Al mismo tiempo pensaba:

«Esto es una mierda. Puede armar jaleo. Esta vez, el Verraco se ha pasado de rosca.»

Se trataba de un prisionero de la Gestapo, y el incidente podia dar pie a investigaciones desagradables, si el prisionero moria antes de la ejecucion. El Bello Paul era muy meticuloso en aquellas cuestiones. Stever habia oido contar que Paul habia enviado al frente a todo el personal de la carcel de la guarnicion de Lubeck, por una frusleria semejante, y el Verraco habia cometido ya una estupidez con aquella maldita autorizacion de visita. Se rasco pensativamente la cabeza. Tal vez fuera una buena idea visitar a el Bello Paul y explicarle las maniobras de el Verraco. Era dificil adivinar el resultado que se obtendria. Alguna vez habia ocurrido que un Obergefreiter alcanzara alturas insospechadas entre os prusianos. En aquella sociedad, todo era posible.

Stever se sintio muy animado con este pensamiento. Tanto, que para consolarle pego una palmada en el hombro de un prisionero y le dio un cigarrillo a escondidas. Haria cuanto fuera preciso para no conocer mas de cerca el frente del Este. Los grandes viajes no le atraian. El era de los que permanecen «atados a su campanario».

Al domingo siguiente, el teniente Ohlsen oyo ruido de martillazos en el patio.

Dos o tres horas mas tarde, el Obergefreiter Stever entro en su calabozo. Con su baston, golpeo concienzudamente las rejas de las ventanas.

– Prefiero comprobar que no estas limandolas. Para nosotros seria una broma pesada si, a ultima hora. te las piraras.

– ?Lo ha conseguido alguien? -pregunto el teniente Ohlsen

– Aun no, pero puede ocurrir algun dia. A mi, mientras no ocurra en mi seccion, lo mismo me da. Ni siquiera te impediria que saltaras si estuvieses en otro pasillo. Solo una vez me encontre con uno que lo intento. Habia jugado al futbol en el equipo del Ejercito antes de terminar aqui. Atraveso el campo en zigzag, pero de poco le sirvio. Le meti dos pildoras de mi 0,8 en la columna vertebral. Quedo paralizado, y eso que al muy idiota solo le quedaban seis semanas de jaula. Habia obtenido permiso para ir a cortar lena con uno o dos mas. Nadie hubiera podido imaginar que queria fugarse. Sin embargo, era mejor cortar lena con nosotros que arrastrarse en un Batallon de castigo. Pero, de repente sintio deseos de tomar las de Villadiego. Y mientras yo estaba explicando una historia verde…

– ?Por que lo hizo? -pregunto el teniente Ohlsen.

– Por anoranza -respondio Stever, con la conviccion de un sabio-. Llega como un rayo en un cielo azul. Desde entonces, pienso que todo el mundo quiere saltar. Ni siquiera estoy seguro de mi mismo. A menudo, he de decirme: «Stever, nada de tonterias…»

– Sin embargo, usted no tiene ningun motivo para querer marcharse -dijo el teniente Ohlsen.

– ?Quien sabe! Es una idea que se le puede ocurrir a cualquier hombre que lleve uniforme. La verdad es que, en el Ejercito, se pasan demasiadas horas de aburrimiento. Cuando uno no sabe que hacer, se le ocurren ideas muy extranas. Nadie quiere largarse cuando el trabajo es duro. Siempre piensas en apearte del tren cuando el viaje es mas monotono, y este agujero es la monotonia personificada.

– Pues, entonces, busque otra cosa -le aconsejo el teniente Ohlsen.

– ?Crees que tengo un grillo en la azotea? Se lo que me espera si intento salir de esta jaula. Me presento en el Regimiento y al cabo de dos dias estoy camino del frente. Y en un abrir y cerrar los ojos, me encuentro en una trinchera, en el Este. No me interesa arriesgar la piel por Adolph. Me importa un bledo que cuando acabe la guerra no me traten como un heroe. Y quiero regresar a casa sin haber visto jamas a un solo Ivan armado. Tal vez llegue a jefe, aqui. Soy el mas antiguo, despues de el Verraco. Se muchas cosas sobre las prisiones. Lo se todo. Ensename a alguien que sea capaz de abrir mas de prisa que yo la puerta de una prision. Con mis botas claveteadas de Infanteria, soy tan silencioso como un gato que se hubiese puesto almohadillas de terciopelo bajo las patas. Con mi baston, puedo romper una pierna a cualquier prisionero. Manejo mi 0,8 mejor que un vaquero de Texas. Le pongo las esposas al mas pintado en un santiamen. Por las mananas, antes de abrir un ojo, ya se si hay algo escondido en uno de mis calabozos. Es lo que se llama instinto. -Encendio un cigarrillo y se lo alargo al teniente Ohlsen-. Mantenlo escondido en la mano para que no te lo vean. El Obergefreiter Stever es un buen hombre que no teme arriesgarse por alguien que se dispone a emprender el gran viaje. -Senalo el patio con su pulgar, por encima de la espalda-. ?Oyes como golpean? Apuesto lo que quieras a que no adivinas lo que hacen.

Miro al teniente Ohlsen, quien fatigado, se habia recostado en una pared.

– ?Sabes lo que hacen? -repitio Stever, riendo. Y, sin esperar la respuesta del teniente, hizo un ademan significativo alrededor de su cuello-. Estan montando la carniceria para ti y otros diez. Hacen el trabajo unos tipos de la Compania del Regimiento de Zapadores. Tambien hemos recibido las cajas de expedicion. No estan mal, aunque sin pintar, Tambien han llegado las cestas para vuestras cabezas. Saldreis todos a la vez, para ahorrar tiempo. Siempre se hace asi. El operador en jefe viene de Berlin y es una lastima que realice viajes inutiles. Las ruedas giran hacia la victoria.

La sangre desaparecio del rostro del teniente Ohlsen.

– ?Estan montando el cadalso? Entonces, todo terminara pronto.

– No, no, no es seguro. Nunca se puede confiar en eso. Una vez, tuvimos preparado durante dos meses el banco de la carniceria. La SD y el Consejo de Guerra no se ponian de acuerdo. El Consejo de Guerra queria indultar al acusado, y la SD, no. El asunto llego hasta el general- Feldmarschall Keitel. Pero, entonces, el Bello Paul cogio un berrinche de miedo e incluso metio en el jaleo al SD Heydrich. Keitel se asusto mucho y el general perdio la cabeza. Por cierto que estaba en tu calabozo. Lo reservamos siempre para los que tienen un puesto seguro en el expreso.

– Pero, entonces, ?saben ustedes lo que va a ocurrir incluso antes de que se celebre el juicio?

– Lo que voy a decirte es «Gekados». Algo que no deberias saber. Apostaria cualquier cosa a que ya no asistiras a la mesa del domingo proximo. Cuando un tipo llega a nosotros con VG y SG en sus papeles, ya se sabe lo que le ocurrira al cabo de una hora. Es una marquita que hay abajo, a la izquierda, en el documento de detencion. Por ejemplo, una pequena K quiere decir Kz. El juez tiene un duplicado y seria muy peligroso para el no juzgar como desea la Gestapo. Nuestros tribunales no conocen la palabra «absuelto». La Gestapo nunca se equivoca. Si meten a un tipo en arresto preventivo, es culpable.

»En caso de ocupacion enemiga, nadie podria encontrar nuestras ordenes. Todo nuestro «Gekados» desaparece convertido en humo. Nuestros adversarios no se enteraran de nada. Si me echan el guante, cosa que podria ocurrir, se de memoria lo que les dire. He hecho varios ensayos generales con el Buitre. No soy mas que Obergefreiter. No se nada. Me he limitado a cumplir ordenes. Y ya veras, teniente, me admitiran como Obergefreiter entre ellos, entre los enemigos. Yo pertenezco al tipo razonable. Me importa un bledo saber quien debo pegarle una patada en el trasero. Mientras me paguen cada diez dias para que pueda correrme una buena juerga, soy daltoniano y no advierto si los diversos colores politicos me van o no. Esta noche, salgo con una gachi. Su hombre esta en Rusia.

»Date una vuelta por una calle elegante teniente. ?Que veras? ?Tiendas en las que se vende azucar, coles, sacos de patatas? Nada de eso. Bragas de todos los colores y medias elegantes. Tu aprietas de lo lindo en tu tanque. Te cuelgan del pecho una hermosa Cruz de Hierro. Tendrias mujeres, y en cantidad. A esa Cruz de Hierro habria que llamarla un iman de mujeres. Hay dos cosas que cuentan: la pasta, mucha pasta; o bien condecoraciones dificiles de obtener. Condecoraciones tan importantes que causen miedo a los cazadores de hombres. Daria mucho por tener una Cruz de Caballero, teniente. Citame un solo rey que sea guapo. No podras. Y, sin embargo, tiene cuanto desea. ?Porque es rey? El secreto reside en la quincalla que lleva en el pecho. Todos corren tras eso. Es un iman. Vale mas que una tarjeta de entrada para un burdel. Bueno, me largo.

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