombre que, segun sostenia ahora, tenia derecho legitimo a la corona de Inglaterra, Jorge, duque de Clarence.

Eduardo viajo a Lincolnshire a principios de marzo. Warwick y Jorge estaban en Leicester. Negaban enfaticamente toda participacion en la rebelion de Welles, pero se negaron a acatar la orden de comparecer ante Eduardo. Salieron de Leicester y enfilaron hacia el norte, pero en Chesterfield se enteraron de que un ejercito encabezado por sir Robert Welles se habia enfrentado a las fuerzas del rey en la aldea de Empingham. Cuando Eduardo comandaba su ejercito en persona, no perdia. La batalla de Empingham fue una victoria yorkista tan abrumadora que se conocio como el Campo de las Cotas Perdidas, por las pilas de piezas de armadura que los fugitivos abandonaron en el campo de batalla.

Warwick y Jorge no tuvieron mas opcion que escapar. Corrieron por el sur a traves de poblados que recibian con indiferencia su llamada a las armas. Los lores que se habian aliado con Warwick pusieron los pies en polvorosa o se sometieron rapidamente a Eduardo.

No fue ninguna sorpresa, pues, que el 24 de marzo Eduardo proclamara formalmente que su primo de Warwick y su hermano de Clarence eran traidores, y ofreciera mil libras por su captura.

Capitulo 14

Coventry

Abril de 1470

– ?Johnny!

Ricardo entraba en el priorato de Santa Maria, pero freno su montura al ver a su primo. Lo llamo de nuevo y esta vez logro hacerse oir.

– Parece que esos tres meses en Gales te sentaron bien, Dickon.

Ricardo rio, sabiendo que nunca habia tenido peor aspecto: las botas enlodadas, la capa sucia con el polvo del camino, el pelo desgrenado, la cara tostada por el viento. Habia afrontado tres semanas de cabalgada, y se le notaba cada milla. Pero por el momento aun no sentia la fatiga, pues se alegraba de estar en Coventry.

– No se que es peor, Johnny, si mi apariencia o tu impertinencia al mencionarla. -Sonrio, y Juan rio pero no hizo ningun comentario. Ricardo bajo de la silla, entrego su caballo a manos fiables y ordeno a sus hombres que siguieran hacia los establos.

No veia a Juan desde enero, cuando Eduardo lo habia enviado de vuelta a Gales, esta vez para presidir un tribunal de indagacion. En los ultimos meses, habia explorado un terreno mucho mas intimidatorio que las escabrosas serranias de Gales, los confines desconocidos del liderazgo, y muchas veces habia ansiado el consejo de su primo. Pero ahora le costaba encontrar un tema de conversacion, y nada menos que con Johnny.

Juan parecia sufrir el mismo malestar. Caminaron en silencio unos instantes. Un hirsuto perro mestizo los seguia, buscando comida, y Juan lo miro de soslayo.

– ?Cuan grande esta ese perro lobero? -pregunto-. ?Aun lo tienes?

– ?Gareth? -Ricardo asintio-. Cuando Ned me envio de vuelta a Gales, lo deje al cuidado de mi hermana Elisa. -Sonrio levemente-. Espero no lamentarlo. Mejor dicho, espero que Gareth no lo lamente. Mi sobrino Jack solo tiene siete anos, pero es bastante travieso.

?Como habian Urdido a esto? Al cabo de tres meses, solo podian hablar de un maldito perro. No, todo lo contrario. Podian hablar de muchas cosas, pero no podian mencionarlas. Y cuando aprehendieran a Warwick y Jorge, ?que pasaria entonces?

– Lord condestable, presidente de la corte suprema de Gales del Norte. Y ahora presidente de la corte suprema y chambelan de Gales del Sur, tambien. Todo un muestrario de titulos, Dickon.

Ricardo se encogio de hombros. Ninguno de los dos menciono que el ultimo puesto era el que Eduardo habia tenido que entregar a Warwick bajo presion, ocho meses atras.

– Ned pide mucho de ti. Mas de lo que es justo para tu edad, creo yo. ?No te abruma semejante carga, Dickon?

Ricardo no habria aceptado ese comentario de ninguna otra persona. Pero si alguien se habia ganado el derecho a criticar a Eduardo, era Juan. Ademas, era un raro alivio contar con un confidente.

– Bien -concedio-, hay momentos, sobre todo de noche, al saber que por la manana tomaras una decision sobre la vida de otros hombres por la manana, y si escoges mal… -Pero habia hablado mas de la cuenta, y se contuvo abruptamente, sonrio-. Tu capacidad para escuchar terminara por perjudicarme, Johnny. ?Si no me vigilo, confesare pecados que ni siquiera he cometido!

Habian llegado a la entrada de los aposentos del prior cuando Thomas Parr, escudero de Ricardo, los alcanzo.

– Milord, ?que hay de nuestros hombres?

Ricardo se avergonzo. Era algo que debia de haber dispuesto de inmediato, pero estaba tan complacido de ver a Juan que se habia olvidado momentaneamente de sus hombres. Miro a Juan de soslayo, pero su primo fue mas piadoso de lo que habria sido Eduardo, y se abstuvo de burlarse.

– Dudo que haya espacio suficiente en el priorato, Dickon -comento con naturalidad-, y creo que tambien las posadas vecinas estan repletas. Prueba suerte en la Rosa Blanca de Little Parke Street.

Ricardo asintio con gratitud, se volvio a Thomas.

– Tendras que alojarlos dondequiera hallemos cuartos, Tom. Prueba la Rosa Blanca y el Angel. Avisame de inmediato si tienes problemas para instalarlos. -Senalo con la cabeza los aposentos del prior-. Con el rey alojado en la camara del prior Deram, dudo que haya siquiera un jergon libre, asi que sera mejor que pensemos en usar la casa de huespedes. Encargate tambien de eso, Tom, por favor. Y mi senor de Northumberland cenara conmigo esta noche, asi que tambien encargate de eso… -Ricardo miro a Juan-. Aceptas, ?verdad, Johnny?

– Sugeriria que le preguntaras al conde de Northumberland -respondio Juan, y Ricardo lo miro con asombro.

– Crei que eso habia hecho -dijo al cabo, con la mirada incierta e inquisitiva de alguien que no entiende una broma pero desea ser cortes.

– ?De veras no lo sabes? No, veo que no. Sucede que ya no poseo ese titulo. Hace nueve dias Ned se lo

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