Pero sabes lo que sucedio despues… -Se encogio de hombros-. Pensaba a menudo en ella y el nino. No tenia modo de saber como estaba y confieso que eso me molestaba, Francis… haberla prenado y no poder hacer nada por ella. Sabia que mi hija Kathryn no sufriria necesidades, me habia encargado de ello. Pero la carta de Nan me llego solo dos dias despues de que nos enteramos de que Warwick habia desembarcado en el sur. Y hace menos de una quincena me encontraba en Doncaster. -Fruncio el ceno al pensar en Doncaster, volvio a sonreir-. Pero Nan se encontraba mejor de lo que yo esperaba, y dio a luz a un varon saludable, que nacio hace dos semanas, el 29. Es la fecha en que Ned triunfo en Towton. Un buen augurio, ?no crees?

– Sin duda -convino Francis, tratando de recordar cuando habia visto a Ricardo tan abiertamente feliz, tan euforico. Nunca, penso. Se pregunto quien seria Nan, no creyo que Ricardo se lo dijera.

– Pense en llamarlo Juan. ?Te gusta?

– Era el nombre de mi padre -dijo Francis.

– Yo tuve un hermano con ese nombre, ?sabias? Murio mucho antes de que yo naciera. Pero es un nombre que siempre me agrado.

Francis penso que Ricardo tambien tenia un primo llamado Juan. Se llevo la copa de vino a la cara, pero demasiado tarde. La sonrisa de Ricardo se disipo.

– No has cambiado, Francis. Tus gestos son tan faciles de leer como el libro de un escolar.

Ya que ambos pensaban en Juan Neville, Francis no veia motivos para no preguntar.

– No has tenido noticias de Johnny, ?verdad, Dickon?

Ricardo meneo la cabeza.

– Ninguna… a menos que cuentes su accion de hace veintitres dias, cuando mantuvo su ejercito en Pontefract y nos dejo pasar. -Miro sombriamente a Francis-. Mi hermano le ofrecio un indulto, cuando le envio un ofrecimiento a Warwick en Coventry. Warwick, como sabras, lo rechazo. Johnny no dio ninguna respuesta. Jorge Neville se apresuro a disociarse de Warwick para salvar el pellejo. Pero Johnny no. No traicionara a su hermano, Francis.

A diferencia de Clarence, penso Francis, y sonrio.

– ?Bienvenido a casa, Dickon!

Para su sorpresa, Francis sentia cierta compasion por Jorge. No lo habia esperado; desde que tenia memoria, habia considerado que Jorge era un incordio para York. Pero ahora que lo veia trabando una parca y envarada conversacion con sus parientes yorkistas, se apiadaba un poco del hermano de Ricardo.

Eduardo fue bastante cordial y en dos ocasiones, cuando las alusiones a la precaria lealtad de Jorge amenazaban con transformarse en acusaciones, intervino diestramente para rescatarlo del bochorno. Pero Francis veia heridas profundas e infectadas, y pensaba con pesimismo que eran incurables.

Habia mucho odio por Jorge en esa estancia, y no era menos intenso por el hecho de ser tacito. Al margen de lo que Eduardo sintiera por su desleal hermano (y nunca habia demostrado gran afecto por Jorge), la reina no habia perdonado sus traiciones, la complicidad en la muerte de su padre. Francis pensaba que ni ella ni su familia lo perdonarian nunca. Y aunque discreparan en todo lo demas, en esto los Woodville coincidian plenamente con Will Hastings, que tiempo atras habia aprendido a manifestar su desprecio con una sonrisa y una contraccion de las cejas. Mientras Howard daba respuestas parcas y cortantes a las rebuscadas preguntas de Jorge, Francis se pregunto si Jorge podria afrontar la situacion, sabiendo que lo consideraban un judas. Lo ponia en duda.

Estallo una rina entre los tres ninos a los que se consideraba, por su edad, dignos de reunirse con los mayores. Bess y Mary estaban encantadas con la aparicion del lobero de Ricardo y, con Jack de la Pole, hijo de la duquesa de Suffolk, sometian al gran perro a una entusiasta paliza. El animal, con meritoria paciencia, se habia resignado a estas afectuosas atenciones, y hasta habia permitido que Mary se le montara en el lomo. Pero esta vez Jack tironeo demasiado de la cola y Gareth se giro mostrando los colmillos. Jack retrocedio y las ninas chillaron.

Ricardo, enfrascado en una discusion sobre tactica con su hermano y Will Hastings, alzo la vista, chasqueo los dedos. Al instante el perro cruzo la sala a brincos y se refugio en el recoveco de la ventana.

Eduardo fruncio el ceno y se echo hacia atras cuando la cola le rozo la cara.

– Por Dios, esperaba que hubieras perdido a esa bestia monstruosa, Dickon -se quejo, y Ricardo sonrio, mirando a Francis.

– Eso temia. Pero un amigo le dio asilo.

– Yo diria que el regreso de un hijo prodigo a York es mas que suficiente.

Ricardo no festejo el sarcasmo. Busco instintivamente a Jorge, para cerciorarse de que no lo hubiera oido.

– Lo prometiste, Ned -murmuro, y Eduardo suspiro y lanzo una maldicion cuando el perro volco su copa de vino.

Will rio.

– Quiza debamos tomar el regreso de las ovejas perdidas al redil como otra senal favorable de Santa Ana - sugirio.

Francis quedo intrigado; no sabia que Ricardo o Eduardo estuvieran bajo la proteccion de Santa Ana. Debia de ser una de esas bromas que solo ellos entendian, alusiones a riesgos que habian corrido, penurias que habian sufrido, recuerdos de Doncaster, el exilio en el extranjero y esos primeros acuciantes dias en Yorkshire.

Pero mientras explicaba asi esa enigmatica referencia a la santa, otra persona tambien manifesto curiosidad.

– ?Por que Santa Ana, lord Hastings?

– ?No habeis oido hablar, madame, del milagro de Daventry? Pense que Su Gracia os lo habria contado.

Isabel no parecia complacida de que hubiera algo que ella no sabia.

– Quiza querrais contarmelo -dijo friamente.

– La reina lo ordena -dijo Will, sonriendo. La conversacion se redujo a murmullos y ceso por completo cuando el se puso a contar lo que habia sucedido el domingo anterior en la iglesia parroquial de Daventry. Frente al rey habia un altar de alabastro de Santa Ana, oculto detras de cuatro puertas de madera, pues era Cuaresma. Durante la misa, las puertas del altar se abrieron de par en par, aunque no las habia tocado nadie-. La grey quedo muy sorprendida, madame, como imaginareis… y Su Gracia el rey recordo cuanto le habia rezado a Santa Ana durante la tormenta del 14 de marzo, pidiendole que lo trajera sano y salvo a Inglaterra. Al oir esto, todos los presentes coincidieron en que era un buen augurio, una senal de que el Cielo sonreia a la casa de York. Y Su Gracia juro que llamaria Ana a su proxima hija, para honrar a la madre de la Virgen -concluyo Will con donaire-, y fue ovacionado por la gente, que elevo fervientes plegarias por York.

Eduardo asintio con complacencia, sonrio.

– Sin embargo, la bendita Santa Ana tendra que esperar. Le dije a Meg que le pondria su nombre a mi proxima hija, y se lo prometi a ella primero.

Francis observo a la duquesa de York y vio que una arruga de reprobacion le surcaba la frente. Recordo la historia que ella le habia contado en esa misma habitacion seis meses atras, sobre Santa Ceci-lia y la peregrinacion de su hermano. Trato en vano de imaginarse a Eduardo en una peregrinacion, se volvio hacia Ricardo, le pregunto si aun usaba la cruz de peregrino que tenia en Middleham.

Ricardo lo miro intrigado.

– ?Por los dioses, Lovell, que cosas raras se te ocurren! -exclamo. Tirando del cuello del jubon, extrajo una cadenilla de plata para que Francis la inspeccionara-. La he llevado desde que tengo memoria. Me sentiria desnudo sin ella -le explico a su curioso sobrino Jack, mientras Francis alzaba la vista y recibia la calida sonrisa de Cecilia Neville.

Jack de la Pole, conde de Lincoln, se estaba poniendo inquieto. Tenia ocho anos y estaba aburrido. Siguio a su abuela hasta la puerta, regreso a la ventana y se sento en los cojines desperdigados en el suelo. Instantes despues recobro el animo, pues parecia que su tio Clarence iba a renir con el hermano de la reina.

– Por una vez en la vida teneis razon, milord Rivers -dijo Jorge con voz incisiva-. En efecto, hice todo lo posible para lograr una reconciliacion entre mi hermano y el conde de Warwick, y lo seguire intentando. No es ningun secreto, y por cierto no busco vuestra aprobacion.

– No me sorprende que la traicion os parezca un pecado tan nimio, mi senor de Clarence, pero hay algunos que la encontramos menos facil de perdonar. Quiza debais tenerlo en cuenta por vuestro propio…

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