recuperemos el equilibrio antes de que se desencadene la tormenta. No aguantaria ni diez minutos con mal tiempo.
– Lo se -dijo Hunter.
Los dos hombres se miraron. En ese momento, un retumbo resono sobre sus cabezas, senalando que el primer canon de estribor se estaba trasladando a babor.
– Dependemos de una probabilidad debil -dijo Enders.
– Es la unica que tenemos -contesto Hunter.
El fuego comenzo a primera hora de la tarde. Colocaron un pedazo de vela blanca a quinientos metros, en la costa, y dispararon los canones uno por uno hasta que acertaron el blanco. Las posiciones se senalaron en la cubierta con la hoja de un cuchillo. Fue un proceso largo, lento y laborioso que se alargo hasta la noche, momento en el que se sustituyo la vela blanca por una hoguera. A medianoche, los treinta y dos canones estaban apuntados, cargados y a punto para ser disparados. La carga se habia transportado arriba y se habia atado a la borda de babor, lo que compensaba en parte la inclinacion a estribor. Enders se dio por satisfecho con el equilibrio del barco, pero su expresion no era de satisfaccion.
Hunter ordeno a los hombres dormir unas horas y les anuncio que zarparian con la marea de la manana. Antes de dormirse, se pregunto que habria pensado Bosquet de los canonazos que habian sonado todo el dia en la cala. ?Adivinaria el significado de aquellos disparos? Y si lo adivinaba, ?que haria?
Hunter no se entretuvo con la cuestion. Pronto lo averiguaria, penso, y cerro los ojos.
30
Al amanecer, Hunter recorria la cubierta, arriba y abajo, vigilando los preparativos de la tripulacion para la batalla. Habian dispuesto el doble de cuerdas y sujeciones, para que si alguna resultaba danada hubiera otra preparada para seguir navegando. Se ataron sabanas y mantas empapadas de agua a las bordas y las particiones, como proteccion contra las astillas que salieran volando. Mojaron el barco repetidas veces, empapando la madera seca para reducir el riesgo de incendio.
En plenos preparativos, aparecio Enders.
– Capitan, los vigias acaban de informar de que el navio de guerra se ha ido.
Hunter se quedo atonito.
– ?Se ha ido?
– Si, capitan. Se ha ido durante la noche.
– ?No se le ve por ninguna parte?
– Por ninguna, capitan.
– Es imposible que se haya rendido -dijo Hunter.
Considero las posibilidades de que tal cosa hubiera sucedido. Tal vez el barco habia ido al norte o al sur de la isla para esperar al acecho. Tal vez Bosquet tenia algun otro plan o, tal vez, los proyectiles del canon le habian causado mas danos de lo que habian creido los corsarios.
– De acuerdo, zarpamos de todos modos -dijo Hunter.
La desaparicion del barco de guerra era una ventaja y Hunter lo sabia. Significaba que podria salir con tranquilidad de la bahia del Mono con su patoso barco.
Cruzar aquel paso le habia provocado una gran inquietud.
Al otro lado de la bahia vio a Sanson dirigiendo los preparativos a bordo del Cassandra. El balandro estaba mas hundido en el agua; durante la noche, Hunter habia trasladado la mitad del tesoro de sus bodegas a la del Cassandra. Habia muchas probabilidades de que uno de los dos barcos se hundiera, y queria que al menos se salvara parte del tesoro.
Sanson lo saludo con la mano. Hunter le devolvio el saludo, pensando que ese dia no envidiaba en absoluto a Sanson. Segun sus planes, en caso de ataque, el barco mas pequeno huiria hacia el puerto seguro mas cercano, mientras Hunter entablaba una batalla con el navio de guerra. Pero no seria tarea facil para Sanson, que podria tener dificultades para escapar intacto. Si los espanoles decidian atacar primero a Sanson, el barco de Hunter no podria responder. Los canones de El Trinidad estaban preparados solo para dos salvas defensivas.
Pero si Sanson temia esta posibilidad, no daba senales de ello; su saludo fue mas bien alegre. Unos minutos despues, los dos barcos levaron anclas y, con pocas velas, salieron hacia mar abierto.
El mar estaba agitado. Una vez pasados los arrecifes de coral y el agua poco profunda, habia un viento de cuarenta nudos y olas de cuatro metros de altura. En aquellas aguas, el Cassandra se balanceaba y rebotaba, pero el galeon de Hunter se retorcia y se arrastraba como un animal herido.
Enders se quejo con amargura y pidio a Hunter que se hiciera cargo del timon un momento. Hunter observo como el artista del mar iba hacia proa hasta que todas las velas quedaron detras de el.
Enders dio la espalda al viento y extendio los dos brazos. Permanecio asi un momento y despues se volvio ligeramente, todavia con los brazos extendidos.
Hunter reconocio el viejo truco de lobo de mar para localizar el ojo de un huracan. Si te situabas de pie con los brazos abiertos y de espaldas al viento, se suponia que el ojo de la tormenta se encontraba aproximadamente dos grados mas adelante respecto a la direccion indicada por la mano izquierda.
Enders volvio al timon, rezongando y blasfemando.
– Viene del sur sudoeste -dijo-, y ?que me aspen si no lo tenemos encima antes del anochecer!
En efecto, el cielo se estaba volviendo de un gris cada vez mas plomizo, y los vientos parecian cobrar fuerza a cada minuto que pasaba. El Trinidad escoraba patosamente a medida que se alejaba de la isla del Gato y resentia en toda su estructura las severas condiciones del mar abierto.
– Maldicion -dijo Enders-. No me fio de todos esos canones, capitan. ?No podriamos mover un par a estribor?
– No -nego Hunter.
– Navegariamos mejor -dijo Enders-. Os gustaria, capitan.
– Tambien a Bosquet -replico Hunter.
– Mostradme donde esta Bosquet -dijo Enders- y podreis dejar los canones donde estan y no oireis que diga una sola palabra mas.
– Esta alli -dijo Hunter, senalando hacia popa.
Enders miro y vio claramente al navio espanol en la costa norte de la isla del Gato, dispuesto a perseguir al galeon.
– Pegado a nuestro culo -dijo Enders-. Por los huesos de Cristo, esta bien situado.
La embarcacion apuntaba hacia la parte mas vulnerable del galeon: el puente de popa. En general, todos los navios eran debiles por la popa; por esta razon, el tesoro siempre se almacenaba a proa, y por esta razon los camarotes mas espaciosos estaban siempre a popa. Un capitan de barco podia tener un gran compartimiento, pero en el momento de la batalla se daba por supuesto que no se encontraria en el.
Hunter no tenia ningun arma a popa; todos los canones estaban colocados a babor. El desastroso escoramiento privaba a Enders de la tradicional defensa contra un ataque por detras: una navegacion serpenteante y erratica para ofrecer un blanco mas dificil. Enders tenia que procurar mantener el rumbo adecuado para evitar que el barco se llenara de agua, y esto no lo hacia feliz.
– Seguid asi -dijo Hunter-, y mantened la tierra a estribor.
Se dirigio a proa, donde don Diego estaba realizando observaciones con un extrano instrumento que habia construido el mismo. Consistia en un pedazo de madera de casi un metro de largo, montado en el palo mayor. En cada extremo habia una pequena estructura de madera, en forma de aspa, formando una «X».
– Es bastante sencillo -dijo el Judio-. Hay que mirar por aqui -dijo colocandose en un extremo-, y cuando las dos cruces coinciden, la mira es correcta. La parte del blanco que acertareis sera la que se encuentra en la interseccion de las dos cruces superpuestas.
– ?Y el alcance?
– Para eso necesitais a Lazue.
Hunter asintio. Lazue, con su aguda vista era capaz de calcular las distancias con notable precision.
– El alcance no es el problema -dijo el Judio-. La cuestion es calcular bien las fases de las olas. Mirad, por