– Estamos buscando un hoyo en la hierba.

– ?Quienes?

– Yo y Veyrenc.

– Vuelvan. Evreux esta informado de que andan husmeando en sus cementerios.

– Los muertos de La Chapelle son cosa nuestra.

– Nos han quitado el caso.

– Muy bien, Danglard -dijo Adamsberg tras un silencio-. Entiendo.

Adamsberg cerro su telefono.

– Cambiamos de tactica, Veyrenc. Tenemos el tiempo un poco justo.

– ?Abandonamos?

– No, llamamos al interprete.

Adamsberg y Veyrenc llevaban media hora palpando la superficie de la tierra sin localizar la menor fisura que senalara el borde de un hoyo. De nuevo contesto Vandoosler el Viejo, cualquiera hubiera dicho que filtraba las llamadas de la casa.

– ?Derrotado, acorralado, vencido? -pregunto.

– No, Vandoosler, puesto que llamo.

– ?A cual necesitas esta vez?

– Al mismo.

– Error, esta en un yacimiento arqueologico en Essonne.

– Pues dame su numero.

– Cuando Mathias trabaja en un yacimiento, nada lo saca de alli.

– ?Joder, Vandoosler!

El viejo Vandoosler no andaba desencaminado, y Adamsberg comprendio que molestaba al prehistoriador. Mathias no podia moverse de alli, estaba sacando a la luz una hoguera magdaleniense con piedras quemadas, descartes de tallas, cuernas de reno y otros objetos que enumero para hacer entender la situacion a Adamsberg.

– El circulo de la hoguera esta intacto, completo, desde el ano 12000 antes de Cristo. ?Que tienes para proponerme a cambio?

– Otro circulo. Hierba corta que forma un redondel en medio de hierba larga, en la superficie de una tumba. Si no encontramos nada, los dos muertos pasan a los estupas. Hay algo, Mathias. Tu circulo ya esta abierto, puede esperar. El mio no.

A Mathias no le interesaban las investigaciones de Adamsberg, igual que el comisario no entendia las preocupaciones paleoliticas de Mathias. Pero ambos hombres se entendian en cuestion de urgencias del mundo.

– ?Que te ha llevado a esa tumba? -pregunto Mathias.

– Una mujer joven, normanda, como la de Montrouge, y una sombra que paso recientemente por el cementerio.

– ?Estas en Normandia?

– En Opportune-la-Haute, departamento del Eure.

– Arcilla y silex -resumio Mathias-. Basta un lecho de silex subyacente para que crezca una hierba mas corta y rala en la zona. ?Hay silex en la zona? Un muro con cimientos, por ejemplo.

– Si -dijo Adamsberg dirigiendose hacia la iglesia.

– Mira al pie del muro y describeme la vegetacion.

– La hierba es mas densa que en la tumba -dijo Adamsberg.

– ?Que mas?

– Hay cardos, ortigas, llanten y mas cosas que no conozco.

– De acuerdo. Vuelve a la tumba. ?Que ves en la hierba corta?

– Margaritas de los prados.

– ?Nada mas?

– Algo de trebol, dos dientes de leon.

– Bueno -dijo Mathias tras un silencio-. ?Has buscado el borde de un hoyo?

– Si.

– ?Y?

– ?Y? ?Por que te crees que te estoy llamando?

Mathias observo a sus pies el circulo de la hoguera magdaleniense.

– Voy para alla -dijo.

En el cafe de Opportune, que tambien era tienda de ultramarinos y lagar de sidra, dieron permiso a Adamsberg para guardar sus cuernas en la entrada. Todo el mundo sabia ya que Adamsberg era un madero bearnes de Paris, entronizado por Angelbert en Haroncourt; pero los nobles trofeos que llevaba le abrian mas ampliamente las puertas que cualquier recomendacion. El dueno del cafe, un primo apartado de Oswald, sirvio a los dos policias con diligencia y con todos los honores.

– Mathias toma el tren dentro de tres horas en la estacion de Saint-Lazare -dijo Adamsberg-. Llega a las 14:34 a Evreux.

– Antes de que llegue habria que conseguir la autorizacion para exhumar -dijo Veyrenc-. Pero no podemos pedirla sin el aval del inspector. Y Brezillon no nos dejara el caso. Usted no le cae bien, ?verdad?

– Nadie le cae bien a Brezillon, lo unico que le gusta es echar broncas. Se entiende bien con tipos como Mortier.

– Sin su acuerdo, no habra autorizacion. Por lo tanto, no sirve de nada que venga Mathias.

– Por lo menos para saber si se ha cavado un hoyo en esta tumba.

– Pero en unas horas estaremos pillados, a menos que actuemos clandestinamente. Y eso no podemos hacerlo porque nos vigila la Brigada de Evreux. Al primer golpe de pico, los tenemos encima.

– Bien resumido, Veyrenc.

El teniente dejo caer un terron de azucar en su cafe y sonrio francamente, levantando el labio en la mejilla derecha.

– Hay una cosa que podriamos intentar, pero es una vileza.

– Digala, a ver.

– Amenazar a Brezillon con que, si no levanta el bloqueo, soltamos todo lo que hizo su hijo hace catorce anos. Soy el unico que sabe la verdad.

– Es una vileza.

– Si.

– ?Como lo ve?

– No se trataria de cumplir la amenaza. Sigo en muy buenos terminos con Guy, el hijo, y no tengo ninguna gana de perjudicarlo despues de haberlo sacado de la catastrofe cuando era joven.

– Podria ser -dijo Adamsberg poniendose la mano en la mejilla-. Brezillon se desmoronaria a la primera palabra. Como todos los duros, no tiene fondo. Es el principio de la nuez. Aprietas, y se rompe. En cambio, intente romper la miel.

– Eso si que me apetece -dijo bruscamente Veyrenc.

El teniente fue a la barra a pedir pan con miel y volvio a sentarse.

– Hay otra manera -dijo-. Llamo directamente a Guy. Le expongo la situacion y le pido que ruegue a su padre que nos deje campo libre.

– ?Funcionaria?

– Creo que si.

»Un hijo puede todo, cuando pide a su padre

que no cercene el lazo con un golpe de espada.

– Y el hijo le debe a usted un favor, por lo que entiendo.

– Sin mi, ahora no seria un alto cargo.

– Pero ese favor me lo haria a mi, no a usted.

– Le dire que esta es mi investigacion, que es la ocasion ahora o nunca de demostrar lo que valgo, con un

Вы читаете La tercera virgen
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату