tipo a cincuenta metros de distancia, no tiene inconveniente en hacerte correr hasta que te caes muerto. Es tan estricto que, durante el ejercicio con la Compania, en plena marcha, es capaz de localizar a aquellos a quienes faltan clavos en la suela de las botas. Y cada clavo que falta cuesta tres horas en la arena. Hace quince dias, Hermanito estuvo alli nueve horas. De modo que ahora sabemos que los dias de el Tirador estan contados. El diablo le esta preparando un lecho.

– Reconozco que sois una pandilla de duros. Pero, ?hacemos o no hacemos negocio? ?Que te parecen tres mil pavos, una caja de leche en polvo danesa robada en la O. T. de Dinamarca y, ademas, la direccion de esa casa de citas?

Porta hizo como que reflexionaba. Volvio a sonarse, se rasco el trasero y un sobaco, y despues se echo el casco hacia la frente.

Se mordio los labios, pensativo.

– Ahora que recuerdo -prosiguio el otro-. Tambien tengo un fajo de fotografias pornograficas. Te las dare de propina. Estan estupendas, nunca has visto nada semejante. No creas que se trata de material viejo, sino del genero que nos gusta a ti y a mi.

– Ensename la mercancia -pidio Porta, adelantando una mano.

El SS se estremecio, lleno de desprecio.

– ?Crees que soy un primo? Esto seria como si una ramera no reclamara su dinero hasta despues de haber actuado. Seguro que se moria de hambre.

– Entonces, no habra acuerdo.

Porta se dispuso a marcharse.

– ?Eh, un momento! Sostendre las fotos en el aire, para que puedas mirarlas.

– ?Sabes que te vendo las «pipas» muy baratas? Solo lo hago porque te encuentro simpatico. Eres tan caradura como yo. Algo me dice que pronto estaras con nosotros. Presiento que te estan preparando una jaula en Torgau.

– En eso te equivocas, pequeno. Si me sacan de las SS para enviarme a Torgau, no ire a parar a vuestro apolillado Regimiento, sino al disciplinario de la Caballeria.

– Ya cambiaras de opinion. Hablas del 37.° de Ulanos. Ya no existe. Nos lo hemos merendado. La 49.? Kalmykritterdivision lo ha hecho picadillo en la cuenca del Don. Como maximo, habran escapado diez con vida. Han renunciado a formar otra vez el Regimiento.

– ?Crees de veras que ire a parar con vosotros si me echan de aqui? ?Teneis corneta?

Porta mostro una expresion triunfal.

– No te hace ninguna gracia, ?eh? Tu seguridad ha desaparecido.

– Nunca se puede estar seguro de nada -contesto el SS, con conviccion. Se echo la gorra con la calavera hacia la nuca-. Con el Bello Paul uno nunca envejece. Imagina que vaya a parar con vosotros. ?Tendras la influencia suficiente para que me nombren corneta? -El SS se metio en el automovil y saco una trompeta plateada. Una trompeta con la cinta dorada de la Caballeria. Enseno cuatro trofeos sujetos a la misma-. Los recibi porque era el mejor. Toque con motivo de un discurso en casa de Adolph. Toque para el rey Carol. En 1938, fui yo quien toque para Chamberlain cuando se dejo timar por Adolph. Apareci en los diarios ingleses, con el nombre y todo. La gente me prestaba mas atencion que a Chamberlain y a Adolph. Si llego a ser corneta de vuestra Compania, se hablara de vosotros.

– Ya somos demasiado conocidos -replico Porta con sequedad-. Pero si un dia te presentas en nuestro Regimiento, y se que lo haras, ya me las arreglare. Tengo amistades de primer orden. En realidad, soy el jefe de la Compania. Ven a casa de Bernhard el Empapado y ensenales lo que sabes hacer. Bueno, ?quieres o no quieres las «pipas»?

– Claro que las quiero, pero el precio me quita un poco las ganas. No encontraras fotos tan estupendas como las mias. Son las mejores del mercado. Por si solas valen diez «pipas» - Saco una y la puso ante las narices de Porta-. Fijate en esta.

Porta adopto un aire impasible. Solo sus ojillos porcinos brillaban y traicionaban su deseo.

Esto no escapo a la atencion del SS, quien sonrio de traves y saco otra fotografia.

– Esta bien, ?eh?

– ?Pse…!

– Estoy seguro de que eres uno de esos hombres capaces de hacer cualquier cosa por la pasta -replico, riendo, el SS-. Si pudieses, le venderias el Paraiso al mismo diablo.

– No hables tanto. Ensename tu catalogo de porquerias. Ya una vez me enganaron con esto. Uno que me vendio treinta y cinco fotografias. Cuatro eran pornograficas, pero las otras representaban los cuentos de Grimm. Durante ocho dias, no pare de buscar al muy cerdo. Incluso prometi dos botellas de vodka a Hermanito, si lo encontraba. Pero parecia que se lo hubiera tragado la tierra.

– ?Que le hubieses hecho si llegas a encontrarle?

Porta rio malevolamente y saco un largo cuchillo que llevaba en una bota. Paso un dedo por el filo. Asomo la punta de la lengua entre los labios.

El SS inclino la cabeza. Habia comprendido.

– No me creeras tan puerco como para timar a un camarada, ?eh?

Porta le observaba solapadamente.

– No importa donde ni cuando. Porque eres igual que yo, y yo engano a los otros cada vez que puedo. De lo contrario, en la tierra no habria gente lista y gente tonta.

El SS se paso una mano por los labios y se rasco una oreja con la llave de contacto.

– Si quieres, te dejare mirar la mercancia. Pero, entretanto, quiero tener una «pipa» en la mano.

– De acuerdo.

Porta cogio las fotografias. Las ojeo con avidez, mientras se relamia los labios.

– ?Valgame Dios, que gachis! Si uno encontrara una como estas, ya podria morir feliz. De acuerdo, amigo mio. Me rindo. He encontrado un truco formidable. Cuando este cansado de mirarlas, las alquilare. Hermanito me pagara el sueldo de todo un ano a cambio del derecho de poderlas mirar durante una hora.

Tres grandes fajos de billetes cambiaron de mano.

Porta los comprobo.

El SS olfateo los cigarrillos. Asintio con la cabeza, satisfecho. Eran las mejores «pipas» que habia visto en mucho tiempo. Decidio emborrachar a Porta algun dia para saber donde las conseguia.

– Faltan cien marcos -declaro Porta.

– No es posible -protesto el SS-. Habia mil pavos en cada fajo. -Los conto por tres veces. Meneo la cabeza para demostrar que no lo entendia-. Vaya, esto si que es extrano.

Saco otro billete de cien marcos, y se lo entrego a Porta.

Este sujeto cada fajo con una banda de goma.

– Esto es la pasta. Pero me habias hablado tambien de la direccion de la casa de citas, no lo olvides.

El SS escribio unas lineas en un pedazo de papel.

– Es cerca del Alster, Una casa blanca, con techo negro. Antes vivian en ella unos chinos.

– ?Hay tambien alguna chinita? Me vendria de gusto. He oido decir que en estas cuestiones son fantasticas.

– Nunca he visto ninguna, pero la casa esta llena de mujeres. Solo tienes que

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