Philip Kerr

Palido Criminal

(Berlin Noir 02)

Titulo original: Berlin Noir. The Pale Criminal

Traduccion cedida por Random House Mondadori

© 1990, Philip Kerr

© de la traduccion: 2001, Isabel Merino

Para Jane

«Hay muchas cosas en tu buena gente que me asquean, y no hablo de su maldad. Como desearia que poseyeran una locura que les llevara a perecer, igual que este palido criminal. Querria que su locura se llamara verdad, lealtad o justicia, pero poseen su virtud a fin de vivir mucho y con una deprimente comodidad.»

Nietzsche

Primera parte

Sueles fijarte mucho mas en la tarta de fresas del Kranzler’s Cafe cuando tu dieta te prohibe incluso probarla.

Bueno, ultimamente he empezado a sentirme igual respecto a las mujeres. Solo que no estoy a dieta, sino que me encuentro con que las camareras, sencillamente, no me hacen ningun caso. Y ademas, hay tantas bonitas por todas partes. Mujeres, quiero decir, aunque me follaria igual a una camarera que a cualquier otro tipo de hembra. Hubo una mujer hace un par de anos. Estaba enamorado de ella, solo que desaparecio. Bueno, es algo que le sucede a mucha gente en esta ciudad. Pero desde entonces solo he tenido asuntos ocasionales. Y ahora, si me vierais en Unter den Linden, moviendo la cabeza de un lado a otro, pensarias que tenia la mirada fija en el pendulo de un hipnotizador. No se, puede que sea el calor. Este verano Berlin suda tanto como el sobaco de un panadero. O puede que sea yo, a punto de cumplir los cuarenta y empezando a babear cuando tengo una nena cerca. Cualquiera que sea la razon, mi ansia por procrear es absolutamente salvaje, algo que las mujeres te ven enseguida en los ojos y entonces ni se acercan a ti.

A pesar de todo, en el largo y torrido verano de 1938, la violencia disfrutaba, insensible, de un cierto renacimiento ario.

1. Viernes, 26 de agosto

– Igual que un jodido cuco.

– ?Que?

Bruno Stahlecker levanto la vista del periodico.

– Hitler, ?quien va a ser?

Se me encogio el estomago al sentir que se me venia encima otra de las profundas analogias de mi socio sobre los nazis.

– Si, claro -dije con firmeza, deseando que esa muestra incondicional de comprension le haria desistir de una explicacion mas detallada. Pero no hubo suerte.

– Apenas acaba de arrancar al polluelo austriaco del nido europeo y ya parece que el checoslovaco corre peligro -dijo, y golpeo el periodico con el dorso de la mano-. ?Has visto esto, Bernie? Movimientos de tropas alemanas en la frontera de los Sudetes.

– Si, ya me imaginaba que hablabas de eso.

Cogi el correo de la manana y, sentandome, empece a mirarlo. Habia varios cheques y eso ayudo a calmar mi irritacion contra Bruno. Aunque parecia dificil de creer, estaba claro que ya habia bebido. Normalmente a solo un paso de ser monosilabico (lo cual prefiero, porque yo tambien soy un tanto taciturno), el alcohol siempre hacia que Bruno se volviera mas charlatan que un camarero italiano.

– Lo raro es que los padres no se dan cuenta. El cuco sigue echando a los otros polluelos y los padres adoptivos siguen alimentandolo.

– Quiza confian en que cerrara el pico y se largara -dije con intencion, pero Bruno era demasiado insensible para enterarse. Eche una ojeada al contenido de una de las cartas y luego volvi a leerla, mas despacio.

– Lo que pasa es que no quieren enterarse. ?Que hay en el correo?

– ?Que? Ah, algunos cheques.

– Bendito sea el dia que nos trae cheques. ?Algo mas?

– Una carta. Anonima. Alguien quiere que me reuna con el en el Reichstag a medianoche.

– ?Dice por que?

– Asegura que tiene informacion sobre un antiguo caso mio. Una persona que desaparecio y sigue desaparecida.

– Claro, las recuerdo a todas igual que me acuerdo de los perros con rabo; son algo muy poco corriente. ?Vas a ir?

– Ultimamente no duermo muy bien -dije encogiendome de hombros-, asi que, ?por que no?

– ?Quieres decir aparte de que sea una ruina calcinada y no sea seguro meterse alli? Bueno, para empezar, podria ser una trampa. Alguien podria querer matarte.

– Entonces, a lo mejor la enviaste tu.

Se rio, incomodo.

– Tal vez deberia ir contigo. Podria ocultarme, pero estar a tiro.

– ?A tiro de bala? -Negue con la cabeza-. Si quieres matar a alguien no le pides que vaya a un sitio donde lo natural es que este alerta.

Abri un cajon del escritorio. A primera vista no hay mucha diferencia entre una Mauser y una Walther, pero cogi la Ma user. El angulo de la culata, la forma general de la pistola hacen que tenga mas solidez que la Wal ther, es algo mas pequena, y no le falta de nada en cuanto a capacidad para parar a alguien. Es una pistola que, igual que un cheque por una cifra sustanciosa, me daba una sensacion de tranquila confianza en cuanto me la metia en el bolsillo. Blandi la Ma user en direccion a Bruno.

– Y sea quien sea el que me haya enviado la invitacion a la fiesta, sabra que llevare mi hierro.

– ?Y si hay mas de uno?

– Cono, Bruno, tampoco hay que llamar al mal tiempo. Se que hay riesgos, pero nuestro negocio es asi. Los periodistas reciben boletines, los soldados reciben partes y los detectives reciben anonimos. Si hubiera querido recibir cartas lacradas, me habria hecho abogado.

Bruno asintio, jugueteo con el parche del ojo y luego traslado los nervios a la pipa; esa pipa simbolo del fracaso de nuestra asociacion. Detesto la parafernalia de fumar en pipa: la petaca, el retacador, la navaja y el

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