tierra a babor y pusimos rumbo hacia aquella direccion.
Un error, penso Hunter. Era evidente que Morton carecia tle experiencia. En las aguas espanolas, un navio ingles nunca ponia rumbo a tierra sin saber exactamente a quien pertenecia aquel territorio. Lo mas probable era que fuera del virrey.
– Nos acercamos a la isla y, ante nuestra sorpresa, vimos un navio de guerra anclado en el puerto. Era una isla pequena, pero habia un navio de guerra espanol, no teniamos ninguna duda. Estabamos convencidos de que se lanzaria en nuestra persecucion.
– ?Y que sucedio? -pregunto Hunter, no demasiado interesado.
– Permanecio en el puerto -dijo Morton, y se rio-. Hubiera preferido una conclusion mas emocionante para el relato, pero la verdad es que no salio detras de nosotros. El navio de guerra permanecio en el puerto.
– Pero los soldados del virrey os vieron, ?verdad? -dijo Hunter, empezando a interesarse.
– En efecto, deberian habernos visto. Navegabamos con todas las velas desplegadas.
– ?A que distancia estaban?
– A no mas de dos o tres millas de la costa. La isla no figuraba en los mapas. Supongo que porque es demasiado pequena. Tiene un unico puerto con una fortaleza a un lado. Debo decir que todos tuvimos la sensacion de que habiamos escapado por los pelos.
Hunter se volvio lentamente y miro a Almont, que le dirigio una ligera sonrisa.
– ?Os divierte el relato, capitan Hunter?
Hunter se volvio a hablar con Morton.
– Decis que habia una fortaleza en el puerto, ?no es cierto?
– Asi es, una fortaleza bastante imponente.
– ?En la costa norte o sur del puerto?
– Dejad que lo piense… en la costa norte. ?Por que?
– ?Cuantos dias hace que visteis esa nave? -pregunto Hunter.
– Hara tres o cuatro dias. Pongamos tres. En cuanto nos situamos, pusimos rumbo a Port Royal.
Hunter tamborileo con los dedos sobre la mesa. Fruncio el ceno mirando su copa vacia. Hubo un breve silencio.
Almont se aclaro la garganta.
– Capitan Hunter, parece que este relato os ha preocupado.
– Intrigado -dijo Hunter-. Al igual que a vos, gobernador.
– Creo que seria justo decir que los intereses de la Corona estan en juego.
Hacklett se irguio rigidamente en su silla.
– Sir James -dijo-, ?querriais iluminar al resto de comensales sobre la cuestion de la que discutis?
– Esperad un momento -dijo Almont, con un gesto de impaciencia de la mano. Miraba fijamente a Hunter-. ?Cuales son vuestras condiciones?
– En primer lugar, a partes iguales -dijo Hunter.
– Mi querido Hunter, las partes iguales no son nada atractivas para la Corona.
– Mi querido gobernador, por menos de esto la expedicion no seria nada atractiva para los marineros.
Almont sonrio.
– Por supuesto, reconocereis que el botin es enorme.
– Lo reconozco. Y tambien reconozco que la isla es inexpugnable. El ano pasado mandasteis a Edmunds con trescientos hombres. Tan solo regreso uno.
– Vos mismo expresasteis la opinion de que Edmunds no era un hombre preparado.
– Pero sin duda Cazalla si lo es.
– ?Por supuesto! Y opino que Cazalla es un hombre al que deberiais conocer.
– No a menos que el reparto sea a partes iguales.
– Pero -objeto sir James, sonriendo con despreocupacion-, si esperais que la Corona financie la expedicion, ese coste debe devolverse antes de dividir los beneficios. ?Os parece justo?
– ?No puedo creerlo! -exclamo Hacklett-. Sir James, ?estais negociando con este hombre?
– En absoluto. Estoy cerrando con el un acuerdo entre caballeros.
– ?Con que proposito?
– Con el proposito de organizar una expedicion corsaria contra el puesto avanzado espanol de Matanceros.
– ?Matanceros? -pregunto Morton.
– Asi es como se llama la isla por la que pasasteis, capitan Morton. Matanceros. El virrey construyo una fortaleza hace dos anos y la dejo al mando de un caballero repugnante llamado Cazalla. Quiza habeis oido hablar de el. ?No? Bien, goza de una considerable reputacion aqui, en las Indias. Se dice que los gritos de sus victimas agonizantes le parecen relajantes. -Almont miro las caras de sus invitados. La senora Hacklett estaba muy palida-. Cazalla esta al mando de la fortaleza de Matanceros, construida con el unico proposito de ser el puesto avanzado mas al este del dominio espanol en la ruta que sigue la flota de Indias para volver a la patria.
Hubo un largo silencio. Los invitados parecian nerviosos.
– Veo que no comprendeis el mecanismo que rige la economia de esta region -dijo Almont-. Cada ano, el rey Felipe manda una flota de galeones desde Cadiz. Cruzan hacia Nueva Espana y atracan un poco mas al sur de Jamaica. Alli la flota se dispersa, para viajar a varios puertos -Cartagena, Vera- cruz, Portobello- y recoger los tesoros. La flota se reagrupa en La Habana y de alli vuelve a Espana. La intencion es viajar todas juntas para protegerse de los ataques de los corsarios. ?Me explico?
Todos asintieron.
– Veamos -siguio Almont-, la flota zarpa a finales de verano, que es cuando empieza la estacion de los huracanes. De vez en cuando, alguno de los navios se separaba del convoy al principio del viaje. El virrey queria un puerto fuerte para proteger esas naves, asi que construyeron Matanceros con este unico objetivo.
– No me parece una razon suficiente -dijo Hacklett-. No puedo imaginar…
– Es una razon mas que suficiente -le interrumpio Almont bruscamente-. En fin. La fortuna hizo que dos navios cargados de tesoros se perdieran en la tormenta hace algunas semanas. Lo sabemos porque un navio corsario los avisto y los ataco, aunque sin exito. Se los vio por ultima vez huyendo hacia el sur, rumbo a Matanceros. Uno de ellos estaba muy danado. Lo que vos, capitan Morton, habeis denominado navio de guerra espanol era obviamente uno de esos galeones del tesoro. De haber sido un autentico navio de guerra, sin duda os habria dado caza, teniendo en cuenta la poca distancia que os separaba; os habria capturado y ahora estariais gritando de dolor para diversion de Cazalla. Aquella nave no os persiguio porque no se atrevio a abandonar la proteccion del puerto.
– ?Cuanto tiempo permanecera alli? -pregunto Morton.
– Puede zarpar en cualquier momento. O tal vez espere a que parta la siguiente flota, el ano proximo. O quiza espera a que llegue un navio de guerra espanol para escoltarla a casa.
– ?Se podria capturar? -pregunto Morton.
– Deseamos pensar que si. Ademas, seguramente el cargamento de ese navio tiene un valor de quinientas mil libras.
Los invitados se mantuvieron en un silencio atonito.
– He considerado que esta informacion podia interesar al capitan Hunter -dijo Almont, divertido.
– ?Quereis decir que este hombre es un vulgar corsario? -pregunto Hacklett.
– No es vulgar, ni mucho menos -insistio Almont, chasqueando la lengua-. ?Capitan Hunter?
– No soy vulgar, diria yo.
– ?Tanta frivolidad es ofensiva!
Cuidad vuestros modales -le amonesto Almont-. El capitan Hunter es el segundo hijo del comandante Edward Hunter de la colonia de la bahia de Massachusetts. De hecho, nacio en el Nuevo Mundo y se educo en esa institucion que se denomina…
– Harvard -intervino Hunter.
– Asi es, Harvard. El capitan Hunter lleva cuatro anos con nosotros y, como corsario, ocupa una posicion relevante en nuestra comunidad. ?Os parece un resumen adecuado, capitan Hunter?
– Totalmente adecuado -corroboro Hunter, sonriendo.
– Este hombre es un granuja -dijo Hacklett, pero su esposa estaba mirando a Hunter con interes-. Un vulgar