Reichhardt alzo la vista, que tenia clavada en un bloc de notas, y enarco las cejas.

– ?Que opinas, Griff? ?Se te ocurren soluciones inteligentes?

– Yo propondria un reconocimiento aereo a baja altura, senor. Deberiamos enviar a la zona algunos U-2R que la sobrevolaran dia y noche.

– ?Alvin? -Reichhardt miraba ahora a un uniforme de las fuerzas aereas.

– Bien, senor, me preocupa la conservacion de los bienes. con ello me refiero a los aviones. El problema de los U-2R es que no son muy resistentes. Fueron construidos con la finalidad de realizar vuelos largos a baja altura y a poca velocidad. A principios de los sesenta, cuando los rusos cogieron a Gary Powers, era facil abatirlos. -Se encogio de hombros-. Ahora mas que nunca. No obstante…

Perrins habia estado escuchando y asintiendo.

– Mi opinion -intervino- es que los dos bandos van a ver con malos ojos una interferencia militar americana en la zona. Los hindues ven en nosotros a un aliado natural de Pakistan. El problema es que, desde que empezo todo esto, son los chinos quienes han apoyado a los pakistanies, no nosotros. Si uno de esos U-2 cae abatido, esto podria poner en entredicho nuestra capacidad de actuar como honrados mediadores en el proceso de paz.

– ?Es esto lo que nos proponemos? -pregunto Reichhardt-. ?Actuar como honrados mediadores en el proceso de paz?

– No obtendremos ninguna ventaja estrategica si dejamos que entren en guerra, Bill.

Reichhardt asintio lentamente y examino la cubierta del informe que tenia ante el sin dejar de repiquetear con el boligrafo sobre la hoja de papel hasta que esta quedo cubierta por una constelacion de puntos.

– ?Alvin? Me parece que ibas a anadir algo -dijo dirigiendose al militar de las fuerzas aereas y apremiandolo a hablar.

– No obstante, cuando se trata de obtener fotografias de primera calidad, los U-2 no tienen rival. Si pudieramos enviar solo un corto numero de aviones que sobrevolaran la zona de reconocimiento en dias de tiempo esplendido, digamos cuando el cielo esta mas del setenta y cinco por ciento despejado, entonces mi confianza en obtener un resultado en la mayor brevedad posible seria mucho mayor.

– Lo tendremos mejor para bombardear el terreno -gruno Perrins-. Pero tambien lo tendran mas facil las baterias de sus misiles antiaereos.

– Esto no se puede remediar -repuso Reichhardt con irritacion. Le lanzo una mirada a Perrins y anadio-: Comprendo lo que dices, Bryan, pero no veo que a corto plazo tengamos otra alternativa.

– Lo que tu digas, Bill -dijo Perrins encogiendose de hombros.

– ?Alvin? Quiero que envien ahora mismo esos U-2.

– Si, senor.

– El nombre en clave… -Reichhardt se golpeteo en los dientes con el boligrafo-. ?Se le ocurre a alguien algun nombre? Preferiria no tener que recurrir al ordenador. Da unos nombres tan endiabladamente absurdos que soy incapaz de recordarlos.

– ?Que te parece Icaro? -apunto Perrins.

– No me parece un buen nombre -contesto Reichhardt riendose-. Me refiero a que seria tentar la suerte, ?no?

Perrins sonrio haciendose el tonto.

– ?Quien iba a querer que se le derritieran las alas? No, la llamaremos Belerofonte. B-E-L-E-R-O-F-O-N-T-E. Si no sabes lo que significa, Bryan, buscalo en una enciclopedia. Belerofonte volo al cielo montado en el lomo de Pegaso. -Volvio a reir satisfecho y pagado de si mismo-. Haber estudiado en Harvard ofrece algunas ventajas.

Perrins, que habia estudiado en Yale, asintio en silencio e iba a apuntar que Zeus habia enviado un tabano a fin de que picara al caballo, por lo que Belerofonte se habia caido, pero se lo penso mejor y decidio esperar a decirlo en la proxima reunion. Si los U-2 tenian exito y conseguian obtener informacion, a nadie le importaria el nombre en clave. Pero si los U-2 no obtenian ningun resultado, entonces si le comentaria a Reichhardt la historia que encerraba aquel nombre, y lo haria como si acabara de recordarlo. Infantil pero divertido. En el juego del espionaje uno se divertia como podia. Y las situaciones que se creaban en el Pentagono eran especialmente comicas.

TRES

La primera insensatez de Dios: el hombre no encontro que los animales fueran divertidos; los domino y el mismo no quiso ser «un animal».

Friedrich Nietzsche

Saliendo de San Francisco por la interestatal 80 se cruza el Puente de la Bahia hacia el este, una zona que comprende los condados de Alameda y Contra Costa; Oakland y Berkeley son los lugares de destino mas probables de los viajeros que recorren dicha autopista. Aunque las dos ciudades son practicamente colindantes, un terreno ondulado y borroso de colinas separa la portuaria y obrera Oakland de su vecina septentrional, mucho mas rica. Berkeley es una ciudad universitaria, la ciudad de la Universidad de California. Para unos cuantos espiritus ilustrados, Berkeley es, desde el punto de vista intelectual, el lugar mas importante que hay al oeste de Chicago y la consideran la Atenas de la costa del Pacifico. Pero para la mayoria de americanos, y ciertamente para quienes recuerdan los movimientos pacifistas de los ultimos anos de la decada de los sesenta y de los primeros de los setenta, Berkeley sigue siendo sinonimo de radicalismo a ultranza. Drogas, manifestaciones de protesta pacificas y el gas lacrimogeno lanzado en el Peoples Park son imagenes que acuden a la mente de todos.

La realidad, no obstante, es otra. Casi tres decadas despues de que la universidad fuera la escena de las detenciones masivas mas importantes de la historia de California, Berkeley es mas bien una ciudad conservadora. Eso si, en la Sproul Plaza, justo en el exterior del Sather Gate, por donde se accede a la zona mas antigua del campus, sigue habiendo numerosos activistas y panfletistas. Pero a los ojos de la doctora Stella Swift, Berkeley era una pequena ciudad universitaria con todos los vicios y virtudes de una pequena ciudad universitaria. El radicalismo que, segun la opinion general, caracteriza a Berkeley apenas hubiera impresionado a las personas de izquierdas con las que ella se habia relacionado desde su infancia y en su adolescencia que, paso en Australia y en Inglaterra, pues era hija unica de un matrimonio que se contaba entre los socialistas mas cultivados y avanzados de su generacion. Tom, el padre de Swift, catedratico de filosofia de la Universidad de Melbourne, en Australia, y mas tarde de Cambridge, era un escritor y un intelectual muy influyente. Y su madre, Judith, una artista de exito, era hija de Max Bergmann, uno de los fundadores de la denominada Escuela de Frankfurt de Marxismo Liberal. Antes de ir a Oxford con la intencion de licenciarse en biologia humana, Swift conocio a todos los miembros mas destacados del socialismo internacional. Pero, decepcionada del mundo en el que se movian sus padres, acabo por autoexcluirse de el, al igual que el joven panfletista que veia ahora manifestandose en la Sproul Plaza junto con sus companeros contra la politica exterior norteamericana desplegada en Proximo Oriente con toda seguridad habia rechazado los valores conservadores de sus propios padres.

Al cruzar la Sproul Plaza, Swift se dijo que por ser extranjera, y por tanto alguien que no podia votar, le era mas facil desentenderse de la politica y concentrarse en la investigacion y la docencia. Sin ir mas lejos, esta era una de las razones por las cuales habia elegido doctorarse en paleoantropologia en Berkeley.

Su actividad academica y profesional transcurria casi enteramente en la parte sureste del campus, en Kroeber Hall. Al entrar en el edificio se dirigio a la primera planta y despues a una de las aulas en la que la estaban esperando una multitud de estudiantes de primer curso.

Dejo la cartera sobre la mesa y miro con desden a uno de sus alumnos, un atleta de elevada estatura y musculatura muy desarrollada llamado Todd, que estaba leyendo un ejemplar de Penthouse y haciendo gran alarde de ello.

– ?Que estas leyendo, Todd? -le pregunto Swift dando la vuelta a la mesa y colocandose delante-. ?Te estas poniendo al dia en biologia humana? Me parece una buena idea, porque tengo entendido que estas muy pez en esta asignatura.

Вы читаете Esau
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×