l:href='#_ftn28'>* o un astrolabio en las manos. Mas, como me incomodaba quejarme a mi padre, que ya tenia suficientes problemas (y el genio mas vivo que nunca desde que nos habiamos reunido con el rey Benkos en Taganga), callaba y estudiaba, pensando en lo inutil de toda aquella instruccion y en el mucho tiempo que perdia con ella.
De esta guisa andaban las cosas cuando, cierto dia, avanzada ya la estacion de las lluvias, tras zarpar de Santa Marta con las bodegas llenas de bananos, cocos, maranones, jengibre, papayas, vino de cana, cueros y tabaco, mi senor padre nos reunio a todos en la cubierta y, desde la toldilla, nos dijo:
– No conviene hacer esperar mas a Benkos Bioho no sea que busque otro mercader para cubrir su demanda. En los ultimos meses he tenido los ojos y los oidos bien abiertos para ponerme al tanto del trato ilicito en estas aguas.
Mis compadres y yo asentimos. Era cierto que ahora frecuentabamos todas las tabernas de los puertos en los que atracabamos y que mi padre sostenia largas conversaciones con los duenos de estos lugares mientras nosotros bebiamos. Era, asimismo, verdad que, gracias a ello, yo habia aprendido a estirar el contenido de mi vaso para no tomar mas vino, chicha o ron del que resistia (que nunca era mas de un cuartillo [27]), de suerte que sabia cuando debia parar para no perder la cabeza ni echar las tripas. Lo que mas agonias y pesares me causo fue empezar a fumar, pero me habitue a echar humo por la boca para no desairar a mis compadres y, con el tiempo, me gusto y disfrute con el tabaco, que, ademas, segun afirmaban los indios, tenia muchas y muy buenas propiedades curativas.
– Pues bien -siguio diciendo mi padre-, tras numerosas cavilaciones y razonamientos, he decidido que vamos a buscar a los piratas y corsarios que vienen hasta Tierra Firme desde las provincias rebeldes de Flandes. He sabido que el anterior soberano, Felipe el Segundo, por torcerles la desobediencia y poner fin a la larga guerra que sostenemos contra ellos, les cerro los puertos lusitanos en cuanto se apodero de Portugal en el ano ochenta y uno [28]. Esta decision no era cosa baladi para los flamencos ya que de las salinas de Setubal extraian la sal para sus salazones que, como sabeis, es la principal de sus industrias y su mayor fuente de riqueza, pues venden a todas las naciones del mundo los arenques, cecinas, mantecas y quesos que alimentan a las tripulaciones de las naos. No se arredraron los flamencos con este castigo, antes bien, pusieron manos a la obra y buscaron nuevas salinas para reemplazar las de Setubal. Con unas naves llamadas flautas, alcanzaron las islas africanas de Cabo Verde y de alli han estado extrayendo sal hasta que un nuevo embargo real sobre sus naves, dictado hace dos anos, los ha obligado a poner las miras en nuestras tierras. La primera flota salinera flamenca llego hace unos meses y encontro el filon que buscaba en un lugar de nuestra costa que nosotros siempre hemos ignorado y despreciado por arido, desolado y yermo pero que para ellos, a lo que parece, esta resultando muy fertil y prospero. Me refiero a la peninsula de Araya, a solo tres leguas al norte de Cumana.
– ?Araya? -se extrano Mateo-. Pero si alli no hay nada. Es un lugar quemado por el sol que no permite la vida. No hay agua para beber, ni arboles, ni plantas, ni siquiera una miserable sombra bajo la que cobijarse.
– Pero hay sal. Y mucha, segun dicen los que han visto a las urcas flamencas partir cargadas hasta los penoles. Afirman que tales salinas son las mas copiosas y abundantes del universo.
– ?Que son las urcas, maestre? -quiso saber Jayuheibo.
– Unas poderosas naves mercantes -explico mi padre-. Son orondas, panzudas y de alto bordo y dicen quienes las han visto que arbolan solo dos palos. A partir de ahora, estad atentos a las naos que pudieran tener esta forma pues, como os he dicho, vamos a tratar con los flamencos y, por mas, concluyo que naves tan gruesas no pueden venir vacias desde Flandes. Seguro que traen mercaderias de contrabando que venden en Margarita, Cumana y Cubagua. Pero hay otra razon importante para tratar con los flamencos: ?que otra cosa producen y venden en grandes cantidades, ademas de salazones?
Todos permanecimos silenciosos, pues no era una pregunta que esperara respuesta.
– Armas -declaro mi padre-. Flandes produce las armas de mejor calidad. Seguro que esas urcas traen suficientes para mercadear.
Pusimos rumbo a la peninsula de Araya, a la que tardamos casi dos semanas en arribar por culpa de los vientos contrarios y las corrientes adversas. No nos detuvimos mas que para hacer aguada y recoger lena en una playa solitaria y el maestre me obligo a permanecer en la cana del timon, con Guacoa, todo el tiempo que no estaba de guardia o aprendiendo, tambien por orden suya, las palabras en lengua flamenca que conocia Lucas Urbina, que no eran muchas, segun este mismo me confeso:
– Las suficientes para entenderme con el enemigo cuando era soldado de los Tercios.
– Pero, ?podremos razonar con los piratas?
– Cuando hay caudales de por medio, Martin, todo se alcanza.
Un dia le pregunte a mi padre cual era la diferencia entre contrabandista, pirata y corsario. El sonrio.
– El pirata viene y roba -me explico-. El corsario viene y tambien roba, pero dice tener un permiso escrito de su soberano para hacerlo. El contrabandista viene y mercadea ilicitamente pero, si se tercia, tambien roba y, entonces, se convierte en pirata o en corsario, si tiene una licencia real. El pirata que puede antes de robar mercadea. Lo mismo hace el corsario. Y el contrabandista, a veces, roba antes para, luego, con lo robado, poder mercadear. ?Lo has entendido ya?
– Pues, vera, padre… -titubee.
– Exacto -repuso con buen humor, soltandome un torniscon en la cabeza. A fe mia que aquel hombre se habia olvidado por completo de la duena Catalina Solis-. Los flamencos a los que buscamos, por ejemplo. Ellos vienen y se llevan la sal. ?Han robado? Naturalmente, porque esa sal no les pertenece y la cogen de balde sin pagar arbitrios ni derechos de ninguna clase. Si la roban y no tienen una patente de corso del rey, que, en este caso, es el suyo y el nuestro y el mismo que les prohibe tocarla, son piratas. Si tuvieran esa patente, serian corsarios, y ellos dicen que lo son porque tales patentes se las expiden sus nobles y sus dirigentes rebeldes. Si mercadearan ilicitamente, como sin duda hacen, serian contrabandistas. Asi pues, ?que son, en realidad, los flamencos que roban la sal de Araya?
– ?Piratas?-aventure.
– Posiblemente, hijo, posiblemente…
No avistamos ninguna urca durante nuestro viaje pero, como era habitual, nos cruzamos con algunas otras naos de mercaderes de trato como nosotros y, a la altura de la bahia de Maracaibo, con un pequeno navio de aviso que, rapido como el viento, en menos de tres semanas habia cruzado los mares para traer, desde Espana, las cedulas y cartas reales, los despachos del Consejo de Indias [29] y el correo para los dignatarios y gobernadores de Tierra Firme, Nicaragua y el Piru. Los del aviso nos gritaron que detras de ellos venia otro mas, una zabra enviada por la Casa de Contratacion de Sevilla [30] con correspondencia para los grandes mercaderes de Tierra Firme y Nueva Espana. Era tanta la importancia del correo que llevaban estos veloces navios que, ademas de venir cifrado, debia ser arrojado al mar antes de que la nave fuera atacada o tomada por enemigos o piratas. En cambio, las cartas de los particulares iban y venian en los barcos de las flotas, asi que habia muchos colonos que no sabian nada de sus familias en Espana (ni estas de ellos) desde hacia mas de un ano. Los del aviso nos gritaron tambien que habian visto barcos piratas ingleses a la altura de las islas de Barlovento mas, como ellos eran tan rapidos [31], habian escapado sin problemas de las grandes y pesadas naos britanicas.
Antes de verlos desaparecer en lontananza, mi padre aprovecho para preguntarles si traian advertencias de la salida de Los Galeones para aquel ano, a lo que ellos respondieron que no, que no habia noticia de ninguna flota para Tierra Firme y que no habian visto ni movimiento de mercaderias ni de barcos en el puerto de Sevilla.
– Dentro de poco -manifesto mi padre con pesar-, comenzaran a escasear, y mucho, todos los bienes necesarios. Las cosas se van a poner mal.
– Yo ya he visto a las gentes -aseguro Mateo, el espadachin- vestir ropas hechas con las cobijas de las camas y las telas de las colgaduras.
– Si, yo tambien -asintio Jayuheibo.
– Pues no tardareis en volver a verlo -repuso mi padre, dirigiendose hacia la toldilla para encerrarse en su camara.
La lluvia nos acompano durante toda la penosa travesia hacia Araya, obligandonos a achicar agua no solo por la manana sino todo el dia y, por mas, se nos vino encima un terrible temporal cerca de La Borburata que nos obligo a asegurar firmemente la carga de a bordo y a dejar la nave mar al traves, amainando el velamen y