Steiner y Barcelona, apoyados el uno al otro, leian juntos en voz alta. Steiner tartamudeaba en las palabras dificiles, Barcelona le corregia cortesmente.
– Camaradas, permaneced tranquilos. Es un aviso secreto de la Gestapo - proclamo Barcelona en la calle.
– Por haber propalado falsos rumores… -deletreo Steiner.
– …en detrimento de la patria – prosiguio Barcelona.
Steiner cayo contra el cartel, pero consiguio apoyarse con ambas manos en el mismo.
– Dios es testigo, tengo sed -gimio.
– ?Diantre!, es alguien a quien han ahorcado -grito Barcelona-. Esta escrito en negro sobre fondo rojo.
– Esto es lo que puede llamarse papel de gala -dijo Porta.
Y vomito en la barandilla del «Metro».
– ?A quien han ahorcado? -pregunto el Viejo, sentandose en un escalon.
Barcelona examino el cartel.
– «Por traidor a su Fuhrer, al pueblo y a su patria hoy a las 17,15 horas, sera ejecutado Emilie Dreyer, de acuerdo con la sentencia del tribunal popular».
Proseguimos cogidos del brazo, bordeando los fortines, hacia el Palacio de Justicia.
Barcelona y el legionario cantaban al tiempo que hipaban:
Dragoner sind halb Mensch, halb Vieh.
Auf Pfer gesetzte Infanterie.
– ?Habiamos visto a esa que han ahorcado,. -murmuro Heide, cuando llegabamos al cuartel.
– Es posible -suspiro el legionario-, pero ahora no volveremos a verla. No iremos adonde esta.
– En estos tiempos, se muere mucha gente -comento filosoficamente el Viejo-, y nosotros nos marcharemos pronto al frente. El Batallon ya esta listo.
– ?Soy un heroe! -afirmo Hermanito con toda la fuerza de sus pulmones.
Porta se dejo caer en el cesped, ante el edificio del Estado Mayor.
No sin dificultad, consiguio sentarse de nuevo.
– Gritemos por los mierdosos que tienen miedo -propuso-. Se que el coronel Hinka tiene una mujer en su catre. La conozco, pero la muy granuja apunta muy alto y no quiere saber nada con los Obergefreiters.
La voz de Porta resono como un organo:
Im schwarzen Keller zu Askalon
da kneipt ein Mann drei Tag.
bis dass er wie ein Besenstiel
am Marmortische lag.
– !Por todos los profetas! -blasfemo el legionario, lanzando su equipo a un rincon-. ?Nombrarme maestro a mi edad!
Le habian nombrado instructor de combate individual de los quintos que llegaban regularmente de las carceles, de los cuarteles y de los campos. Se hacia cargo de ellos en cuanto habian recibido la cinta zbV.
– ?Por que has aceptado, si no te gusta? -pregunto Hermanito, mientras mordia un pedazo de tocino que habia robado al furriel de la 8.? Compania.
El pequeno legionario se encogio de hombros, encendio uno de sus perpetuos cigarrillos, echo el humo por la nariz y apoyo pensativamente el extremo encendido sobre una abeja medio muerta que se arrastraba por la mesa.
– Y tu, ?por que te has hecho soldado?
– Es facil responder -replico Hermanito con la boca llena de tocino-. Podia escoger entre ser esclavo de un campesino hipocrita, o entrar en las fuerzas armadas. A los dieciseis anos, me aliste en la Caballeria. No me aceptaron. Dijeron que era demasiado corpulento. Me enviaron a la Infanteria, despues de darme varios punetazos en los hocicos, de propina. Alli, destroce a todos los oficiales con mis marchas. Solo colocando sin cesar un pie delante del otro. En pocas horas quedaban listos. Se imaginaban que podrian vencer a un chaval del orfanato. Me obligaban a comer tierra del campo de maniobras. Luego, durante ocho dias, cagaba como un gusano. Pero, de todos modos, era mejor que trabajar para un maldito campesino. Y ahora, estoy aqui.
El legionario asintio,
– Naturalmente, cantarada. No conozco ni el orfanato ni el reformatorio, sino solo el hambre y el paro forzoso. Bueno, escape del avispero aleman una noche lluviosa de 1932. Fui a Paris, donde esperaba encontrar el sol. Pero resultaba tan triste como Berlin. Me hice adoptar por una puta que encontre en el Boulevard Saint-Michel, esperando el autobus que iba a Luxemburgo. Me enseno a hablar el frances. Me converti en su maton. De repente, tuve a la poli tras de mi. De toda las puertas malditas, escogi la peor, la que conduce a la oficina de alistamiento de la Legion Extranjera. Me recibio un sargento, que me enseno un papel, mientras reia ruidosamente. Fuera, me esperaban los polis.
– ?Que prefieres? -me pregunto el sargento-. ?La libertad con nosotros o una estancia prolongada en el fuerte de Saint-Martin-de-Ra?
En aquel momento, uno de los polis asomo la cabeza por la puerta, y aquello decidio el resto de mi vida. Ala habia escogido. Cuatro semanas mas tarde, estaba comiendo arena cerca de Casablanca. Olvide a]eannette y encontre a otra llamaba Aischa. El mismo temperamento. Esta vivia en el barrio negro.
El legionario se echo en su litera, junto a la ventara y le grito a un recluta:
– ?Vamos, vamos, cerdo! Limpiame el equipo a toda marcha. ?Y procura que cuando hayas terminado brille todo como la plata!
Tiro una bota al aterrado recluta, un viejo de sesenta y tres anos que habia de morir como un heroe a orilles del Dnieper, al norte de Kiev.