dentro y que, de este modo, permitia a los demas ser mejores. Noel asumia su papel con complacencia. Pero, sorprendentemente, estaba mejor informado que cualquiera de los secretos intimos de sus colegas. Ya fuera porque su manera rudimentaria de abordar a los demas rompiera los diques, o porque a uno no le diera verguenza dejarle echar una ojeada a sus aguas turbias, dado que Noel era un especialista reconocido. Noel afirmaba, pues, que la falta de seguridad alimentaria de la teniente Froissy estaba relacionada con el hecho de que, siendo un bebe, su madre cayo sin conocimiento y la habia dejado cuatro dias sin amamantar. Que Froissy, resumia el con guasa, buscaba la mamada y la daba simultaneamente, sin ganar un solo kilo para si.
Eran las tres de la tarde. Hubo que esperar hasta el tiempo de la saciedad para que la gente se animara y se informara de lo que habia pasado fuera exactamente. Se sabia que Retancourt perseguia a un tipo -lo cual auguraba un mal futuro para el tipo-, escoltada por una brigada de Garches, tres coches y cuatro motos. Pero no mandaba noticias, y Adamsberg acababa de precisar que la teniente habia despegado con mas de tres minutos de retraso y un golpe en el plexo. Y que el tipo, Emile el Apaleador, once anos de talego y ciento treinta y ocho combates oficiales, era capaz de escapar a Retancourt. Resumio sin dar detalles la discrepancia que lo habia enfrentado a Mordent y habia provocado la huida del sospechoso. A nadie se le paso por la cabeza preguntar por que Emile no habia golpeado tambien al comisario, ni por que Adamsberg no participaba en la persecucion. Retancourt corria el doble de rapido que cualquier hombre de la Brigada, todos encontraban normal que la hubieran dejado ir sola. Mordent limpiaba su plato con una expresion sombria que se atribuia a su preocupacion por el estado de sus testiculos. En el expediente de Emile, recorrido rapidamente, a nadie se le habia pasado por alto que el apaleador habia aniquilado la virilidad de un piloto de carreras de un unico codazo. Solo esa pelea ya le habia valido un ano de carcel y unos danos y perjuicios para los que era insolvente.
Adamsberg observaba a sus agentes dudar, tantear, vacilar entre un apoyo instintivo al colega tocado en sus partes vivas y una prudencia ponderada. Porque todos eran conscientes, incluido Estalere, de que Mordent habia infringido las reglas de un modo incomprensible, puesto en marcha el arresto domiciliario sin informar a Adamsberg y espantado al sospechoso con precipitacion de aficionado.
– ?Quien guardo las ultimas muestras en el camion esta manana? -pregunto Adamsberg.
Vacio mecanicamente el fondo de una botella en su vaso, que se lleno de un liquido ocre y opaco.
– Es sidra de mi tierra -le explico Froissy-. No aguanta mas que una hora despues de la apertura, pero es excelente. Pense que nos animaria.
– Gracias -dijo Adamsberg tragando el liquido aspero.
Porque, aparte de su afan de alimentar, Froissy tenia el de mantener el humor general en un nivel como minimo cordial, ardua tarea en un equipo de investigacion criminal cronicamente privado de sueno.
– Froissy y yo -respondio Voisenet.
– Habria que sacar el estiercol de caballo. Quisiera verlo.
– Salio ayer para el laboratorio.
– Ese no, Voisenet, la muestra tomada esta manana en la furgoneta de Emile.
– Ah -dijo Estalere-, el otro, el estiercol de Emile.
– Eso es pan comido -dijo Voisenet levantandose-, esta clasificado entre las muestras prioritarias.
– ?Ponemos vigilancia en la residencia de la madre? -pregunto Kernorkian.
– Para hacer el paripe. Hasta el mas cretino sabria que la residencia esta bajo vigilancia.
– Es un cretino -dijo Mordent, que seguia limpiandose el plato.
– No -dijo Adamsberg-, es un nostalgico. Y la nostalgia produce cantidad de ideas.
Adamsberg vacilo. Existia una manera casi segura de recuperar a Emile en la granja donde vivia Cupido. Bastaba poner alli a dos hombres, y lo atraparian esa misma semana o la siguiente. El era el unico en conocer la existencia de Cupido, de la granja, en saber aproximadamente su emplazamiento y el nombre de los propietarios, milagrosamente conservado por su memoria. Los primos Gerault, tres cuartos de leche, un cuarto de carne. Abrio los labios, pero callo, acosado por las incertidumbres. Si creia inocente a Emile, si queria vengarse de Mordent, si llevaba dos horas -o desde Londres- basculando francamente hacia el otro lado de la barrera, con el flujo de emigrantes que queria pasar la muralla, apoyando a los maleantes, impidiendo el paso a las fuerzas del orden. Las preguntas pasaron rapidamente por su cabeza como un vuelo de estorninos sin que intentara responder a una sola. Mientras todos se levantaban, alimentados e informados, Adamsberg retrocedio e hizo una sena al teniente Noel. Si alguien lo sabia, tenia que ser el.
– ?Que le pasa a Mordent?
– Esta jodido.
– Ya me imagino. ?Como de jodido?
– No tengo por que decirselo.
– Es vital para el caso, Noel. Ya lo ha visto usted con sus propios ojos. Cuente.
– A su hija, su hija unica, el sol de sus dias, un cardo en mi opinion, la pillaron hace dos meses en compania de seis soplagaitas ciegos hasta las cejas en un edificio okupa de La Vrille, uno de los antros mas apestosos del periferico sur para ninos bien caidos en las drogas.
– ?Y?
– Seis soplagaitas, entre los cuales estaba su novio, un pelagatos mugriento, mas malo que la quina. Bones es su nombre de pandilla. Tiene doce anos mas que ella, mucha practica en agresiones a viejos, un desgraciado mas bien guaperas, influyente en el trafico de colombiana. La chica se habia fugado del domicilio, dejando una nota, y el bueno de Mordent los tiene por corbata.
– ?Como los tiene, por cierto?
– Ha llamado al medico, dice que se sabra pasado manana. Es de esperar que los recupere, cosa que no es facil con el Apaleador. No es que Mordent los use mucho: su mujer se tira al profesor de musica y lo humilla como un gusano en el estiercol.
– ?Por que no me dijo nada cuando se fue su hija?
– El viejo cuentacuentos es asi. Nos cautiva con sus historias pero se guarda la puta realidad para el. Recuerde que entonces estabamos en plena voragine con las tumbas abiertas. Y, tomeselo como quiera, pero la gente no tiende a contarle a usted sus confidencias.
– ?Por que?
– Porque no esta segura de que escuche. Y si escucha, uno supone que lo olvidara. Asi que ?para que? Mordent no busca descolgar nubes. Usted, en cambio, esta sentado encima.
– Ya se lo que dicen. Pero yo creo que tengo los pies en el suelo.
– Entonces no debe de ser el mismo suelo.
– Eso es posible, Noel. ?Y entonces, la chica?
– Se llama Elaine. Mordent fue al edificio okupa alertado por los colegas de Bicetre, y fue un infierno, ya conoce el espectaculo. Hasta habia chavales comiendo latas para perros. Fue uno de ellos el que se asusto y llamo a la pasma porque habia un tio con sobredosis. Dicho esto, al parecer no estan mal las latas para perros, no deja de ser estofado. La nina de Mordent estaba totalmente sonada, encontraron suficiente coca para una acusacion de trafico. Lo malo es que habia armas, dos pistolas y navajas de muelle. Una de las pistolas sirvio para matar a Stubby Down, el jefe de la zona norte, hace nueve meses. Y resulta que los testigos dijeron que habia dos asaltantes, de los cuales una chica de pelo castano largo hasta el culo.
– Mierda.
– Al final, metieron a tres jovenes en preventiva, uno de ellos era Elaine Mordent.
– ?Donde esta?
– En Fresnes, con metadona. Le pueden caer entre dos y cuatro anos seguro, y mucho mas si participo en lo de Stubby Down. Mordent dice que, cuando salga, estara acabada. Danglard intenta animarlo regandolo con vino blanco como si fuera una planta, pero tiene efectos nocivos en el. En cuanto puede escaparse, se pasa la vida alli, en Fresnes, dentro o fuera, mirando los muros. O sea que claro…
Noel se volvio y senalo la casa con un gesto de barbilla, con los brazos en jarras.
– Y con esta carniceria encima, es normal que quede uno tocado. A lo mejor seria bueno que Danglard viniera a tomar el relevo, ahora que esta todo desmontado. Voisenet lo busca, ha encontrado el estiercol de Emile, como dice el pobre cretino de Estalere.
Voisenet habia dejado la muestra en la mesa blanca del jardin. Paso unos guantes a Adamsberg. El comisario abrio la bolsa y respiro el contenido.