pueblo procedia de Himmler y de Nebe. Era excelente. Hacer algo terrible que tuviera repercusiones en el mundo entero, para que todos comprendieran cuan estupida habia sido la Resistencia checoslovaca al liquidar a Heydrich. El furor y la desesperacion ante todas aquellas ejecuciones y represalias por un solo crimen, debian de volverse contra la Resistencia. Pero los ingleses habian sido mas rapidos. Adivinaron el truco. Tanto el del Batallon de policias como el de las numerosas liquidaciones. Habian repetido incansablemente, hasta que todo el mundo lo tuvo bien metido en la sesera, que los culpables eran las SS y la Gestapo. Los voluntarios de Bohemia y de Eslovaquia habian empezado a desertar. Las oficinas de reclutamiento estaban vacias. La Resistencia aumentaba. La mayoria de sus miembros se habian formado en las SS. Gente peligrosa, que no luchaba por amor a la patria, sino por odio.
Bielert miro al teniente de Tanques. Pronto terminaria con el. Era un buen truco dejar que aquellos ridiculos intelectuales leyeran la orden de detencion. En seguida se sentian en un terreno resbaladizo y empezaban a desembuchar.
Bielert sonrio y palmoteo el brazo del sillon, con su mano izquierda, mientras contemplaba la ceniza blanca del cigarro brasileno. Sabia que el teniente estaba leyendo por tercera vez la orden de detencion. Todos lo hacian. La primera vez no entendian nada. La segunda, empezaban a ver claro, y a la tercera, el terror se apoderaba de ellos. A la cuarta, perdian todo dominio sobre si mismos.
El teniente Olhsen no constituia ninguna excepcion. Leia muy lentamente. No lo entendia. Debia de tratarse de un mal sueno, de una pesadilla, de la que acabaria por despertar.
El Presidente del Tribunal Popular.
El Tribunal Popular
7.J.636/43 (52)43-693
Hamburgo, 3 de abril de 1943
8, Stadthausbrucke
Orden de Detencion
El teniente de la reserva, Bernt Viktor Olhsen, nacido el 4 de abril de 1917 en Berlin-Dahlmen, actualmente de servicio en el 27.? Regimiento Blindado, 2.° Batallon, 5.? compania, debe ser internado por la policia secreta del Estado. El 27.° Regimiento Blindado esta acantonado hasta nueva orden en el cuartel de Infanteria de Hamburgo-Altona, 2.° Batallon, y debe servir provisionalmente como Batallon de guardia en Hamburgo.
Debe abrirse una informacion judicial contra Bernt Viktor Olhsen. Se sospecha que quiere perturbar el orden publico mediante la difusion de opiniones derrotistas y alentar el sabotaje y la insurreccion. Motivo de la sospecha en cuestion:
El 22 de enero de 1943, durante la estancia del Regimiento en el frente del Este, Bernt Viktor Olhsen declaro a un camarada oficial:
– Esta maldita guerra esta perdida para el Reich milenario. Dentro de poco, los ingleses y los americanos invadido Alemania por Italia y los Balcanes. Y entonces, ese perro de Himmler y todos sus compinches se veran obligados a pasar por los hornos que han inventado.
Ademas, el acusado enseno a su subteniente de segunda clase unos folletos de propaganda rusa que incitaban a los soldados alemanes a la desercion.
El delito cometido es la violacion de los parrafos 5 y 91. articulo 1.° del Codigo Penal. El arresto e instruccion preliminar deben ser efectuados por la policia secreta, servicio de Stadthausbrucke, numero 8, Hamburgo, 2. La detencion obedece al hecho de que es probable que el acusado intente huir. El delito cometido es susceptible de merecer un castigo severo.
La orden de arresto y la detencion estan sujetas a apelacion ante el presidente del Tribunal Popular.
– Dr. Mickert,
Presidente de la Corte de Apelacion.
El teniente Olhsen dejo caer el documento y miro al consejero criminal Paul Bielert.
– ?Que debo decir?
Hizo un ademan de resignacion.
Paul Bielert, indiferente, se encogio de hombros y chupo el cigarro.
– ?Como quiere que sepa lo que quiere decir? No soy yo el acusado de alta traicion. En cambio, puedo explicarle lo que pienso hacer en mi calidad de jefe de la investigacion.
Se inclino sobre el escritorio y senalo al teniente Ohlsen con su cigarro.
– En la Gestapo no somos idiotas. Cuando detenemos alguien, cuando le sacamos de la vida normal, es que tenernos pruebas fehacientes. En mi servicio, nunca nos equivocarnos Si niega usted, lo unico que consigue es agravar su causa. De todos modos, acabara por decir lo que deseamos.
Sonrio. Sus ojos relampaguearon tras las gafas oscuras.
– No nos importan los medios. Usted mismo ha de decidir si quiere salir de aqui andando o a rastras como un saco de patatas. Pero no se marchara de este despacho sin haber hecho una confesion completa. -Se recosto en la silla y dejo tranquilo al detenido por un momento. Despues, prosiguio, sonriendo amablemente. Cambiaba incesantemente de tono-. Pero si confiesa en seguida, de modo que no sea necesario perder demasiado tiempo en tonterias… -Dio un golpecito a un fajo de documentos que tenia delante-, es posible que se libre con dos o tres semanas en Torgau. Desde alli le enviaran como soldado raso a un regimiento disciplinario, o bien ira a parar a un F.G.A. [29], aunque no permanecera alli mas de tres meses.
El teniente Ohlsen se paso una mano por el cabello y miro con atencion al oficial de policia.
– El programa me parece seductor, senor consejero criminal y supongo que la mayoria de las personas le creerian. Pero he servido tres anos en un regimiento disciplinario, y se que nadie logra sobrevivir mas de dos meses en un F.G.A.
Bielert se encogio de hombros.
– Resulta algo exagerado. Personalmente, conozco a varios que han salido vivos de un F.G.A. Pero, naturalmente, la condicion era que esos individuos estuviesen dispuestos a colaborar con nosotros. En mi opinion, no puede usted escoger. Gracias a su torpeza, ha conseguido verse acusado de alta traicion. Confiese y terminemos. Ahora, si forma parte de esas almas ingenuas que creen que gritando pueden arreglarlo todo, se equivoca por completo.
Amenazo al teniente con su estilografica. Sus ojos brillaban malevolos.
– Soy capaz de preparar contra usted una acusacion tan grave, que el senor Rottger, de Plotzensee, tendra derecho a decapitarle. ?Nunca ha visto como utiliza el hacha? Es un experto. Un golpe, y la cabeza rueda por el suelo. Y sobre todo, no crea usted que le amenazo en vano. Personalmente, soy contrario a las fanfarronadas. Lo que decimos en la Gestapo es una realidad. No hacemos nada a medias. Si iniciamos un asunto, lo terminamos cueste lo que cueste. Estamos tan bien informados que incluso sabemos lo que dice la gente mientras duerme. Mis confidentes estan en todas partes. En la sacristia de la iglesia. En la sala de juegos de la escuela maternal. No me importa la clase de tipos que trabajen para mi, con tal de que trabajen. Lo mismo echo mano de un general que de prostitutas y chulos. Me encuentro con los unos en los salones y con los otros en los lavabos de las tascas de mala muerte. En el espacio de quince dias, examinare tan a fondo su vida, teniente, que hasta sabre decirle el color de su primer chupete.
El teniente Ohlsen quiso interrumpirle, pero Bielert levanto una mano para hacerle callar.
– Un instante. Ya tendra ocasion de explicarse. Por ejemplo, sabemos ya que ha hablado con sus hombres de alta traicion, de sabotaje y de desercion. Ha ultrajado usted al Fuhrer, ha aludido a