indulgencia. Habia estado levantada toda la noche curando a los marineros quemados, un acto insolito en una mujer de alta cuna. Se volvio a mirarla.
– Disculpadme -dijo en voz baja-. Hablad con Enders y el lo arreglara para que desembarqueis y podais seguir la noble tradicion de Tolomeo y Leonardo.
Hunter se quedo en silencio.
– Capitan.
El miro al vacio.
– Capitan, ?estais bien?
Bruscamente, el se aparto de ella.
– ?Don Diego! -grito-. ?Buscad a don Diego!
Don Diego llego al camarote de Hunter y encontro al capitan dibujando furiosamente en unas hojas de papel. La mesa estaba llena de esbozos.
– No se si esto servira de algo -dijo Hunter-. Solo he oido hablar de ello. Lo propuso Leonardo, el florentino, pero no le hicieron ningun caso.
– Los soldados nunca escuchan a los artistas -dijo don Diego.
Hunter le miro con expresion cenuda.
– Con o sin razon -dijo.
Don Diego miro los diagramas. En cada uno se veia el casco de un barco, dibujado desde arriba, con trazos que partian de los lados del casco. Hunter dibujo otro.
– La idea es sencilla -dijo-. En un barco normal, cada canon tiene su propio capitan artillero que es responsable de disparar solo ese.
– Si…
– Una vez que el arma esta cargada y fuera del portillo, el oficial se agacha detras del tubo y encuadra el blanco. Ordena a sus hombres que usen palancas y cunas laterales para apuntar el canon en la direccion que le parece mas apropiada. A continuacion, les dice que coloquen la cuna que determinara la elevacion, siempre segun su criterio. Para terminar, dispara. El mismo procedimiento tiene lugar para cada canon.
– Si… -dijo el Judio.
Don Diego no habia visto nunca disparar un gran canon, pero conocia el proceso general de la operacion. Cada canon se apuntaba por separado; por ello, un buen capitan de artilleria, un hombre que supiera determinar el angulo y la elevacion adecuados de su canon, se tenia en gran consideracion, porque no abundaban.
– Bien -prosiguio Hunter-, el metodo habitual es el disparo en paralelo. -Trazo sobre el papel unas lineas paralelas saliendo de los lados del barco-. Cada canon dispara y cada capitan reza por que su disparo de en el blanco. Pero, en realidad, muchos canones no acertaran hasta que los dos barcos esten tan cerca que casi cualquier angulo o elevacion de en el blanco. Supongamos que cuando los barcos esten a unos quinientos metros de distancia. ?Cierto?
Don Diego asintio lentamente.
– Pues bien, el florentino proponia lo siguiente -prosiguio Hunter y dibujo otro barco-. Dijo que no podiamos fiarnos de que los capitanes de artilleria apuntaran cada una de las salvas. En cambio, proponia apuntar las armas antes de la batalla. Ved lo que se consigue.
Trazo desde el casco lineas convergentes de fuego, que se unian en un unico punto en el agua.
– ?Veis? El fuego se concentra en un unico lugar. Todas las balas dan en el blanco en el mismo punto, causando gran destruccion.
– Si -reconocio don Diego-, o todas las balas fallan y caen al mar en el mismo punto. O todas las balas dan en el baupres u otra parte poco importante del barco. Confieso que no veo la utilidad de vuestro plan.
– La utilidad -siguio Hunter tamborileando con los dedos sobre el diagrama- radica en la forma como se disparan los canones. Pensad: si se han apuntado previamente, puedo disparar una salva con solo un hombre en cada canon, quiza incluso un hombre por cada dos canones. Y si mi blanco esta a tiro, se que no fallare con ningun proyectil.
El Judio, que era consciente de la falta de hombres en la tripulacion de Hunter, unio las manos.
– Por supuesto -dijo. Despues fruncio el ceno-. Pero ?que sucede despues de la primera salva?
– Los canones retrocederan. Entonces, yo junto a todos los hombres en una unica escuadra de artilleros que pasa de un canon a otro cargandolo y sacandolo de nuevo fuera del portillo en la posicion predeterminada. Esta operacion puede realizarse de forma rapida. Si los hombres estan bien adiestrados, podriamos disparar una segunda salva pasados diez minutos.
– Para entonces el otro barco habra cambiado de posicion.
– Si -acepto Hunter-. Pero estara mas cerca, a tiro. Asi que el fuego alcanzara una zona mas amplia, aunque todavia suficientemente limitada. ?Lo veis?
– ?Y despues de la segunda salva?
Hunter suspiro.
– Dudo que tengamos mas de dos oportunidades. Si no hemos hundido o inutilizado el navio de guerra con dos salvas, seguro que estamos perdidos.
– Bien -dijo por fin el Judio-, es mejor que nada.
Su tono no era optimista. En una batalla naval, los navios de guerra normalmente resolvian el combate con no menos de cincuenta andanadas. Entre dos embarcaciones bien equipadas y con tripulaciones disciplinadas el combate podia alargarse un dia entero o casi, e intercambiar mas de cien andanadas. Disparar unicamente dos salvas parecia un intento inutil.
– Lo es -dijo Hunter-, a menos que acertemos al castillo de popa o a la santabarbara y la bodega de las armas.
Estos eran los unicos puntos realmente vulnerables de un barco de guerra. En el castillo de popa estaban los oficiales, el timonel y el timon. Acertar ese blanco significaba dejar el barco sin guia. Por otro lado, acertar a la santabarbara y la bodega de artilleria de proa haria explotar el barco.
Ninguno de los blancos era facil de acertar. Apuntar los canones contra partes muy avanzadas o interiores de la embarcacion aumentaba la posibilidad de que los proyectiles fallaran.
– El problema es apuntar-dijo el Judio-. ?Establecereis los blancos ejercitandoos con los canones en el puerto?
Hunter asintio.
– Pero ?como apuntareis una vez en el mar?
– Por esto precisamente os he hecho venir. Necesito un instrumento optico para poder alinear nuestra embarcacion con la del enemigo. Es un problema de geometria y os necesito para resolverlo.
Con la mano izquierda sin dedos, el Judio se rasco la nariz.
– Dejadme pensar -dijo, y salio del camarote.
Enders, el imperturbable artista del mar, fue presa de uno de sus raros momentos de confusion.
– ?Que decis que quereis? -exclamo.
– Quiero poner los treinta y dos canones en el lado de babor -repitio Hunter.
– Escorara hacia la izquierda como una cerda prenada -objeto Enders. La mera idea parecia ofender su sentido de la conveniencia y el buen arte nautico.
– No dudo que quedara poco gracil -dijo Hunter-. Pero ?aun asi podria navegar?
– Hallare la forma -respondio Enders-. Podria hacer navegar el ataud del Papa con una servilleta a modo de vela. Hallare la forma. -Suspiro-. Por supuesto -dijo-, movereis los canones cuando estemos en mar abierto.
– No -replico Hunter-. Los movere aqui, en la bahia.
Enders volvio a suspirar.
– ?Asi que quereis salir del arrecife como una cerda prenada? -Si.
– Habra que trasladar toda la carga a cubierta -dijo Enders, mirando al vacio-. Pondremos aquellas cajas de la bodega contra la borda de estribor y las ataremos. Lo compensara un poco, pero ademas del peso tendremos el baricentro mas alto. Oscilara como un tapon de corcho en una marejada. Necesitaria la ayuda de un demonio para disparar esos canones.
– Solo os pregunto si podeis gobernarla.
Hubo un largo silencio.
– Puedo gobernarla -contesto Enders por fin-. Puedo gobernarla como vos prefirais, pero mas vale que