– ?El de las cinco en raya? Apasionante. Lo tuve de paciente. Reacio, claro, pero Vaudel se interesaba por el y lo obligaba a visitarme. De tres anos a esta parte le disminui mucho la violencia.

– Eso dice. El atribuia la mejora a la edad.

– En absoluto -dijo el medico divertido, y Adamsberg se fijo en el rostro picaro, risueno, disponible, que habia adivinado bajo la pose despectiva-. La edad suele aumentar las neurosis. Pero estoy tratando a Emile y, poco a poco, llego a las zonas agarrotadas, las relajo, mientras el animal astuto va cerrando las puertas detras de mi. Pero lo conseguire. Su madre le pegaba cuando era pequeno, pero el nunca lo reconocera. La idolatra.

– Entonces ?como lo sabe?

– Aqui -dijo el medico poniendo el indice en la base de la cabeza de Adamsberg, ligeramente a la derecha de la nuca.

Lo cual le hizo sentir un leve pinchazo, como si el indice del medico hubiera estado dotado de un dardo.

– Caso interesante tambien -observo a media voz-, si me permite.

– ?Emile?

– Usted.

– A mi no me pegaban, doctor.

– No he dicho eso.

Adamsberg dio un paso a un lado, apartando su cabeza de la curiosidad del medico.

– ?Tenia Vaudel, y no le pido ningun secreto profesional, enemigos?

– Muchos. Ese era el nucleo del problema. Enemigos amenazadores, incluso mortiferos.

Adamsberg se detuvo en el camino.

– No puedo darle nombres -adelanto el medico-. Y seria inutil. Eso esta fuera del alcance de su investigacion.

El movil de Adamsberg vibro, y el comisario se excuso antes de contestar.

– Lucio -gruno-, sabes que estoy trabajando.

– Si no te llamo nunca, hombre, es la primera vez. Uno de los gatitos no consigue mamar, se esta debilitando. He pensado que igual podias rascarle la frente.

– Me importa un pito, Lucio, no puedo hacer nada. Si no sabe mamar, peor para el, es la ley natural.

– Pero si pudieras dormirla, calmarla…

– Asi no bebera, Lucio.

– Eres un autentico cabronazo y un hijo de puta.

– Sobre todo, Lucio -dijo Adamsberg un tono mas alto-, no soy un mago. Y he tenido un dia jodido.

– Yo tambien. No consigo encender los pitillos. Como veo mal, no doy con el extremo. Y como mi hija no me quiere ayudar, ?que voy a hacer?

Adamsberg se mordio los labios, y el medico se aproximo.

– ?Un bebe que no puede mamar? -se informo cortesmente.

– Un gatito de cinco dias -contesto abruptamente Adamsberg.

– Si le va bien a su interlocutor, puedo intentar algo. Debe de ser un bloqueo en el MRP del maxilar superior, No tiene por que ser la ley natural, puede ser una torsion post-traumatica a consecuencia de un nacimiento dificil. ?Fue complicado el parto?

– Lucio, ?es uno de los dos que sacamos a la fuerza?

– Si, la blanquita con la punta de la cola gris, la unica nina.

– Si, eso es, doctor -confirmo Adamsberg-. Lucio empujo, y yo tire de la mandibula. ?Habre tirado demasiado fuerte? Es una chica.

– ?Donde vive su amigo? Si lo desea, por supuesto -anadio agitando las manos, como si la vida en juego lo volviera repentinamente humilde.

– En Paris, en el 13.

– Yo en el 7. Si le parece bien, vamos juntos, y trato a la cria. Si puedo hacer algo, claro. Mientras tanto, que su amigo le humedezca todo el cuerpo, pero sobre todo sin mojarla.

– Vamos para alla -dijo Adamsberg con la impresion de lanzar una senal policial para una operacion de peso-. Humedecela entera sin mojarla.

Un poco aturdido, con cierta sensacion de haber soltado el timon, de verse sacudido tanto por los apaleadores como por el flujo migratorio, los medicos o los espanoles sin brazos, Adamsberg dio instrucciones de cierre a sus adjuntos e invito al doctor a subirse al coche.

– Es grotesco -dijo Adamsberg en la ronda-. Lo llevo a curar una gata cuando sobre Vaudel ha caido el infierno con las fauces abiertas ensenando los dientes.

– ?Ha sido un crimen sucio? Tenia mucho dinero, ?sabe?

– Si. Todo ira a su hijo, supongo -anadio Adamsberg con voz falsa-. ?Lo conoce?

– Solo por el cerebro de su padre. Deseo, rechazo, deseo, rechazo, y asi en ambos.

– Vaudel nunca quiso tenerlo.

– Sobre todo, no queria dejar una fragil descendencia expuesta a sus enemigos.

– ?Que enemigos?

– Si se lo dijera, a usted no le serviria. Locuras de un hombre surcadas por la edad, incrustadas en los pliegues de su ser. Trabajo de medico y no de policia. O trabajo de espeleologo, teniendo en cuenta como estaba Vaudel.

– ?Enemigos imaginarios entonces?

– No lo intente, comisario.

Lucio los esperaba, sentado en el cobertizo, dando palmaditas con su manaza a la gata tumbada en sus rodillas, envuelta en una toalla humeda.

– Se va a morir -dijo con voz ronca, enturbiada de lagrimas, que Adamsberg no entendio, incapaz de concebir que uno pudiera emocionarse por un gato-. No puede mamar. ?Quien es? -anadio sin amabilidad refiriendose al medico-. No necesitamos publico, hombre.

– Es un especialista en mandibulas de gatos que no saben mamar. Dejale el sitio, Lucio, apartate. Dale el gato.

Lucio se rasco el brazo ausente y obedecio, desconfiado. El medico se sento en el banco, rodeo la cabeza de la gatita con sus gruesos dedos -tenia las manos inmensas para su talla, casi comparables a la unica mano de Lucio- y la palpo lentamente, aqui, alli, aqui de nuevo. Un charlatan, penso Adamsberg, mas disgustado de lo debido ante el cuerpecillo flojo del animal. Luego el medico paso a la pelvis, aplico la yema de los dedos en dos puntos, como si tocara el piano, y se oyo un ligero maullido.

– Se llama Charme -gruno Lucio.

– Vamos a arreglarte esa mandibula -dijo el medico-, Charme, todo va bien.

Sus gruesos dedos, que Adamsberg veia cada vez mas enormes, como los diez brazos de Shiva, fueron a posarse en la mandibula, pinzandola.

– ?Que, Charme? -murmuro con el pulgar aqui y el indice alli-. ?Se te bloqueo el sistema al salir? ?Te torcio el comisario? ?O tuviste miedo? Ten paciencia, en unos minutos estara arreglado Esta bien. Me voy a ocupar de tu ATM.

– ?Que es eso? -pregunto Lucio receloso.

– La articulacion temporo-mandibular.

La gatita se abandono como masa de pan y luego se dejo llevar hasta la mama.

– Ya esta -dijo el medico con voz arrulladora-. La ATM estaba caudal a la derecha y cefalica a la izquierda, asi que no podia funcionar, obviamente, la lesion bloqueaba la succion. Ahora ya funciona. Vamos a esperar unos minutos para comprobar que todo va bien. De paso le he reequilibrado el sacro y los iliacos. Todo se debe a su nacimiento, un tanto deportivo, no se preocupen. Sera mas audaz, vigilenla. Aunque nada agresiva, tendra buen caracter.

– De acuerdo, doctor -dijo Lucio, subitamente deferente, con los ojos clavados en la gatita que mamaba con avidez.

– Siempre le gustara comer. Por estos cinco dias.

– Como a Froissy -murmuro Adamsberg.

– ?Es otra gata?

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