– ?Afeitado? -pregunto, riendo, Stever-. Eres el tercero de hoy, y el que te sigue no saldra mejor librado. Pero cuatro no es nada. Hace dos meses tuvimos dieciseis aspirantes al cielo en un solo dia. Y nueve en su mismo caso. Pero Jeckstadt liquido la cosa en hora y media. Asi consiguio una Cruz al Merito. ?Diantre! No son tan generosos con quien realiza todo el trabajo en este agujero. Pero no te preocupes, teniente. Tarde o temprano, todos haremos este viaje. Dos cosas son seguras: se viene al mundo solo, y se marcha solo. Lo unico que cambia es la manera de hacerlo. Los hay que estiran la pata en la cama. Otros encuentran su billete en las alambradas de la tierra de nadie. Tambien hay los estupidos, que prefieren hacerlo por si mismos. Pero no te preocupes, teniente. Si hay que creer al pastor, y ?por que no hacerlo?, Jesus esta junto a la puerta para recibir a toda la pandilla, con o sin cabeza sobre los hombros.
– ?Cree en Dios? -pregunto el teniente Ohlsen, con la mirada fija ante si.
– ?Por que piensas en eso?
– Acaba de decir que Dios nos espera a todos.
– ?Oh, si, tal vez sea cierto! No puedo decir que si ni que no. Nunca he pensado en eso, pero el pastor siempre les dice a los individuos, antes de que la dinen: «Roguemos y Jesus te recibira.» Y el debe de saberlo. Es un viejo guardian del cielo con linea directa con el Paraiso. Le llamamos
– Rezare con el pastor -dijo el teniente Ohlsen.
– Es formidable -comento Stever, riendo-, y resulta divertidisimo vigilar por la mirilla. Yo he de hacerlo. Lo exige el reglamento -explico mientras boxeaba con su sombra. Golpeaba a un imaginario contrincante. Sus botas claveteadas resonaban al compas de sus piernas-. Miro para intervenir si al condenado le acomete el «mal de la jaula» y empieza a golpear al guardian de Jesus. ?Que eres tu? ?Catolico?
– Protestante.
– ?Estupendo! Entonces, vendra el viejo. Cuando se trata de un catolico, resulta menos divertido.
– ?Que diferencia hay? -pregunto el teniente Ohlsen.
– Te lo explicare. Los capellanes protestantes son unos fantoches. Todo es comedia. Con los curas ocurre una cosa muy diferente. Uno se cuadra y no se atreve a armar jaleo. Incluso
– Pero para mi es una cosa seria -replico el teniente Ohlsen.
Stever se detuvo a mitad de una finta contra el enemigo imaginario, frente al calabozo 19.
– ?Ah, mierda! Tambien lo he oido decir. ?Eres un santo?
– Depende… -contesto el teniente Ohlsen, encogiendose de hombros.
– No es tan extrano -dijo Stever, reanudando su boxeo contra las sombras.
Lanzo un traidor golpe bajo, doblo las rodillas y envio un directo con la izquierda, que alcanzo violentamente una mandibula imaginaria.
– Te comprendo, camarada teniente: no quieres correr riesgos. Muy listo. - Interrumpio un momento su desenfrenado boxeo y levanto un dedo sentenciosamente-: Siempre lo digo, hay que reservarse una puerta de salida. He viste salir a muchos de aqui, pero nunca he visto a uno que regresara. Asi, pues, no puede saberse con seguridad si hay o no un consejo de revision en la antecamara de san Pedro. De modo que, si no se ha creido en Dios esta uno listo. Nadie habla de ser fanatico. No hace mucho, encontre una Biblia en el subterraneo. Faltan bastantes paginas que el antiguo propietario utilizo para liar cigarrillos. Nadie ha dicho nunca que habia que leerla toda. Pero yo tengo cuidado. Una o dos veces al mes, le echo una ojeada. Nadie podra reprocharme el no haber tenido nunca una Biblia en las manos, y os doy mi palabra, a Jesus y a ti, de que nunca he insultado a un cura. Ni siquiera al que estaba aqui y a quien pescaron. Era un cura de una parroquia cerca de Lubeck, con una jeta asi de grande. Si hubiese estado un poco mas cerca de Hitler que de Dios, habria salvado la piel y no habria dado con sus huesos aqui. Si por lo menos estuviese seguro de que Dios existe… No puedes imaginarte lo que haria por ti, teniente, si cuando estes en el otro lado quieres hacerme una ligera senal. Si llegas con la cabeza bajo el brazo, seguramente te recibiran bien. Sobre todo, si te arrodillas seriamente con el pastor y rezas.
– Pero, entonces, ?por que no lo haces tu tambien? I
Stever reanudo su boxeo, y contesto en medio de un ataque furioso:
– Lo he intentado varias veces. Incluso me postre de rodillas ante el pastor y el me dio un sorbito y un pedazo de pan. Pero, en medio de todo esto, me dije:
»!Te felicito por tu prevision! En todas esas historias con Dios, mas vale estar en regla. Yo nunca he disparado contra un crucifijo, y eso que muchos si lo han hecho. Tampoco he birlado nunca nada en una iglesia. Una vez, incluso, lleve una monja en mi moto. Se habia roto una pierna. Fue cuando hicimos la guerra en Francia. Cosas asi han de estar escritas en el lado bueno del libro de cuentas del buen Dios, supongo yo. A menudo me digo: «Cuidado, Stever, todos estamos en el primer peldano de la escalera.» A menudo ocurre que protestantes que esperan su turno ponen al bendito pastor a la puerta de su celda. Hace un tiempo tuvimos a un zapador. Le pego tal mamporro al pastor que este tardo dos horas en recobrar el sentido. No era el viejo, sino otro, joven. Mas tarde,
Antes de cerrar la puerta del calabozo, Stever anadio para consolarle:
– No temas, hoy no ocurrira nada. Aun no han montado el tajo. El operador en jefe todavia no ha llegado. Primero, tiene que verte para calcular el golpe que ha de dar con el hacha. Es algo que ha de pensarse cuidadosamente. El pastor pasara por aqui, y el comandante te visitara. Todo esto requiere tiempo. Ahora, te daran mantas y un colchon. Tienes derecho a ellos como candidato al cielo. Tambien recibiras mejor comida. Ahora que me acuerdo teniente, y antes de que me marche, ?te molestara que le diga a
– No hay inconveniente -contesto el teniente Ohlsen, cansado.
– ?Magnifico! -exclamo Stever, riendo-. De todos modos, lo hubiese hecho igual, pero es estupendo que estes acuerdo.
El teniente Ohlsen empezo a andar ininterrumpidamente. Cinco pasos en un