desharia, con todos los acaros que debian infestarlo bajo la seda amarilla- y examino su habitacion. Enseguida localizo el incidente. Bajo la ventana, la linea de cemento que obturaba la fisura habia caido y yacia en el suelo hecha pedazos. La luz brillaba entre la pared y el marco de madera.
Francine fue a escrutar mas de cerca los desperfectos. No solo tendria que volver a tapar esa punetera fisura, sino que tendria que reflexionar. Averiguar por que y como se habia caido el cemento. ?Acaso un animal habia podido empujar con el hocico la pared exterior, tratando de entrar a la fuerza, hasta destruir el relleno? Y, si si, ?que tipo de animal? ?Un jabali?
Francine volvio a sentarse en la cama, con lagrimas en los ojos y los pies en alto, lejos del suelo. Lo ideal habria sido instalarse en el hotel hasta que el piso estuviera a punto. Pero habia echado cuentas y salia demasiado caro.
Francine se froto los ojos y se puso las zapatillas. Habia aguantado treinta y cinco anos en esa granja asquerosa, asi que bien podria aguantar otros dos meses. No le quedaba otro remedio. Esperar y contar los dias. Dentro de un rato, se dijo para animarse, estaria en la farmacia. Y esa noche, despues de tapar el agujero de debajo de la ventana, subiria a su cama con el cafe con ron para ver una pelicula.
XLVII
En el helicoptero, que se cernia en vertical sobre los tejados de la Brigada, Adamsberg retenia la respiracion. El punto rojo que formaba el transmisor del gato era perfectamente visible en la pantalla, pero no se desplazaba ni una pulgada.
– Mierda -dijo Froissy entre dientes.
Adamsberg puso en marcha la emisora.
– ?Maurel? ?Lo ha soltado?
– Si, comisario. Esta sentado en la acerca. Ha andado cuatro metros hacia la derecha y se ha quedado alli. Esta mirando pasar los coches.
Adamsberg dejo caer el micro en las rodillas, mordiendose los labios.
– Se mueve -anuncio el piloto, Bastien, un hombre casi obeso que manejaba el aparato con la fluidez de un pianista.
El comisario se inclino hacia la pantalla, con la mirada clavada en el puntito rojo, que empezaba efectivamente a moverse con lentitud.
– Va hacia la avenida Italie. Sigalo, Bastien. Maurel, de la senal a los coches.
A las diez y diez, el helicoptero volaba por encima de Paris, en direccion al sur, enorme bicho pendiente de los movimientos de un gato redondo y blando, casi inepto para la vida en el exterior.
– Tuerce hacia el suroeste, va a cruzar el periferico -dijo Bastien-. Y el periferico esta embotellado a mas no poder. Haz que la Bola se las arregle para que no lo atropellen, rezo rapidamente Adamsberg dirigiendose a no se sabe quien, ya que habia perdido de vista a su tercera virgen. Haz que sea animal.
– Ha cruzado -dijo Bastien-. Esta por la zona. Ha cogido ritmo. Casi corre.
Adamsberg lanzo una mirada vagamente maravillada a Mordent y Froissy, que se asomaban por encima de sus hombros para seguir el desplazamiento del punto.
– Casi corre -repitio, como para convencerse del improbable acontecimiento.
– No, se ha parado -dijo Bastien.
– Los gatos no pueden correr mucho tiempo -dijo Froissy-. Hara una carrera de vez en cuando, pero no mas.
– Ya sale otra vez, velocidad baja de crucero.
– ?Cuanta?
– Entre dos y tres kilometros por hora aproximadamente. Se dirige hacia Fontenay-aux-Roses, despacito.
– Vehiculos, dirijanse a la D77, Fontenay-aux-Roses, todavia suroeste.
– ?Que hora es? -pregunto Danglard entrando en la D77.
– Las once y cuarto -dijo Kernorkian-. Lo mismo solo esta buscando a su madre.
– ?Quien?
– La Bola.
– Los gatos adultos no reconocen a su madre, les importa un pito.
– Lo que quiero decir es que lo mismo la Bola va a cualquier sitio. Igual nos lleva hasta Laponia.
– No es esta direccion.
– Bueno -dijo Kernorkian-, solo queria decir…
– Ya lo se -interrumpio Danglard-. Solo querias decir que no sabemos adonde va ese puto gato, que no sabemos si busca a Retancourt, que no sabemos si Retancourt esta muerta. Pero no queda otro remedio, joder.
Direccion Sceaux -anuncio la voz de Adamsberg por la emisora-. Tomen la D67 por la D75.
– Va mas despacio -dijo Bastien-. Se para. Descansa.
– Si Retancourt esta en Narbona -mascullo Mordent-, tenemos para rato.
– ?Joder, Mordent! -dijo Adamsberg-. No sabemos si esta en Narbona.
– Perdon -dijo Mordent-. Es que estoy con los nervios de punta.
– Lo se, comandante. Froissy, ?tiene algo de comer?
La teniente busco en su mochila negra.
– ?Que quieren? ?Dulce o salado?
– ?Que hay salado?
– Pate -adivino Mordent.
– Pues venga el pate.
– Sigue durmiendo -dijo Bastien.
En el habitaculo del helicoptero, que describia circulos en el cielo mientras vigilaba el sueno del gato, Froissy preparo unas rebanadas de pan con pate, de higado de pato o de pimienta verde. Luego cada cual mastico en silencio, lo mas lentamente posible para suspender el tiempo. Mientras uno tiene algo que hacer, todo puede ocurrir.
– Ya reanuda la caminata -dijo Bastien.
Estalere, parado, aferrando con los punos el manillar de su moto, escuchaba las indicaciones por la emisora, atenazado por la impresion de estar atrapado en un suspense repugnante. Pero el avance continuo y empecinado del pequeno animal lo animaba mas que cualquier otro pensamiento.
La Bola se dirigia hacia un objetivo desconocido sin hacerse preguntas y sin desfallecer, atravesando zonas industriales, zarzas, prados, vias ferreas. Estalere admiraba al gato. Ya llevaba seis horas en camino, habian recorrido dieciocho kilometros. Los vehiculos avanzaban al ralenti, haciendo largas pausas en los arcenes antes de acudir a los puntos anunciados desde el helicoptero, cinendose lo mas posible a los desplazamientos del gato.
– Arranquen de nuevo -dijo Adamsberg a los coches-. Palaiseau por la D988. Se dirige hacia la Escuela Politecnica, flanco sur.
– Va a cultivarse -dijo Danglard mientras arrancaba.
– La Bola solo tiene asadura en la cabeza.
– Ya lo veremos, Kernorkian.
– Al paso que llevamos, podriamos hacer una parada en el proximo bar.
– No -dijo Danglard, con la cabeza todavia pesada por el vino ingerido en el sotano-. O bebo como un cosaco, o no bebo. No me gusta racionarme. Hoy no bebo.
– Pues yo tengo la impresion de que la Bola bebe -dijo Kernorkian.
– Tiene cierta tendencia -confirmo Danglard-. Habra que vigilarlo.
– Si no palma por el camino.