– Di mas bien que puso pies en polvorosa sin mas. Hazte cargo. ?Por que vino, bearnes? ?Por que aqui?
– No tengo ni idea, Oswald.
– El cura dice que eso ya ocurrio en 1809, y justamente ese ano no hubo manzanas. Las ramas estaban tan peladas como mi brazo.
– ?No hubo mas consecuencias? Aparte de las manzanas.
Oswald lanzo otra mirada a Adamsberg.
– Robert dice que tu tambien has visto la Sombra.
– No la he visto, solo he pensado en ella. Es como un velo, una nube oscura, sobre todo cuando estoy en la Brigada. Un medico diria que son imaginaciones mias. O que le doy vueltas a un mal recuerdo.
– Los medicos no quieren entender estas cosas.
– Quiza tengan razon. Puede que sea una idea negativa. Que no ha salido aun de mi cabeza, que todavia esta dentro.
– Como las cuernas del ciervo antes de crecer.
– Exactamente -dijo Adamsberg sonriendo de repente.
Esa idea le gustaba mucho, resolvia casi el misterio de su Sombra. El peso de una idea oprimente, ya formada en su mente, pero que todavia no ha llegado al exterior. Un parto, en cierto modo.
– Una idea que solo tienes en la Brigada -prosiguio Oswald meditando-. Por ejemplo, aqui no la tienes.
– No.
– Eso es que algo ha entrado en la Brigada -explico Oswald gestualizando la escena-. Y luego la cosa se ha metido en tu cabeza porque tu eres el jefe. En el fondo, tiene su logica.
Oswald vacio el resto de Calvados.
– O porque eres tu -anadio-. Te he traido al chaval. Te espera fuera.
No habia eleccion. Adamsberg siguio a Oswald en la noche.
– No llevas zapatos -observo Oswald.
– Esta bien asi. Las ideas tambien pueden circular por la planta de los pies.
– Si eso fuera verdad -dijo Oswald con media sonrisa-, mi hermana estaria llena de ideas.
– ?Y no lo esta?
– Las cosas como son, es tan buena que emocionaria a un buey, pero no tiene nada aqui dentro. Y eso que es mi hermana.
– ?Y Gratien?
– Ni comparacion. Ha salido al padre, que era mas listo que el hambre.
– ?Y donde esta su padre?
Oswald se cerro, metiendo las antenas en la concha.
– ?Amedee dejo a tu hermana? -insistio Adamsberg.
– ?Como sabes su nombre?
– Estaba escrito en una foto, en la cocina.
– Amedee murio. Hace tiempo. No se habla de eso aqui.
– ?Por que? -pregunto Adamsberg haciendo caso omiso a la advertencia.
– ?Por que te interesa?
– No se sabe nunca. Con la Sombra, ?enriendes?, hay que pensar en todo.
– Puede ser -concedio Oswald.
– Mi vecino dice que los muertos no se van si no han acabado de vivir. Que vienen a dar la lata a los vivos durante siglos.
– ?Quieres decir que Amedee no habia acabado de vivir?
– Eso lo sabras tu.
– Una noche, volvia de estar con una mujer -conto Oswald con reticencia-. Tomo un bano, para que mi hermana no se diera cuenta. Y se ahogo.
– ?En la banera?
– Como te lo digo. Tuvo un mareo. Y el agua de las baneras es agua igual, ?no? Y cuando tienes la cabeza debajo, la palmas igual que en un estanque. Eso fue lo que acabo de quitarle las ideas a mi hermana.
– ?Hubo una investigacion?
– Claro. Estuvieron semanas tocando las pelotas a todo el mundo como moscas cojoneras. Ya sabes como es la pasma.
– ?Sospecharon de tu hermana?
– Di mas bien que la volvieron loca. La pobre. No puede ni levantar un cesto de manzanas, asi que ya me diras como iba a ahogar en la banera a una mole como Amedee. Porque ademas estaba colada hasta el tuetano por ese imbecil.
– Decias que era mas listo que el hambre.
– Y tu, bearnes, tampoco andas muy rapido de entendederas, ?eh?
– Explicate.
– Ese no era el padre del crio. Gratien nacio antes, del primer marido. Que tambien murio, por si te interesa. A los dos anos de casarse.
– ?Como se llamaba?
– El lorenes. No era de por aqui. Se metio un guadanazo en las piernas.
– Tu hermana no ha tenido suerte.
– Ni que lo digas. Por eso, aqui nadie se burla de sus manias. Que haga lo que quiera, si le sirve de consuelo.
– Por supuesto, Oswald.
El normando asintio, aliviado de acabar con el tema.
– Lo que acabo de contarte no tienes ninguna obligacion de pregonarlo a los cuatro vientos en tu montana. Esta historia no sale de Opportune. Esta olvidada, y punto.
– Nunca cuento nada, Oswald.
– ?Tu no tienes historias que no salgan de tu montana?
– Tengo una, si. Pero ultimamente esta saliendo.
– Eso no es bueno -dijo Oswald sacudiendo la cabeza-. Esas cosas empiezan pequenas y acaban como un dragon saliendo de su cueva.
El sobrino de Oswald, con las mejillas marcadas de pecas igual que su tio, estaba con la espalda encogida ante Adamsberg. No se atrevia a no contestar al comisario de Paris, pero el trance le resultaba dificil. Mirando al suelo, conto la noche en que vio a la Sombra, y su relato coincidia con el de Oswald.
– ?Se lo dijiste a tu madre?
– Si, claro.
– ?Y ella quiso que me hablaras de esto?
– Si. Cuando vino usted para el concierto.
– ?Sabes por que?
El chico se bloqueo subitamente.
– La gente cuenta tonterias -dijo-. Mi madre tiene sus cosas, pero hay que entenderla, y ya esta. La prueba es que a usted le interesa esta historia.
– Tu madre tiene razon -dijo Adamsberg para apaciguar al joven.
– Cada cual se expresa a su manera -insistio Graden-. Y no hay una manera que valga mas que otra.
– No, ni una -confirmo Adamsberg-. Una cosa mas y te dejo tranquilo. Cierra los ojos. Y dime que pinta tengo y como voy vestido.
– ?De verdad?
– Te lo pide el comisario -intervino Oswald.
– No es usted muy alto -empezo Gratien con timidez-, no mas que mi tio. Tiene el pelo castano… ?Tengo que decirlo todo?
– Todo lo que puedas.
– No muy bien peinado, con mechones sobre los ojos y otros hacia atras. Nariz grande, ojos pardos, chaqueta negra, de algodon, con muchos bolsillos, remangada. El pantalon… negro tambien, bastante gastado, y esta usted
