– En una caravana.
– ?Que sigue habitada?
– Si. Pero no es necesario saber por quien, ?o si?
– No.
– He prometido a la senora proporcionarle unos zapatos. No tiene mas que estos y unas zapatillas, y los echa de menos.
Adamsberg balanceo las piernas.
– La enfermera -murmuro- fue cargandose viejos con jeringuilla durante cuarenta anos, lo que se dice un autentico oficio, una tradicion incrustada a lo largo de medio siglo de vida. ?Por que iba a dedicarse de repente al ocultismo, contratando excavadores a sueldo para desenterrar virgenes? No lo entiendo, este cambio tan radical no es logico.
– La enfermera tampoco.
– Si lo es. Toda locura es rigida, toda locura sigue una trayectoria.
– La experiencia de la prision pudo hacerla derrapar.
– Eso es lo que dice la forense.
– ?Por que dice «virgenes»?
– Porque Pascaline lo era, igual que Elisabeth. Y supongo que eso tiene su importancia para la profanadora. La enfermera tampoco vivio nunca con un hombre.
– Pero para eso tenia que saber lo de Pascaline y Elisabeth.
– Si, o sea, tenia que haber pasado tiempo en la Alta Normandia. Las enfermeras reciben mas confidencias de las que piden.
– ?Hay constancia de su presencia alli?
– No, ninguna victima en el oeste, salvo en Rennes. Pero eso no quiere decir nada. Siempre ha ido de pueblo en ciudad, quedandose unos meses y luego desapareciendo como una sombra.
– ?Que es eso? -pregunto Retancourt senalando las dos grandes cuernas de ciervo que ocupaban espacio en el suelo del despacho de Adamsberg.
– Es un trofeo. Una noche, me los dieron, y yo los corte.
– Un diez puntas, no esta nada mal -aprecio Retancourt-. ?A santo de que?
– Porque me pidieron que fuera a verlo, y fui. Pero no estoy seguro de que me hicieran ir por el. Se llama Gran Rufo.
– ?Quien?
– El.
– ?Un cebo para llevarlo hasta el cementerio de Opportune?
– Puede.
Retancourt levanto una de las cuernas, la sopeso y la dejo en su sitio con delicadeza.
– No hay que separarlas -dijo-. ?Que mas ha recogido por alli?
– Me he enterado de que los cerdos tienen un hueso en el morro.
Retancourt dejo pasar la noticia, poniendose el gato en el hombro.
– Tiene forma de doble corazon -prosiguio Adamsberg-. Me he enterado de que se pueden curar los vapores con reliquias de santo, ganar la vida eterna por los siglos de los siglos y de que habia huesos de carnero entre los de san Jeronimo.
– ?Y de que mas? -pregunto Retancourt, que esperaba pacientemente las informaciones que le interesaban.
– De que los dos hombres que abrieron la tumba de Pascaline Villemot son probablemente Diala y La Paille. De que Pascaline murio con la cabeza aplastada por una piedra de la iglesia, de que habian matado y emasculado uno de sus gatos tres meses antes y lo habian dejado tal cual delante de su puerta.
Adamsberg levanto de repente una mano, cruzo las piernas detras del pie del taburete y marco un numero de telefono.
– ?Oswald? ?Sabias que habian dejado el gato de Pascaline ensangrentado delante de su puerta?
– ?Narciso? Todo el mundo se entero en Opportune. Era famoso por su peso. Mas de once kilos, estuvo a punto de ganar un concurso regional. Pero eso ocurrio el ano pasado. Hermance le regalo un gato nuevo. A Hermance le gustan los gatos porque son limpios.
– ?Sabes si los demas gatos de Pascaline eran machos?
– Todas hembras, bearnes, hijas de Narciso. ?Importa eso?
Otro ardid de los normandos, habia observado Adamsberg, consistia en hacer una pregunta haciendo creer que la respuesta no les interesaba nada. Era lo que acababa de hacer Oswald.
– Me preguntaba por que el que mato a Narciso se tomo la molestia de emascularlo.
– Quien te haya dicho esto te ha contado una trola. Narciso llevaba tiempo castrado y se pasaba todo el santo dia durmiendo. Once kilos no se sacan de la nada.
– ?Estas seguro?
– Claro. Hermance busco un gato entero para que las hembras criaran.
Con el ceno fruncido, Adamsberg marco otro numero, mientras Retancourt volvia a coger la bolsa de los zapatos con gesto contrariado. Despues de doce horas de dificil busqueda, habia exhumado un vinculo espectacular entre la enfermera y los muertos de La Chapelle, y sin embargo el comisario se iba bruscamente a pasear por ahi, por pequenos senderos.
– ?Es urgente ocuparse de los cojones de ese gato? -inquirio con sequedad.
Adamsberg le indico que se sentara, tenia al cura de Mesnil en linea.
– Oswald afirma que Narciso ya estaba castrado. O sea que es imposible que le cortaran las partes genitales.
– Lo vi con mis propios ojos, comisario. Pascaline trajo el cadaver a la iglesia en una caja de las de verdura para pedirme una bendicion. Tuve que parlamentar un buen rato con ella para que entendiera mi negativa. El gato habia sido degollado, y sus partes genitales estaban hechas una papilla sanguinolenta. ?Que mas quiere que le diga?
Adamsberg oyo un breve chasquido y se pregunto si el cura no acababa de abatir su mano sobre una mosca.
– Entonces no entiendo -dijo-. Todo el mundo, en Opportune, sabia que Narciso era un gato capado.
– Cabe pensar que el que lo mutilo lo ignoraba, que no era de por alli. Y que no le gustaban los machos, si me permite anadir un punto de vista a su investigacion.
Adamsberg cerro su telefono y se puso de nuevo a balancear las piernas, perplejo.
– Y
– La Bola no.
– La Bola es un caso, dejemoslo aparte. El problema sigue integro: ?por que el asesino de Narciso castro un gato ya castrado?
– ?Y si nos ocuparamos mejor del asesino de Diala?
– Es lo que estamos haciendo. Obnubilarse con virgenes y castrar un macho debe de tener alguna relacion. Era un gato de Pascaline, y solo mato al macho. Como si hubiera querido eliminar toda presencia viril alrededor de Pascaline. O quiza purificar su entorno. Purificar tambien abriendo las tumbas e introduciendo en ellas algun filtro invisible.
– Mientras no sepamos si las dos mujeres fueron asesinadas, estaremos a oscuras. Accidentes o asesinatos, homicida o profanador, eso lo cambia todo. Y no hay manera de saberlo.
Adamsberg se deslizo taburete abajo y se puso a dar vueltas por el despacho.
– Hay una manera -dijo-, si se siente usted con valor.
– Digame.
– Encontrar la piedra que destrozo el craneo a Pascaline. Segun la hipotesis del accidente, cayo del muro de la iglesia. Segun la del asesinato, estaba en el suelo, y el asesino la utilizo para matar. Piedra de desmogue o piedra de caza. En el segundo caso, la piedra deberia llevar las huellas de su estancia al aire libre. El accidente se